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Del cielo al infierno: la nueva fiebre del petróleo en Texas llega a su fin
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Del cielo al infierno: la nueva fiebre del petróleo en Texas llega a su fin

Hace un año, la región pérmica denominada Permian Basin era uno de los mercados laborales más candentes de EEUU, alimentado por la fiebre del oro del 'fracking'. Hoy es un erial

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El desplome provocado por el nuevo coronavirus ha sido históricamente brutal. En cuestión de semanas, la demanda global de petróleo se redujo en más del 20% esta primavera, cuando la gente se quedó en casa y dejó de volar y conducir. El precio del petróleo se desplomó. La industria del 'fracking', que había llevado a la producción estadounidense a ser líder mundial con 13 millones de barriles al día, se replegó por completo. Y el yacimiento petrolífero 'más caliente', Permian Basin, prácticamente echó el cierre de la noche a la mañana.

El año pasado, 'The Wall Street Journal' cubrió el 'boom' en la región de Permian, entonces uno de los mercados laborales más candentes del país. En aquel momento, la construcción estaba en auge, los hoteles cobraban tarifas que competían con las de la ciudad de Nueva York, los peluqueros ganaban hasta 180.000 dólares al año y los colegios luchaban por afrontar los costes de vivienda asociados con la producción de petróleo.

De dueños de restaurantes hasta ganaderos, están luchando por sobrevivir a medida que las petrolíferas retroceden en la perforación

A finales del año pasado, ese frenesí se paró a medida que los inversores abandonaron el terreno del petróleo tras años de rendimientos decepcionantes.

Ahora, todo el mundo, desde dueños de restaurantes hasta ganaderos, está luchando por sobrevivir a medida que las petrolíferas retroceden en la perforación de nuevos pozos y cierran los ya existentes, que no son rentables con los precios actuales. A principios de mes, había solamente 125 máquinas extrayendo petróleo en Permian, aproximadamente un tercio de las que había a finales del año pasado, según Baker Hughes.

Esto es lo que pasa cuando estalla la burbuja del petróleo.

Colas en el banco de alimentos y restaurantes vacíos

Abe Guerrero ha estado recogiendo comida del West Texas Food Bank desde que fue cesado temporalmente hace dos meses como responsable de seguridad de una empresa de transportes de un yacimiento petrolífero.

La empresa cesó a todos menos a 20 de sus casi 200 conductores. En total, el desempleo en Permian Basin aumentó hasta el 13,4% en mayo, desde el 2,1% el año anterior, según la Comisión de la Fuerza Laboral de Texas.

El parque para autocaravanas donde Guerrero vive con un amigo ha reducido el alquiler de 580 dólares a 480 dólares al mes tras perder al 80% de sus residentes, pero dice que sigue contando con el banco de alimentos.

"Es una forma de vida diferente ahora", dice Guerrero, de 57 años, quien hace poco hizo cola para recibir alimentos en Odessa. "Es como un país tercermundista".

Foto: (Reuters)

El West Texas Food Bank ha repartido más de 400.000 kg de comida al mes desde marzo, incremento desde los 250.000 kg del año pasado, según la directora ejecutiva Libby Campbell. Dice que el 74% de los hogares que recogieron comida en abril nunca antes habían acudido al banco.

"Sabemos cómo enfrentarnos a huracanes, incendios, inundaciones", declara Campbell. "Para esto no hay un manual. Va a ser un camino largo, y no estamos ni por asomo cerca del final".

Pody's BBQ, un restaurante de Pecos que era un pilar para los perforadores cuando el petróleo estaba en auge, ha perdido el 30% de sus ventas. Empezó a perder clientes mucho antes del desplome, declara el dueño Israel Campos. La actividad de perforación ya se estaba ralentizando el año pasado cuando se empezó a acumular un exceso de oferta de crudo.

"Podíamos verlo venir", dice Campos. "Después estalló la pandemia y fue todavía peor".

Campos afirma que muchos de sus clientes ya no pueden permitirse ofertas más caras como costillas de ternera. Pody's ha cambiado su menú a la cocina mexicana y las hamburguesas, con precios más baratos.

Plataformas suspendidas

Matt Elliott se dio cuenta de que la producción estadounidense de petróleo estaba a punto de caer a principios de año, cuando empezó a ver máquinas de perforación inactivas en Pecos. Después en marzo, Arabia Saudí y Rusia iniciaron una guerra de precios sobre la cuota de mercado, empeorando la caída del petróleo por el coronavirus.

"En cuestión de semanas, era una industria completamente nueva", dice Elliott, de 32 años, director general de White Shark Energy, empresa de alquiler de material y servicios.

El trabajo en los yacimientos de petróleo se acabó, así que él y sus empleados se mantuvieron ocupados con el mantenimiento del equipo. Espera que el beneficio de su compañía se sitúe entre un 50% y un 70% por debajo del del año pasado.

Si hay algo positivo, es que el golpe puede dar a las ciudades como Pecos tiempo para construir las infraestructuras

Si hay algo positivo, es que el golpe puede dar a las ciudades como Pecos tiempo para construir las infraestructuras necesarias para asumir la afluencia de nuevos residentes y trabajadores temporales que atraía el 'boom' del petróleo, declara Elliott, original de Pecos.

La población de Pecos ha aumentado cerca de un 20% desde 2010 hasta 10.000 habitantes, según la Oficina del Censo de EEUU, y está en curso la construcción de un nuevo hospital de 115 millones de dólares y de un centro recreativo de 17 millones de dólares.

"Proporciona tiempo a nuestra comunidad para volver a ponerse en marcha y realizar los cambios necesarios", explica.

Sillas vacías en la peluquería

El año pasado, los peluqueros de Pete McGarity podían ganar 180.000 dólares al año cortando el pelo cerca de las zonas de perforación de Permian. Hoy, McGarity trabaja solo en la zona petrolífera y atiende a una fracción de los clientes.

"Hay pánico, tío, hay mucha gente que vive del petróleo por aquí", dice.

McGarity y un equipo de tres o cuatro peluqueros solían trabajar sin descanso en su peluquería móvil construida a medida durante el auge del petróleo. Ahora, los perforadores, que solían hacer cola fuera de su tráiler, prácticamente han desaparecido, afirma.

Ahora McGarity lleva la tienda él solo a ciudades olvidadas del Desierto de Chihuahua en las que faltan peluqueros, para compensar los clientes perdidos del petróleo. Ahí donde su equipo hacía hasta cien cortes al día, McGarity dice que ahora solo atiende a 20 clientes.

placeholder Planta petrolífera en Texas. (Reuters)
Planta petrolífera en Texas. (Reuters)

El cierre de Headlines, su peluquería física en Odessa, agravó el sufrimiento. Inicialmente cerrada por las medidas de cuarentena, no pudo reabrir hasta junio después de que un coche se estrellara contra la fachada de la tienda.

No ha tenido que despedir a ningún empleado por el momento, pero dice que solo podrá utilizar la mitad de las sillas para mantener la distancia de seguridad y le preocupa que los clientes no aparezcan.

Aun así, cree que su tienda sobrevivirá, ya que ha vivido varias caídas del petróleo desde que abrió su establecimiento en Odessa en 1998.

"Si nos basamos en la historia, el petróleo se recuperará", afirma. "Lo que me preocupa es el tiempo que tardará en hacerlo".

Estudiantes perdidos

En Fort Stockton, a menos de dos horas al suroeste de Midland, el distrito escolar local se había visto obligado a construir dúplex para los profesores, para convertir la remota región en algo asequible para quienes no trabajan en el petróleo.

Ahora bien, ha perdido el contacto con cerca del 10% de su alumnado desde el descanso de primavera, cuando el Lone Star State suspendió la enseñanza presencial por la amenaza del coronavirus. Normalmente, la cifra es menor al 1% en el distrito.

Los directores de Fort Stockton se imaginan que algunos de esos estudiantes se han mudado de forma permanente, en algunos casos porque sus padres han perdido sus trabajos en el yacimiento.

Foto: Cientos de aviones de diferentes aerolíneas internacionales permanecen estacionados en el aeropuerto de Teruel. (EFE)

"Independientemente de cómo sea nuestro curso escolar el año que viene, va a ser una puesta al día", dice Robyn Derington, que hasta hace poco era director de planes de estudio del Fort Stockton.

Mientras tanto, el distrito escolar espera que las viviendas de alquiler que está construyendo para profesores ayuden a atraer a posibles contrataciones a la recóndita ciudad. Texas no es una ciudad fácilmente asequible con sueldo de profesor y escasez de alquileres.

Pese al desplome, los precios de la vivienda todavía no han caído de forma significativa. El precio habitual de una vivienda en Midland en mayo era de unos 265.000 dólares, según Zillow.

"La gente está preguntando por ello, así que creo que es buena señal", declara el superintendente de la escuela Fort Stockton Ralph Traynham, añadiendo que espera que las primeras unidades estén listas este verano.

Los propietarios tienen miedo

El 'boom' impulsó una explosión de viviendas temporales para los trabajadores del yacimiento, muchos de los cuales no viven en la región. En Pecos, se ha abierto más de una docena de hoteles nuevos en la última década, dice Kurt Schlunegger, cuya familia es dueña de dos hoteles en la zona.

Ese repunte de la construcción hizo la crisis del petróleo de primavera todavía más dolorosa. La ocupación hotelera en Permian cayó hasta el 32% en abril, menos de la mitad de los niveles de hace un año y la tasa oficial más baja, según STR, empresa de datos de la industria hotelera.

"La gente estaba construyendo y abriendo hasta esto del covid", afirma Schlunegger, quien vio cómo la ocupación de sus propiedades descendió por debajo del 20% el fin de semana del 'Memorial Day'.

Cuando esa ayuda se acabe, esto va a hacer que el año 86 no sea nada. Va a ser un desastre

Es optimista sobre la recuperación, en parte porque ninguno de sus hoteles está hipotecado. Pero algunos competidores ya han cerrado, aclara.

Cerca de una hora y media hacia el este, en la ciudad de Monahans, los apartamentos, tráileres y parques de autocaravanas que Henry Cutbirth posee junto a su hermano estaban todavía al 60% de su capacidad a finales de junio. Pero a Cutbirth, de 68 años, le preocupa que la demanda pueda mermar cuando los programas de ayuda federal como el Programa de protección de pago se terminen, probablemente generando pérdidas de trabajo.

"Cuando esa ayuda se acabe, esto va a hacer que el año 86 no sea nada. Va a ser un desastre", dice Cutbirth, refiriéndose al último gran desplome del petróleo en Texas.

Steve Warren, electricista de 47 años que trabaja con equipos de perforación, vive en uno de los parques de autocaravanas de Cutbirth dos semanas al mes.

"Llegas y no hay casi nadie con quien poder hablar", dice. "Casi como una ciudad fantasma, estamos muy cerca".

Los ingresos pasivos se vuelven ecológicos

La familia de Paul Weatherby ha recibido regalías procedentes de la producción de petróleo en su finca cerca de Fort Stockton durante casi un siglo.

Esos cheques se han reducido a medida que los grandes productores, incluidos ExxonMobil y Diamondback Energy, han retirado las máquinas perforadoras de la finca de los Weatherby. Este, de más de 700 ha, tiene 11 pozos. Exxon y Diamondback habían planeado perforar al menos seis pozos más entre ambos, dice el señor Weatherby, pero han paralizado sus planes por el momento.

"Nos encanta recibir los ingresos pasivos", afirma Weatherby. "Los cheques por regalías de todo el mundo se han reducido o han desaparecido durante uno o dos meses, esa es la realidad".

Foto: (Reuters)

Pero la familia Weatherby, que confía colectivamente en que los pagos de cánones salgan adelante, tiene una nueva fuente de ingresos: la energía solar. Weatherby firmó en 2018 el alquiler durante 30 años de más de 200 ha a 7X Energy, que está construyendo el mayor campo solar en Texas, un proyecto de 602 megavatios en unas 800 ha. Alrededor de 300 trabajadores van a la finca todos los días para construir el proyecto.

Weatherby, ganadero y sheriff retirado, dice que la apuesta a largo plazo de su familia es el sol. A pesar de que los rendimientos iniciales no son tan lucrativos como un pozo petrolífero, un arrendamiento solar de 30 años es más fiable que lo que ve como una industria petrolera colapsada.

"No somos ingenieros, pero desde nuestra posición de campesinos, parece que tienen demasiada competencia", declara Weatherby sobre las petroleras. "Siempre que tienes un equipo perforando pozo tras pozo y Tom, Dick y Harry están perforando lo mismo, te pones nervioso".

El desplome provocado por el nuevo coronavirus ha sido históricamente brutal. En cuestión de semanas, la demanda global de petróleo se redujo en más del 20% esta primavera, cuando la gente se quedó en casa y dejó de volar y conducir. El precio del petróleo se desplomó. La industria del 'fracking', que había llevado a la producción estadounidense a ser líder mundial con 13 millones de barriles al día, se replegó por completo. Y el yacimiento petrolífero 'más caliente', Permian Basin, prácticamente echó el cierre de la noche a la mañana.

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