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30 (accidentados) años del Faro de Moncloa: un recorrido por su historia
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30 (accidentados) años del Faro de Moncloa: un recorrido por su historia

La España del 92 hizo parada en Madrid. Y dejó de recuerdo un mirador espectacular que ha tenido una vida muy agitada

Foto: Faro de Moncloa. (EFE/Paco Campos)
Faro de Moncloa. (EFE/Paco Campos)

Los Juegos Olímpicos de Barcelona. La Exposición Universal de Sevilla. Y la capitalidad europea de la Cultura para Madrid. Quizá usted no recuerde este tercer acontecimiento internacional de aquel 1992 en el que España estuvo en el punto de mira de medio planeta. Puede hacerlo cada vez que enfile la salida o la entrada de la capital a través de la A-6 o cuando se adentre en la Ciudad Universitaria. Entonces verá el faro de Salvador Pérez Arroyo que se construyó como emblema conmemorativo de aquella cita.

Un emblema polémico desde antes de construirse. La Comunidad, entonces en manos del socialista Joaquín Leguina, llevó el acuerdo municipal del Ayuntamiento de la coalición CDS-PP en 1990 a los tribunales. Durante las obras, se referían a ella como “pirulí”, queriendo hermanar este mirador con Torrespaña. Y es que la idea original era que funcionara como gran centro de comunicaciones. Pero se quedó en mirador.

placeholder Arco de la Victoria, al fondo a la derecha el Faro de Moncloa. (M.G.R.)
Arco de la Victoria, al fondo a la derecha el Faro de Moncloa. (M.G.R.)

“Más alto que la luna”, decía entonces El Mundo. “Madrid, a vista de pájaro”, titulaba ABC sobre una imagen del alcalde Álvarez del Manzano contemplando el mirador el día de su inauguración: 19 de febrero de 1992. La trayectoria de esta instalación fue accidentada desde esa primera jornada, intentada boicotear por unos conductores de la EMT en huelga. Para el mes de junio ya había sido visitado por 100.000 personas. El Mundo habla de “afluencias masivas” que provocan protestas de los que se quedan sin entrar y fuerzan al Ayuntamiento a prolongar a ampliar dos horas el horario de visitas.

Pero el repaso a la hemeroteca de la en ocasiones llamada “Linterna” de Moncloa (por su iluminación nocturna) deja un rosario de hechos accidentados. En marzo cayó una plancha desde 90 metros. En noviembre, once visitantes pasaron media hora encerrados en el ascensor a 60 metros de altura. El País publicó una airada carta al director de una persona que tuvo que bajar junto a su abuelo anciano toda la estructura por la escalera ante otro fallo del ascensor. En agosto de 1993, una tormenta tira cuatro planchas y el monumento permanece un mes cerrado. “Es de suponer que cualquier paseante del distrito de Moncloa quedaría igualmente curvado o laminado si una de las planchas se le cayera encima en el futuro. Porque parece ser que los arquitectos y aparejadores que firmaron y autorizaron el proyecto del Faro se equivocaron de tomillos. No es cosa mayor: hay miles y millones de tornillos en las ferreterías, ¿cómo saber cuáles son los adecuados para sujetar una plancha de acero a una torre de hormigón?”, se preguntaba Álvaro Pombo en El Mundo. El día de la reapertura tuvo que volver a cerrar por una avería.

placeholder El interior del faro de Moncloa. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El interior del faro de Moncloa. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

En 2005 llegó un cierre muy prolongado. El incendio del Winsord cambió los protocolos y el Faro no cumplía con los nuevos estándares, unido a inconvenientes como los calambres que daban sus pasamanos. La vuelta a la actividad se anunció para 2010. Se reformó con fondos del controvertido “Plan E”. Se anunció que tendría restaurante y terraza. Luego se pospuso a 2011. Pero tampoco. La prensa se hizo eco en 2012 de que la esperada reapertura está atascada. Hasta el 24 de abril de 2015. (A los tres días tuvo que cerrar por las goteras). Todavía le quedaba protagonizar un incendio en enero del año siguiente. Pero saltemos al presente.

El faro de hoy

Jueves, 17 de febrero. Subimos al faro de Moncloa casi 30 años después. El viaje en ascensor es una prueba de estrés contra el vértigo. La subida se hace eterna si se empiezan a repasar mentalmente algunos de aquellos episodios del 92 antes referidos. Lo que espera al salir es una visión espectacular de Madrid. Sí, la proyectada torre de comunicaciones quedó reducida a mirador. Pero qué mirador. La ciudad e incluso parte de la provincia en 360º.

Quizá el auge de las terrazas en las azoteas de determinados edificios señeros han podido amortiguar el impacto de unas vistas así. Pero, como dice Iván González, responsable de la instalación, gestionada por Madrid Destino (Ayuntamiento de Madrid) desde la reapertura definitiva, el panorama que ofrece el faro ofrece algunas particularidades difíciles de encontrar en las alturas del centro, como el contraste de ver a la vez muchas partes distintas de la capital. Se aprecia una ciudad más verde. Puede observarse cómo el núcleo urbano se desabrocha formando algo así como un semicírculo de ese color. Los emblemas del “skyline” comparten plano: las cinco torres, Puerta de Europa (las KIO), Torre Picasso, Torres Blancas, el “Pirulí” genuino, los rascacielos primigenios de la Gran Vía y la Plaza de España. La barandilla retroiluminada que sitúa cada hito va más allá y señala –aquí hay que afinar la vista- el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el Alto del León o la “Bola del Mundo” (Alto de las Guarramillas).

Este jueves se han acercado al Faro Samuel y Mauricio, dos estudiantes mexicanos hartos de ver la instalación cada vez que van a clase a la Universidad y que han decidido subir por primera vez. Están impresionados ante la visión de conjunto de la ciudad. Dictino lleva casi 50 años viviendo en Madrid. Aprovecha una revisión de su mujer en la Concepción para volver a subir y contemplar la ciudad desde los cuatro puntos cardinales. Elena y Rosa han venido con sus respectivos niños. Todos repiten. Han hecho una parada al salir del cole antes de empezar los deberes en casa. El pequeño Guille conoce el monumento porque sale en un cuento que le gusta, “El burro cazurro”. “Es un monumento poco conocido”, dice Elena, sevillana de origen, que suele traer a las visitas hasta aquí. “El atardecer es espectacular”.

Cuidado si planea visitarlo. Tiene que tener en cuenta el viento. El criterio es exigente –se siguió el patrón del Teleférico, nos dice Iván González- y a poco que sople se cierra la instalación. Google actualiza si está abierto o no al instante. Qué cosas. Inimaginables hace 30 años.

Los Juegos Olímpicos de Barcelona. La Exposición Universal de Sevilla. Y la capitalidad europea de la Cultura para Madrid. Quizá usted no recuerde este tercer acontecimiento internacional de aquel 1992 en el que España estuvo en el punto de mira de medio planeta. Puede hacerlo cada vez que enfile la salida o la entrada de la capital a través de la A-6 o cuando se adentre en la Ciudad Universitaria. Entonces verá el faro de Salvador Pérez Arroyo que se construyó como emblema conmemorativo de aquella cita.

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