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Revilla, Anasagasti y Feijóo: el 'plan' para rescatar la última sede del Gobierno vasco antes del exilio
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LA CASA ROSALES

Revilla, Anasagasti y Feijóo: el 'plan' para rescatar la última sede del Gobierno vasco antes del exilio

El inmueble, situado en Santander, está completamente abandonado. Anasagasti pide al ayuntamiento cántabro que no permita su destrucción y Revilla sugiere al PNV que recurra a Feijóo para que intermedie

Foto: Vista de la casa Rosales de Santander, última sede del Gobierno vasco antes del exilio. (PRC)
Vista de la casa Rosales de Santander, última sede del Gobierno vasco antes del exilio. (PRC)
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La hiedra se come la casa Rosales, en Santander. Las hojas no solo devoran la estructura del edificio, construido en 1933 por encargo de José Rosales, director entonces de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, también su memoria. El inmueble fue la última sede del Gobierno vasco y hogar del primer lehendakari, José Antonio Aguirre, antes de abandonar el país ante el avance de las tropas de Franco en 1937. El valor para el nacionalismo vasco es incuestionable e Iñaki Anasagasti y Miguel Ángel Revilla conspiran para conseguir que el Ayuntamiento de Santander, propietario del recinto, rehabilite la casona y pase a ser un espacio ligado a la memoria histórica. “O que se convierta en un hotel boutique, pero que no se destruya”, pide el exdiputado del PNV.

Las posibilidades de que el plan fructifique son escasas, al menos tal y como lo plantean Revilla y Anasagasti, pero ambos insisten en la necesidad de preservar el inmueble, situado en un espacio privilegiado, junto a la playa de Mataleñas. El expresidente de Cantabria ha sugerido a Anasagasti que el PNV “haga valer su fuerza” y pida directamente a Alberto Núñez Feijóo que intermedie ante el PP regional. “Sería una buena manera de que el PP y el PNV tiendan puentes y recuperen una relación que ahora no pasa por su mejor momento”, asegura Revilla a El Confidencial.

De momento, ni en Génova ni en el PP de Cantabria han oído hablar de la operación, según confirman fuentes populares, y en el Ayuntamiento de Santander censuran la intromisión de Revilla. “No tiene competencia alguna sobre este asunto, ni su intermediación es necesaria ni oportuna”, critican las voces consultadas. El Consistorio recuerda que el futuro uso del inmueble está ligado al Plan Especial del Hipódromo Bellavista y una vez se redacte este, la casa se rehabilitará. El PNV puntualiza que no ha mantenido en ningún momento ninguna conversación con Revilla a este respecto. Por su parte, la única gestión que el Gobierno vasco hizo ante el Consistorio fue infructuosa. El lehendakari, Iñigo Urkullu, se puso en contacto con la alcaldesa, Gema Igual, en 2022 para visitar el inmueble y abordar su futuro, pero fue en balde. “Nos indicó que tenía que hablarlo con los técnicos y todavía no hay una respuesta”, confirman fuentes del Ejecutivo vasco.

placeholder El 'lehendakari' José Antonio Aguirre y Juan de Ajuriaguerra, presidente del PNV en el exilio.
El 'lehendakari' José Antonio Aguirre y Juan de Ajuriaguerra, presidente del PNV en el exilio.

La casona ha vuelto ahora a la actualidad después de que Anasagasti revelase en su blog, publicado en Deia, una conversación con Revilla en la que este le muestra su disposición absoluta a hacer lo que esté en su mano para ayudarle en la empresa. “Nada me gustaría más que esa casa fuese una referencia para los vascos en recuerdo de esos tremendos días (casi dos meses) previos a la llegada de la dictadura”, trasladó Revilla al jeltzale. Anasagasti había vuelto a interesarse por la casa tras leer en la prensa local a finales de 2023 que el Ayuntamiento de Santander estaba a la espera de definir sus usos.

La huida de miles de vascos

“Ese lugar tiene un gran significado para los vascos. Cuando las tropas de Franco entraron en Euskadi, el Gobierno de Aguirre se vino aquí y desde la casona estuvieron organizando la huida de miles y miles de vascos en dirección Francia”, explica Revilla, en referencia al valor del inmueble para el PNV. El expresidente de Cantabria, consciente de que sin cargo su influencia ahora es bastante limitada, se embarcó en la operación en el momento en el que tuvo constancia del papel histórico del edificio. Anasagasti fue quien le habló por primera vez del mismo.

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Y el interés de Anasagasti por el inmueble, más allá de las siglas, nació por un asunto personal, según cuenta a El Confidencial. Santiago Aznar, consejero de Industria de aquel primer Gobierno vasco y abuelo de su mujer, se murió en el 79 sin haber vuelto, como era su deseo, a la casona en la que el lehendakari Aguirre y como él otros miembros de aquel Ejecutivo pasaron sus últimos días antes del exilio. “Y siempre he tenido esa pequeña espina”, rememora el histórico diputado del PNV. De ahí, que años más tarde, por un impulso, decidiese llamar a Revilla. Tras alguna gestión, el vasco pudo ver la casa Rosales en marzo de 2020, pocos días antes de que el covid paralizase el mundo.

En aquella visita, Anasagasti pudo comprobar como la hiedra envolvía por completo el inmueble y cómo el interior del mismo estaba completamente abandonado. Ahí nació el empeño del exdiputado, que alertó a Urkullu del estado de la casona, y de Revilla en recuperar el inmueble. “El Gobierno vasco podría comprar el inmueble, no creo que sea una cantidad extraordinaria. Se podría convertir en un museo, en una biblioteca o incluso en un hotel, pero que no se destruya. Es símbolo de esa relación histórica entre Santander, Bilbao y Vizcaya”, zanja el exdiputado.

La hiedra se come la casa Rosales, en Santander. Las hojas no solo devoran la estructura del edificio, construido en 1933 por encargo de José Rosales, director entonces de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, también su memoria. El inmueble fue la última sede del Gobierno vasco y hogar del primer lehendakari, José Antonio Aguirre, antes de abandonar el país ante el avance de las tropas de Franco en 1937. El valor para el nacionalismo vasco es incuestionable e Iñaki Anasagasti y Miguel Ángel Revilla conspiran para conseguir que el Ayuntamiento de Santander, propietario del recinto, rehabilite la casona y pase a ser un espacio ligado a la memoria histórica. “O que se convierta en un hotel boutique, pero que no se destruya”, pide el exdiputado del PNV.

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