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La política migratoria de Trump amenaza a las universidades de EEUU

La Administración Trump exige a las universidades que mantengan algunas clases presenciales, o se arriesgarán a perder estudiantes internacionales rentables

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La nueva normativa de la Administración Trump sobre estudiantes extranjeros ha puesto a las universidades en un aprieto: impartir clases presenciales —propuesta que muchos han tildado de demasiado peligrosa— o arriesgarse a perder matrículas extranjeras.

Según la norma publicada el lunes por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, los estudiantes internacionales no podrán entrar ni quedarse en el país si sus universidades optan por impartir la totalidad de las clases de forma 'online' el semestre que viene.

Y en caso de que las instituciones que comiencen con clases presenciales en septiembre regresen a la enseñanza en remoto, si la pandemia del coronavirus empeora, los estudiantes internacionales tendrán que irse.

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"Esto conlleva un efecto desalentador para los estudiantes internacionales", dice Bernie Burrola, vicepresidente de Programas Internacionales de la Asociación de Universidades Públicas, que representa principalmente a estos centros. "Si eres estudiante internacional, ¿te subes a ese avión sin saber si podrás quedarte todo el semestre?".

La noticia ha pillado a las universidades por sorpresa, especialmente después de la actitud generosa que la Administración adoptó cuando las facultades empezaron a cerrar en primavera. Por aquel entonces, publicó inmediatamente directrices que permitían a los alumnos extranjeros que ya estaban en el campus permanecer en el país a pesar de que las clases pasasen a ser 'online'.

En general, los alumnos internacionales no pueden escoger más de una clase 'online' al semestre —una norma concebida para asegurarse de que los estudiantes no se matriculan en cursos extraños para mantener su estatus migratorio legal en EEUU—.

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Campus de la Universidad de Columbia, desierto. (Reuters)

Ken Cuccinelli, un alto cargo del Departamento de Seguridad Interior, defendió la decisión de su agencia en la CNN. "Sinceramente, no entiendo por qué un estudiante debería estar aquí si su universidad no está abierta", dijo Cuccinelli, añadiendo que esperaba que la nueva normativa alentara a más universidades a volver a abrir a cierta capacidad.

Ahora bien, las universidades están luchando por ajustar sus programas lectivos, que algunas ya han hecho públicos, y adaptarse a sus estudiantes internacionales. La Universidad de Texas, en El Paso, que había anunciado un plan para ofrecer un 'mix' de clases presenciales, híbridas y 'online', declaró el lunes por la tarde que trabajaría con cada uno de sus más de 1.400 alumnos internacionales "para que su horario lectivo cumpla con las normas federales" y puedan seguir avanzando en sus grados.

Perder a estudiantes internacionales implicaría perder ingresos fundamentales, ya que muchos pagan matrícula completa. Ese es un panorama preocupante, ya que las universidades se enfrentan a grandes recortes presupuestarios vinculados a la pandemia.

Foto: Guía para la vuelta al colegio: los cuatro escenarios que se plantea Madrid. (EFE)

Los estudiantes extranjeros representan más del 15% o el 20% del registro en algunas universidades, pero un porcentaje más alto de ingresos de matriculación. En medio de la incertidumbre sobre los alumnos internacionales, muchas universidades están volviéndose de forma más agresiva hacia el mercado nacional de estudiantes.

Miriam Linz, que empieza su último año en la Universidad de Columbia y es de Australia, dice que se sintió estancada esperando la decisión de la universidad de mantener clases presenciales o en línea en el semestre de otoño.

Columbia declaró el martes por la tarde que convocaría principalmente a estudiantes de primer y segundo año al campus en septiembre para poder ofrecer un mayor distanciamiento físico, y si en primavera seguía siendo necesaria una ocupación reducida, convocaría esencialmente a alumnos de tercer y cuarto curso. Casi todas las clases estarán disponibles 'online', y algunas también permitirán la enseñanza en persona.

El presidente de Columbia, Lee Bollinger, dijo que la universidad intentaría configurar clases híbridas para acoger a estudiantes internacionales. "Queremos que nuestros estudiantes internacionales puedan completar aquí sus estudios, en la medida de lo posible", afirmó.

placeholder Estudiantes mantienen la distancia de seguridad en Harvard. (Reuters)
Estudiantes mantienen la distancia de seguridad en Harvard. (Reuters)

Linz podría ir a Nueva York fácilmente si tiene algunas clases en modalidad presencial. Dice que no le entusiasma demasiado tener clases 'online', pero también le preocupa mantener su visa de estudiante, que le permitiría trabajar un año en EEUU después de graduarse.

"Solo tengo que esperar en un limbo, sin saber si debería comprar vuelos y solicitar una exención de viaje para salir de Australia, o si debería estar buscando trabajo en mi ciudad para tener una ocupación todos los días hasta que empiecen mis clases a las 10 de la noche [hora local]", dice Linz, estudiante de Informática de 22 años.

Antes de que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas publicara la nueva normativa, esperaba volver a Nueva York sin importar el formato que fuese a utilizar Columbia para impartir sus clases, para así poder al menos vivir en la residencia con sus amigas y participar en los clubes universitarios. A falta de solo un año de carrera, dice que no puede cambiarse fácilmente a otro programa.

Foto: El presidente estadounidense Donald Trump durante un mitín en Tulsa. (Reuters)

Si estuviera en primer o segundo curso, Linz dice que se cambiaría —y no a otra universidad estadounidense—. "Sin duda, abandonaría la universidad en la que estaba matriculada en EEUU, sin importarme lo increíble que fuera, por una mucho más asequible en Australia que probablemente fuera a ser presencial en el primer semestre", dice.

En un mensaje a la comunidad universitaria, Bollinger llamó a los estudiantes y a la facultad a "oponerse rotundamente" a las políticas migratorias que dijo estaban perjudicando a la universidad, incluida la normativa del lunes y una reciente restricción de ciertas visas de trabajo.

"Conocemos ya muy bien el objetivo destructivo e indefendible que mueve esas políticas, al igual que el daño resultante para las instituciones académicas nacionales", escribió. La nueva normativa ha creado un rompecabezas de decisiones para las universidades, que se enfrentan a desafíos únicos con cada una de sus poblaciones estudiantiles.

placeholder Test de coronavirus en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. (Reuters)
Test de coronavirus en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. (Reuters)

Muchos estudiantes internacionales optaron por quedarse en EEUU cuando las universidades cerraron en primavera. Muchos de ellos no han podido volver a casa por restricciones para viajar o por miedo a que la pandemia fuese peor en sus países de origen. Los que se fueron ahora no pueden volver por restricciones temporales de viaje que EEUU ha puesto a China, Brasil y la mayoría de Europa.

Otros, en especial nuevos alumnos, no llegarán a tiempo para el primer semestre, ya que los consulados estadounidenses en sus países de origen siguen cerrados y no pueden conseguir sus visas a tiempo.

Trasladar su expediente por completo a la modalidad 'online' en realidad beneficiaría a los estudiantes atrapados en el extranjero, pues podrían mantener su visa de estudiante mientras asisten a clase desde su país de origen. Si las universidades adoptan una modalidad lectiva híbrida, se esperaría que esos estudiantes acudieran físicamente a clase.

Foto: Donald Trump. (EFE)

En el año escolar 2018-2019, hubo cerca de 1,1 millones de estudiantes universitarios extranjeros en EEUU, incluidos los que estaban trabajando con su visa de estudiante después de graduarse. Cerca de un tercio procedía de China. Las universidades no tienen por qué saber cuáles de sus estudiantes se encuentran actualmente en suelo estadounidense.

Cai Markham, que empieza su último año en la Universidad de Princeton, volvió al Reino Unido cuando su universidad cerró en marzo. Había planeado volver —incluso solicitando un préstamo para cubrir un año de alquiler—, pero ahora teme no poder hacerlo bajo las continuas restricciones para viajar.

"La posibilidad de perderme mi último año sin haberme despedido de mis amigos es duro", dijo Markham. "Esperaba que a estas alturas tendría una idea más clara de cómo será mi próximo año, pero las cosas se han torcido".

La nueva normativa de la Administración Trump sobre estudiantes extranjeros ha puesto a las universidades en un aprieto: impartir clases presenciales —propuesta que muchos han tildado de demasiado peligrosa— o arriesgarse a perder matrículas extranjeras.

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