Ajardinar el skyline de Madrid o cómo hacer del cemento un elemento para la sostenibilidad
La contaminación y la falta de zonas verdes plantean el reto de cambiar el modelo de ciudad siguiendo ejemplos tan dispares como Nueva York, La Habana o El Cairo
Madrid es una de las capitales europeas con mayor masa arbórea urbana. Parques históricos, amplias zonas ajardinadas y muchos árboles en las calles. Variedad vegetal que oxigena el aire y baja la temperatura del ambiente en la época veraniega. Pero también es una ciudad que tiene muchos metros cuadrados de solares, fachadas, terrazas y azoteas llenas de cemento. Un modelo de ciudad, este último, que para Julián Briz Escribano, doctor Ingeniero Agrónomo y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, “no es viable porque cada vez hay más contaminación, por lo que debemos afrontar el reto del cambio”. Y en esa filosofía entran nuevas variables. Por ejemplo, barrios como Madrid Nuevo Norte ya se planifican con cánones arquitectónicos del futuro, pero el resto de la capital, según explica Briz “debe aprovechar lo que ya tenemos edificado, como terrazas, fachadas, áticos, zonas interiores… No es problema de espacio, sino de mentalización de los ciudadanos. Existen espacios que ‘enverdecer’ pero, por motivos culturales o desconocimiento, no los ponemos en marcha y es uno de los grandes retos”.
“‘Enverdecer’ las ciudades” como gran proyecto urbano de futuro, y advierte Briz “no es lo mismo que lavar su cara de verde con inauguraciones con plantas que duran tres semanas o con materiales sintéticos, de color verde, porque es un color de moda”. Hace falta mentalización y concienciación. Explica el catedrático emérito que “Madrid tiene un censo de azoteas que podrían ser productivas con huertos urbanos, como pasa en El Cairo o La Habana, donde existe un programa que abastece a las ciudades de casi el 40 por ciento de hortalizas”. Este podría ser un motivo económico, pero también está la vertiente social “porque en ciudades como Oslo y Ámsterdam estas zonas urbanas ajardinadas existen para hacer comunidad con los vecinos. Se trata de aprovechar unos espacios que nosotros los tenemos llenos de antenas de televisión, tendederos o cualquier cosa”.
El cambio también debe ser cultural, aunque muchas veces resulte complicado y de difícil ejecución. “En ciudades de Irán, existen los pasillos verdes en las azoteas, por donde la gente puede pasear por estas zonas ajardinadas, porque se considera un lugar público. En definitiva, hay muchos ejemplos y modalidades para poner en práctica proyectos novedosos”, pero hay que hacerlo. Otro hito de la transformación urbana verde está en Nueva York, donde se habilitó como un gran corredor vegetal un tramo elevado de una antigua linea ferroviaria. El High Line Park es, además, un gran atractivo turístico para la ciudad americana. Briz Escribano lamenta que en Madrid "se hayan destruido los pasos elevados de Atocha y Cuatro Caminos, mientras que en Nueva York tuvieron la idea de ajardinarlos. La infraestructura ya estaba, se ha utilizado y ha permitido revalorizar tremendamente el barrio neoyorkino”.
Se deben buscar fórmulas nuevas. “Hay que mentalizar a la población para que sean los propios vecinos los que hagan el mantenimiento de ciertas zonas verdes para que no sea un coste para el Ayuntamiento”. El intercambio parece sensato. Se facilita la infraestructura verde, que revaloriza el terreno a cambio de que quien se beneficia de ese mayor valor de la propiedad, lo mantenga. “En Ámsterdam, el Ayuntamiento entrega las plantas a los vecinos y les explica cómo realizar el mantenimiento. Parte de la ciudad se ha dividido por colores, según sean las plantas que entregan. Está el barrio rosa, el barrio azul… una iniciativa que también es un atractivo turístico”. Hay muchas ideas que se pueden poner en marcha, “como adoptar un alcorque”. Sin más. “Un vecino adopta un alcorque y se dedica a cuidarlo, a regarlo, sencillamente, porque no supone un gran esfuerzo. El problema es que no tenemos esa mentalidad. Madrid tiene muchos edificios diseñados con jardineras que luego la gente no utiliza”.
Madrid tiene grandes construcciones que ejemplifican las bondades de las cubiertas vegetales, como reflejan varios estudios realizados en la Escuela de Agrónomos. Cuando se planificó y ejecutó la obra de ampliación del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas se pensó en la eficiencia energética de las nuevas terminales. Cañones de luz natural, techo de bambú, orientación norte-sur para minimizar las horas de exposición solar en Madrid y una de las mayores cubiertas ajardinadas de Europa en el aparcamiento, para aislar la instalación del frío y del calor. Cubierta verde que también empleó el BBVA en la edificación de su ciudad financiera, uno de los proyectos europeos más importantes de arquitectura sostenible.
Según Briz, “estas cubiertas vegetales pueden reducir el calor de la radiación solar hasta en un 30 por ciento y también aisla del frío en invierno”, con lo que se minimiza el uso del aire acondicionado y calefacción. Mismo efecto que se obtiene en las fachadas ajardinadas. Quizá el ejemplo más conocido es el jardín vertical del Caixa Forum del Paseo del Prado. El próximo 12 de mayo se celebra el Día Europeo de las Infraestructuras Verdes, un paso más en la concienciación de la sociedad en la búsqueda de soluciones imaginativas, viables y de fácil ejecución para reverdecer nuestras ciudades.
Madrid es una de las capitales europeas con mayor masa arbórea urbana. Parques históricos, amplias zonas ajardinadas y muchos árboles en las calles. Variedad vegetal que oxigena el aire y baja la temperatura del ambiente en la época veraniega. Pero también es una ciudad que tiene muchos metros cuadrados de solares, fachadas, terrazas y azoteas llenas de cemento. Un modelo de ciudad, este último, que para Julián Briz Escribano, doctor Ingeniero Agrónomo y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, “no es viable porque cada vez hay más contaminación, por lo que debemos afrontar el reto del cambio”. Y en esa filosofía entran nuevas variables. Por ejemplo, barrios como Madrid Nuevo Norte ya se planifican con cánones arquitectónicos del futuro, pero el resto de la capital, según explica Briz “debe aprovechar lo que ya tenemos edificado, como terrazas, fachadas, áticos, zonas interiores… No es problema de espacio, sino de mentalización de los ciudadanos. Existen espacios que ‘enverdecer’ pero, por motivos culturales o desconocimiento, no los ponemos en marcha y es uno de los grandes retos”.