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Redes sociales: ¿por qué se les da tan bien a Facebook o Twitter polarizar?
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una investigación arroja luz

Redes sociales: ¿por qué se les da tan bien a Facebook o Twitter polarizar?

Matemáticos y politólogos se unen para crear modelos que expliquen cómo las redes sociales nos dividen, y los resultados indican que la solución más común podría ser la menos indicada

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Los estadounidenses están más polarizados que nunca —al menos, según algunos indicadores—.

Una investigación sugiere que las redes sociales aceleran la tendencia, y a muchos politólogos les preocupa que estén desgarrando el país. No está claro cómo resolver el problema. Y nuevos estudios muestran que una solución planteada a menudo —exponer a los usuarios de la plataforma a más contenido del otro bando— podría estar empeorando las cosas, debido a cómo potencian las redes sociales las opiniones extremas.

Con unas elecciones inminentes, las investigaciones del Congreso destacando el amplio poder de Facebook y Google sobre lo que vemos y escuchamos, y tendencias a largo plazo en la polarización que apuntan a unos EEUU más fracturados que nunca, la pregunta de qué papel tienen estos gigantes mediáticos en nuestra división o unión ha adquirido más urgencia, dice Christopher Bail, profesor de Sociología en la Universidad de Duke, que estudia el impacto de las redes sociales en la polarización.

Foto: Donald Trump, en mayo. (EFE)

Si las redes sociales parecen especialmente exasperantes últimamente, es probable que sea tanto por la forma en que moldean nuestra percepción sobre lo que está pasando como por la realidad de los puntos de vista y el comportamiento de los estadounidenses.

También es posible que los medios altamente partidistas —algo que fue común en el nacimiento de EEUU, pero de lo que EEUU tuvo una tregua durante la era de los medios de difusión— sean una consecuencia inevitable del derecho fundamental estadounidense a la libertad de expresión. La tecnología solo magnifica esta consecuencia natural de la democracia. Uno de los desafíos de estudiar la polarización es cómo definirla.

Hay varios tipos. Uno, conocido como polarización afectiva, mide cuánta gente de un partido siente aversión por los miembros del partido contrario. Varios indicadores de polarización afectiva han mostrado que, durante los últimos 60 años, se ha vuelto mucho peor. Otro tipo, conocido como polarización ideológica, mide la distancia que hay entre los miembros de cada partido en todos los temas, como el aborto y la posesión de armas. Este tipo de polarización se ha mantenido relativamente estable en el tiempo, al contrario de lo que pueda pensarse.

En otras palabras, muchos estadounidenses se odian más que nunca, pero no discrepan entre ellos más de lo que solían.

La polarización efectiva mide cuánta gente de un partido siente aversión por los miembros del partido contrario. Es uno de los tipos

En su conjunto, la literatura sobre si las redes sociales nos polarizan no es concluyente, afirma el Dr. Bail, un hecho que Facebook ha señalado en sus respuestas pasadas a preguntas de ‘The Wall Street Journal’ sobre el papel del gigante tecnológico en la división de EEUU. Parte de la razón por la que es muy difícil aislar una sola influencia en la polarización de los estadounidenses, añade, es que hay muchas —desde la propia ordenación geográfica hasta cambios a largo plazo en la forma en que los partidos políticos se organizan—.

También es imposible realizar el tipo de experimentos necesarios para medir la contribución de solo una cosa, apunta: imaginemos desconectar Facebook en todo un país solamente para ver si eso reduce la polarización política.

Para intentar solucionar lo que está pasando, los investigadores están creando modelos matemáticos en los que tales experimentos se pueden desarrollar. Como todas las simulaciones, estos modelos están limitados por las asunciones que realizan sobre el mundo real, pero están generando una nueva ola de intuiciones e hipótesis comprobables sobre cómo nos afectan las redes sociales.

Foto: Imagen: Pablo López Learte

Uno de esos modelos, que acaba de ser publicado por investigadores de la Universidad Northwestern, incorpora descubrimientos recientes, y en cierta forma contradictorios, de politólogos. Un descubrimiento —de un estudio del Dr. Bail de 2018— es que cuando expones a la gente en las redes sociales reiteradamente a puntos de vista distintos al suyo, solo les hace volverse más intransigentes y refuerza el suyo propio, en vez de acercarles al otro lado. El estudio del Dr. Bail se llevó a cabo con usuarios estadounidenses de Twitter, pero otros estudios han empezado a replicarlo, añade.

En el pasado, los gigantes de las redes sociales han sido acusados de solo mostrarnos contenido que coincide con nuestros prejuicios, creando cámaras de eco o ‘burbujas de filtro’. La solución propuesta, preconizada por expertos de todo tipo, era cambiar los algoritmos de las redes sociales para que nos enseñaran más contenido de gente que no piensa igual que nosotros.

Según David Sabin-Miller y Daniel Abrams, creadores de este último modelo, exponernos a puntos de vista distintos al nuestro, en cualquier medio, puede ser de hecho parte del problema. El motivo es seguramente intuitivo para cualquiera que tenga la mala suerte de pasar una cantidad insana de tiempo en Facebook, Instagram, Twitter, YouTube o incluso en las noticias, algo que durante la pandemia sucedió más que nunca. Debido a que las redes sociales y la televisión tienden a destacar contenido con la mayor fuerza emocional —esto es, operan bajo el principio de que, si es escandaloso, es contagioso—, cuando nos exponemos a una visión diferente, a menudo consiste en una manifestación extrema, una que parece nociva a nivel personal.

Otros estudios han explorado cómo los partidos se han polarizado. Sugieren que se debe a que es más fácil acercarse al votante con medidas extremas

Sabin-Miller y Abrams, matemáticos, llaman a este efecto ‘repulsión’. Además del ‘empujón’ de ver repetidamente puntos de vista que refuerzan el propio, dentro de tus cámaras de eco ‘online’, la repulsión ofrece un ‘empujón’ lejos de puntos de vista contrarios, argumentan. Notablemente, esta repulsión parece ser una fuerza más importante, psicológicamente, que la atracción a nuestro propio lado de un debate.

Parece que los ciberdelincuentes en las redes sociales —como los agentes rusos que han estado activos con antelación a las elecciones de 2020, intentando dividir aún más a los estadounidenses— ya reconocen la repulsión como herramienta, indica Sabin-Miller. Estos ‘trols’ asumirán papeles en ambos lados de una división ideológica para hacer parecer ridículo a un bando del debate, mientras restan importancia a los extremismos del otro bando.

“Una de las razones por las que tenemos confianza en nuestro modelo es que las personas que intentan polarizarnos ya están haciendo lo que deberían hacer según nuestro modelo para ser plenamente eficaces”, añade.

Otro modelo de Vicky Chuqiao Yang, matemática aplicada del Santa Fe Institute, exploró un fenómeno que los politólogos ya habían descrito: la forma en que los partidos políticos se han polarizado más con el tiempo. Su modelo refuerza obras pasadas que sugieren que los partidos políticos apelan a sus integrantes más extremistas porque es más favorable estratégicamente que intentar acercarse a los ideológicos moderados, quienes a menudo saltan de un partido a otro.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters) Opinión
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Lo que sugieren modelos como este —y un surtido de otras investigaciones de otros sociólogos, politólogos y tecnólogos— es que mientras las redes sociales no son un motor directo de la polarización política en EEUU, la forma en que interactúan con muchos otros fenómenos podría implicar que tienen un poder muy grande para dividirnos, asegura la Dra. Yang.

Estas potenciales reacciones negativas merecen un estudio más profundo, declara el Dr. Bail, que advierte de que todavía son hipotéticas. Una de esas reacciones negativas, la forma en que las redes sociales manejan la elección de historias y su encuadre en las noticias, podría explicar cómo las redes polarizan indirectamente incluso a aquellos que no confían en internet como fuente primaria de noticias, como los estadounidenses de 65 años en adelante.

Las noticias de la televisión de pago iniciaron la fragmentación de los medios audiovisuales en burbujas de filtro ideológicas mucho antes de que apareciesen las redes sociales, según Lisa Napoli, autora del libro ‘Up All Night’, sobre el nacimiento de la CNN. Napoli también señala que el partidismo extremista fue un rasgo de los primeros periódicos en EEUU, que a menudo confiaban en el apoyo de los políticos a los que alababan, mientras arremetían contra sus oponentes.

Siempre que los estadounidenses tengan la libertad de elegir puntos de vista que apoyen su propia visión a la vez que los exponen a puntos de vista alternativos de modo que lleven principalmente a la repulsión, el resultado será la polarización que vemos hoy, apunta Sabin-Miller al menos, según este modelo—.

Facebook sigue prohibiendo el contenido provocativo o inexacto, pero la mayoría de su contenido sigue realmente intacto

Desgraciadamente, entender cómo las redes sociales y otros medios nos dividen no proporciona ninguna solución para las empresas que dirigen las plataformas de las redes sociales, dice el Dr. Abrams.

Facebook actualiza constantemente su normativa prohibiendo el contenido provocativo y las noticias que considera inexactas, pero un examen reciente del WSJ descubrió que la mayoría de su contenido sigue intacto, aunque implique una violación. Twitter y otras plataformas, mientras tanto, están adoptando lo que son (para las redes sociales, en cualquier caso) medidas radicales para intentar cambiar la velocidad a la que el contenido de cualquier tipo se vuelve viral, ralentizando los retuits. Queda por ver si dichas medidas funcionarán.

Para cada uno de nosotros como consumidores individuales de noticias, el cuento es ligeramente más esperanzador. “Solo esta idea de que las cosas cercanas son atractivas y las cosas lejanas repulsivas te puede dar un contexto”, dice Sabin-Miller. “Si yo solo veo cosas que son positivas para mi punto de vista y realmente descabelladas para el otro, tal vez debería buscar algo ligeramente más neutral”; añade. Según mi propio criterio, lo calificaría como un apoyo rotundo a evitar las redes sociales tanto como sea posible —sobre todo, justo antes y después de unas elecciones—.

Los estadounidenses están más polarizados que nunca —al menos, según algunos indicadores—.

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