La otra reconversión de Mondragón: formar a exguerrilleros de las FARC
Las firmas vascas LKS Next y Alecop lideran en Colombia un proyecto de "enorme impacto" para formar a excombatientes en el modelo cooperativista para lograr su reintegración socioeconómica
Carlos Barandiaran acaba de llegar de Colombia y ya está haciendo la maleta para regresar de nuevo al país. "Hay mucho trabajo por hacer allí", defiende. Como mínimo, por delante hay 30 meses de intensa labor para desarrollar "un proyecto de nación" que encierra un "enorme impacto". El enunciado habla por sí solo de la trascendencia de la iniciativa: consolidar el proceso de paz en Colombia a partir de la reinserción y la reincorporación social y económica de los exintegrantes de las FARC y sus familias. Y la vía práctica para lograr este objetivo que soporta el papel es el fortalecimiento del proyecto cooperativo, la promoción de iniciativas y proyectos de economía social sostenibles.
La UE ha confiado en la Corporación Mondragón, en su rol de referente mundial en el mundo del cooperativismo, para fortalecer el grupo cooperativo constituido por excombatientes de las FARC a raíz del acuerdo de paz suscrito a finales de 2016 (ECOMUN) y sus cooperativas de base desde un enfoque de desarrollo territorial participativo basado en la innovación social. Se trata, en esencia, de formar a los antiguos guerrilleros en el cooperativismo para posibilitar esa colectiva reincorporación económica y social en la que hicieron hincapié las FARC para alcanzar el acuerdo de paz.
"El reto es de una gran complicidad. Tenemos que desarrollar una actividad económica para generar entre 5.000 y 6.000 puestos de trabajo estables"
Este ambicioso proyecto europeo, avalado por el Gobierno de Colombia, lo lideran LKS Next y Alecop, que forman parte de la División de Consultoría e Ingeniería de la Corporación Mondragón, con la colaboración activa de Agirre Lehendakaria Center. El reto en el que están inmersos desde el pasado año es de "gran complejidad", ya que, como expone el corresponsable del proyecto, "tenemos que desarrollar una actividad económica para generar puestos de trabajo estables para los más de 5.000 exintegrantes de las FARC que en estos momentos están asociados al grupo cooperativo ECOMUN —vienen a suponer un tercio del total de excombatientes—", sin contar a sus familias. "Y la cifra de asociados va subiendo", destaca Barandiaran. De hecho, estima que "habrá que crear entre 5.000 y 6.000 puestos de trabajo estables" en un país donde el cooperativismo no está extendido.
Se puede decir que la vinculación entre los grandes actores implicados en el proyecto surgió de forma natural. LKS Netx llevaba desde 2017 trabajando en Colombia para intentar poner en marcha un proyecto piloto de desarrollo territorial "en el contexto del postconflicto, con un enfoque muy social, muy participativo", y la UE encontró sobre el terreno el agente deseado para "ordenar" la cooperativa creada por los exmiembros de los FARC ya que veía que "estaban perdidos" y ECOMUN "no evolucionaba adecuadamente". Había que acompañar a las cooperativas en su camino de creación potenciando sus cadenas de valor, la sostenibilidad económica y su carácter de transformación social.
La UE aporta 7,5 de los 9,5 millones de financiación del proyecto, que busca consolidar el proceso de paz con el fortalecimiento del cooperativismo
Pero hubo reservas iniciales. "Al principio teníamos dudas. No queríamos que de alguna forma se ligara el nombre de la Corporación Mondragón a un movimiento terrorista", admite Barandiaran. La tranquilidad llegó de la mano de las organizaciones que financian y soportan el proyecto, que está respaldado económicamente por el fondo fiduciario para Colombia de la UE, en el que participan 19 países, entre ellos España, Alemania, Francia, Reino Unido o Italia. Europa aporta 7,5 de los 9,5 millones de euros de financiación del proyecto, que también es apoyado por el Gobierno de Colombia con 1,1 millones de euros, la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo, ACEID (300.000 euros), o la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo Elankidetza (300.000 euros). Y más allá de la financiación, a esta tranquilidad también contribuyó la garantía de Europa de que su ámbito de actuación se limitaría al terreno socioeconómico sin cualquier atribución política. Para la UE es "muy importante" trasladar a Colombia la experiencia del País Vasco, la transformación vivida tras largos años del terrorismo de ETA, en apoyo al desarrollo de este país de América Latina. "Estamos trasladando la experiencia cooperativa de Mondragón pero también la experiencia de transformación del País Vasco en un proceso de conflicto, de cómo el País Vasco ha sido capaz de desarrollarse, desde ser un territorio en crisis y en conflicto a un territorio avanzado e igualitario", subraya el gerente adjunto de la UTE creada por LKS y Alecop para poner en marcha el proyecto.
Ya sobre el terreno, la primera tarea ha sido cambiar la mentalidad. Pasar de una mentalidad asistencialista a una emprendedora. Educar en cooperativismo y en negocio. "Les insistimos en que para que un movimiento cooperativo sea sostenible y tenga impacto allá donde está implantado necesita desarrollar negocio, porque si no hay negocio no hay nada que repartir. Insistimos mucho en este enfoque fundamentalmente emprendedor, de que no pueden depender de lo que les dé el Gobierno. Les hacemos ver que deben trabajar el concepto de negocio, de mercado, para asegurar la sostenibilidad de cada una de las cooperativas individuales. Les estamos metiendo eso constantemente en la cabeza", expone Barandiaran.
En otras palabras, "les estamos cambiando el orden" para dar relevancia al aspecto económico, ya que "tienen la parte social demasiado elevada". "En ocasiones hablan de trueque y esto no funciona. Tenemos que conseguir que las actividades económicas sean rentables y sostenibles porque, de lo contrario, no tienen futuro. Les insistimos en que deben asegurarse de que lo que implantan, sabiendo la dimensión que tiene, debe ser rentable y que además lo tienen que hacer hablando de igualdad, de salario digno, de un trabajo digno, de una gestión participativa… Estamos hablando con ellos de intercooperación económica para ayudar a cooperativas en mala situación, emprender en nuevos negocios... Pero eso tiene que se rentable, porque no pueden depender de terceros ni tener un sistema existencialista. Es un proyecto económico ante todo", apunta.
La piscicultura, el turismo y la cadena de valor de la agroindustria constituyen "los tres grandes nichos" de negocio detectados para el grupo cooperativo
Ahora bien, más allá de la teoría, ¿en qué ámbitos prácticos se pueden plasmar los conceptos del cooperativismo? La delegación vasca ha fijado tres actividades que "intuimos pueden tener futuro": la piscicultura, el turismo y la cadena de valor de la agroindustria. "Son los tres grandes nichos", resume Barandiaran. La gran apuesta es la piscicultura. "Puede ser un proyecto interesante de generación de flujo económico y de beneficios", apunta. De hecho, financiar esta actividad, por su potencialidad, es una de las patas sobre las que se sustenta el proyecto encaminado a conseguir la reincorporación social y económica de los excombatientes de las FARC. Así, se va a trabajar en el diseño, construcción y montaje de infraestructura productiva piscícola, desarrollar la estrategia de mercado y comercialización, y apoyar la comercialización de productos piscícolas.
Otro de los grandes focos de actuación está puesto en el turismo. "Colombia es un edén para quienes les gusta la naturaleza", subraya Barandiaran, "impresionado" por el "enorme potencial" que ofrecen las cascadas, los cañones de río o las "espectaculares zonas naturales" que permanecen sin explotar por estar situadas en otrora zonas de conflicto. Se trata de ampliar la oferta más allá del destino de playa de determinados paraísos turísticos en colaboración con los agentes locales y las instituciones para dotar al territorio de las infraestructuras necesarias —carreteras, hoteles…— para construir una red de destinos turísticos en las que ECOMUN pueda invertir y ejercer de líder. "Es una zona muy rica en turismo. Hay mucha vegetación, hay avistamiento de ballenas… Hay una oportunidad muy importante", remarca. Pero el pasado de violencia y el presente del narcotráfico en algunas zonas sigue siendo una pesada losa, aunque "el nivel de seguridad en general ha crecido muchísimo".
Barandiaran ha comprobado in situ que los ex combatientes son "emprendedores". De hecho, algunos han iniciado actividades económicas que están empezando a despegar de manera muy embrionaria. Así, se han detectado oportunidades en materia de catering, en el "incipiente" ámbito textil, la distribución, la generación de energía o incluso en la construcción y la ingeniería cooperativa —"van a necesitar mucha vivienda e infraestructura", detalla Barandiaran—. Pero, como insiste, hay que ordenar. "No se puede invertir en todo", señala. "Puede haber diferentes alternativas a las que hay que dar un orden lógico para que los financiadores se sientan más o menos cómodos. Es una visión profesional. Necesitan un empuje y una ayuda más profesional. Deben aprender a ordenar, a cómo estructurar la cadena valor, a cómo actuar para tener capacidad de negociación entre los distribuidores, a cómo generar sinergias para comprar más barato…", refleja.
Para poner en marcha sus negocios, los cooperativistas están recibiendo financiación internacional y del Gobierno de Colombia, que viene a dar entre 2.000 y 3.000 euros a cada persona que decide lanzarse a una aventura emprendedora. No es mucho capital y, por ello, el equipo vasco tiene que buscar diferentes fuentes de financiación. Aunque no es una tarea sencilla. La vía bancaria es "complicada" porque son cooperativas que no tienen cuenta de resultados, no tienen balance… por lo que es difícil que un banco aporte financiación con independencia de que pueda ver que el proyecto es viable o tiene visos de desarrollo. "Ahora es muy complicado asegurar una financiación a no ser que sea de la cooperación internacional o del propio gobierno, o del propio beneficio que genera la actividad económica", explica.
Pero aún hay camino por recorrer para llegar a los beneficios o la autosuficiencia. Además, hay actividades puestas en marcha que "necesariamente van a tener que desaparecer" por su escasa o nula rentabilidad. "Es importante distinguir entre proyectos económicos viables y actividades que no tienen viabilidad". Hay, por ejemplo, quien a nivel individual ha plantado piñas sin tener una instalación de despulpado o ha creado una pequeña plantación de aloe vera sin tener ningún cliente final en cartera. "Tenemos que ordenar las actividades", insiste nuevamente. En el otro lado de la balanza, hay actividades que están comenzando a surgir de forma incipiente. Así, "está empezando a funcionar alguna actividad relacionada con el tema del café". Incluso, la propia cooperativa se está constituyendo como comercializadora de productores locales de café, vendiendo además a grandes compañías. De hecho, la cooperativa está comenzando a incorporar a productores locales de café en su base social.
Y este es un gran paso. Porque uno de los grandes objetivos es que las cooperativas no estén constituidas únicamente por excombatientes dentro de la pretensión de implantar un proyecto de nación a todos sus efectos. Es más, la tercera gran pata de la iniciativa desarrollada por LKS Next y Alecop, junto al fortalecimiento del proyecto de ECOMUN y las cooperativas de base y el desarrollo de la piscicultura, es poner en marcha "una experiencia piloto de desarrollo territorial con un enfoque de innovación social, muy participativo que incida en el concepto de reparación". Porque no hay que olvidar que el conflicto en Colombia ha dejado muchas víctimas y desplazados a las que es necesario atender desde la óptica de la reparación por parte de las FARC. "El proyecto afecta muy directamente con los excombatientes, con el proyecto ECOMUN que es troncal para ellos en este proceso de reincorporación, pero su impacto es mucho mayor porque también tiene en cuenta a las víctimas, a los desplazados, atiende a esa ruralidad colombiana donde ha existido una desigualdad importante durante años", resalta.
Otro objetivo es poner en marcha una experiencia piloto de desarrollo territorial que incida en el concepto de reparación por parte de las FARC
El proyecto se está extendiendo. Existen 26 espacios temporales de capacitación y reincorporación (ETCR) surgidos del acuerdo de paz donde se están construyendo actividades económicas para "facilitar las condiciones para la reincorporación a la legalidad" de la comunidad relacionada con las FARC, si bien, dado que algunos excombatientes se están desplazando desde la perspectiva de desarrollar negocios socioeconómicos, se están creando nuevas áreas de reincorporación (NAR) que se aproximan en la actualidad a la cuarentena, y que reúnen a más de 2.000 personas en este proceso de reinserción. Todo este mapa no llega a todos los departamentos de Colombia —algunos siguen siendo territorios inaccesibles—, pero sí alcanza a un "numero elevado".
Se ha debatido "mucho" sobre los principios a seguir, y la apuesta pasa por la "libre adhesión". El primer paso es asegurar la reincorporación socioeconómica real y efectiva de los exintegrantes de las FARC y de sus familias, así como de las zonas más castigadas por el conflicto, pero el grupo cooperativo "está abierto a integrar a otras personas, ya sean víctimas, desplazados o personas de la comunidad". Esto es, que se convierta en "un movimiento social que tenga un impacto que actúe contra la desigualdad y genere un modelo equitativo de desarrollo". Es el planteamiento que "tienen en la cabeza". De hecho, ya están trabajando cooperativas en varios puntos del país porque hay diferentes niveles de desarrollo.
El primer paso es asegurar la reincorporación socioeconómica de los exintegrantes de las FARC, pero el grupo cooperativo está abierto a integrar a víctimas, desplazados o personas de la comunidad
Por ello, los 30 meses contemplados en el proyecto inicial se quedan cortos de antemano. "Esto va para largo", asevera. Oficialmente, el tiempo ha empezado a correr en enero, aunque el trabajo comenzó ya a principios del pasado año. "Por su envergadura hablamos de un proyecto de gran impacto", recalca su corresponsable para dar cuenta de su trascendencia. El proyecto acaba de dar sus primeros pasos y la previsión es contratar a gente local para su desarrollo. Igualmente, en los próximos meses se trasladarán a Colombia expertos en diferentes áreas de la Corporación Mondragón o del Gobierno vasco de cara a configurar las cadenas de valor, codiseñar las intervenciones junto a la población local o impulsar una metodología colaborativa.
"El objetivo del proyecto es la reconciliación, que se puedan llevar a cabo proyectos productivos que beneficien a los excombatientes de las FARC pero también que traigan desarrollo económico y desarrollo social a las comunidades aledañas", remarca al respecto Patricia Llombart, embajadora de la UE en Colombia. Ella formaba parte de la amplia representación diplomática que el pasado 13 de marzo participó en la presentación pública del proyecto en la NAR de Mutatá (Antioquía). Al acto acudió en representación del Gobierno vasco el secretario general de Derechos Humanos, Jonan Fernández, que defendió la participación del Ejecutivo de Vitoria en este proyecto por, entre otras razones, compartir Colombia y el País Vasco "una vivencia prácticamente simultánea, primero de violencia y división, y ahora de proceso de paz".
Colombia es el origen, pero la pretensión de los responsables vascos del proyecto es que la experiencia en este país sirva de "embrión" para poner en marcha en otros países con "dificultades", con "cierto nivel de desigualdad", un proceso de desarrollo territorial basado en la economía social con un enfoque participativo, desde la perspectiva de la innovación social, para impulsar "territorios igualitarios y participativos". Por lo pronto, según indica Barandiaran, ya hay "algunos países" que se han interesado por esta propuesta.
Carlos Barandiaran acaba de llegar de Colombia y ya está haciendo la maleta para regresar de nuevo al país. "Hay mucho trabajo por hacer allí", defiende. Como mínimo, por delante hay 30 meses de intensa labor para desarrollar "un proyecto de nación" que encierra un "enorme impacto". El enunciado habla por sí solo de la trascendencia de la iniciativa: consolidar el proceso de paz en Colombia a partir de la reinserción y la reincorporación social y económica de los exintegrantes de las FARC y sus familias. Y la vía práctica para lograr este objetivo que soporta el papel es el fortalecimiento del proyecto cooperativo, la promoción de iniciativas y proyectos de economía social sostenibles.
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