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Bienvenidos a la nueva guerra comercial

Los acuerdos que firmaron China y Estados Unidos ya son inalcanzables. Se acerca una nueva ristra de choques, pero con un escenario que esta vez es diferente

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Los inversores en Asia se despertaron el jueves con un sonido tan familiar como incomodo: Donald Trump lanzando bravuconadas sobre el comercio.

El presidente de Estados Unidos dijo el miércoles que está "observando de cerca" para ver si China está cumpliendo con sus compromisos de comprar grandes cantidades de bienes estadounidenses y afirmó que tendrá datos fiables en unas pocas semanas. Apenas unas horas antes, los datos de China mostraban un repunte en las exportaciones y una caída en las importaciones durante el mes de abril. Las llegadas de bienes desde EEUU caían un 3% en los primeros cuatro meses del año en comparación con el mismo periodo de 2019, según los datos de la administración de aduanas de China. Eso no es lo que quiere ver Trump.

El escenario es el propicio para otro periodo de tensiones comerciales. Pero el drama podría desarrollarse de un modo diferente esta vez.

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La agresiva retórica de la Administración Trump es parte de un esfuerzo más amplio para pintar China como el gran villano de cara a las elecciones presidenciales. Pero también representa un reconocimiento tácito de que la política comercial ha fallado. La guerra arancelaria de 2018 y 2019 dañó a China, pero no lo suficiente como para provocar cambios significativos en su estrategia mercantilista.

Una de las razones es que la divisa china cayó duramente. Pero otra, quizá la más importante, es que intentar presionar a la gran potencia comercial sin aliados a tu lado te conduce a la derrota. Las exportaciones chinas a EEUU bajaron casi 60.000 millones en 2019, según los datos del gigante asiático, pero las ventas al resto del mundo generaron 70.000 millones más porque el resto de países sí aprovecharon los productos producidos en China. A nivel general, las exportaciones generaron una ganancia del 0,5% en 2019. La fase 1 del tratado comercial presenta un problema similar: China puede tratar de comprar bienes estadounidenses de forma masiva, pero existe el riesgo de que eso suba el precio y dañe la demanda de productos norteamericanos en el resto del mundo. La llegada del coronavirus ha hecho que cumplir el acuerdo sea casi imposible.

placeholder Las delegaciones de EEUU y China, lideradas por Donald Trump y Xi Jinping, en una cumbre. (Reuters)
Las delegaciones de EEUU y China, lideradas por Donald Trump y Xi Jinping, en una cumbre. (Reuters)

Como resultado, no es sorprendente que Trump busque un acercamiento multilateral. Su secretario de Estado, Mike Pompeo, deslizó la semana pasada un posible intento de reestructurar las cadenas de suministros con la ayuda de países aliados como Japón, Australia, India, Corea del Sur o Vietnam. Reuters informó de que EEUU está tratando de aprobar una Red de Prosperidad Global (Global Prosperity Network) que incluya empresas de confianza e incluso a la sociedad civil. Francia o Australia ya han expresado sus profundas reservas sobre la gestión china del coronavirus y sobre la excesiva dependencia en los suministros procedentes de dicho país.

Los grandes beneficiados por este escenario son el resto de naciones de la zona Asia-Pacífico, que pueden encontrar un mejor lugar a ojos de China y de EEUU. El Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica (conocido como TPP11 por sus siglas en inglés), sucesor del Acuerdo Transpacífico, podría tomar más relevancia e incluso acoger a nuevos miembros. Fortalecer las cadenas de suministros en Asia sin la participación de China es una forma obvia de reducir los riesgos de la dependencia de Pekín sin provocar un enfrentamiento.

El precio de los bienes fabricados en China y su gigantesco mercado doméstico hacen que las empresas no vayan a dejar el país, pero la lógica de diversificar las cadenas de suministros es cada vez más inexorable. Más aranceles pueden ser inminentes o no, pero EEUU y otros países tienen la determinación de no volver a la situación de antes de la pandemia.

Los inversores en Asia se despertaron el jueves con un sonido tan familiar como incomodo: Donald Trump lanzando bravuconadas sobre el comercio.

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