Hace casi 30 años que tuvo lugar el peor accidente nuclear de la historia. La fauna salvaje quedó a su suerte en un territorio abandonado por el ser humano.
Un estudio publicado hoy en la revista Current Biology pone de manifiesto cómo los grandes mamíferos habitan la zona de exclusión en unos números mayores que antes del accidente.
Ciervos, lobos, linces y bisontes conviven entre casas abandonadas en un territorio contaminado por la radiación que se ha convertido en una reserva natural de manera fortuita.