Los madrileños que no aman a Ayuso: por qué dos pueblos han votado al PSOE

En Fuentidueña de Tajo no tenían demasiados motivos para votar en masa a Isabel Díaz Ayuso. El pueblo es la última frontera de la Comunidad de Madrid en la esquina sureste antes de adentrarse en Cuenca. En realidad, no es un problema particular con la candidata del PP y presidenta, sino con el Gobierno regional en general. En Fuentidueña hace años que se sienten abandonados por la capital: faltos de servicios médicos como ambulancias, faltos de bomberos, hasta faltos de Guardia Civil, que solo está disponible por las mañanas. Como muestra, un botón: del lado de Fuentidueña, todo son campos de cultivo rudimentarios alrededor del pueblo. Pero en cuanto se salta a Cuenca, comienzan a florecer naves industriales y explotaciones agrícolas.

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Esto explica por qué el eslogan de ‘vivir a la madrileña’ y las proclamas de libertad de Díaz Ayuso no han arraigado en Fuentidueña. Es verdad que no era fácil. Jamás en Fuentidueña ha ganado otro partido unas elecciones que el PSOE, ya sean municipales, autonómicas o nacionales. Con una sola excepción: Izquierda Unida fue el partido más votado en las generales de 2007.

Así que la resistencia de la izquierda no estaba en Vallecas, epicentro de la campaña por su componente romántico de distrito popular y combativo, ya que allí finalmente se ha impuesto el PP, sino en Fuentidueña de Tajo, un lugar rural y tranquilo que a Ángel Gabilondo ni se le pasó por la cabeza visitar. Resultado: 410 votos para el PSOE (34,05% del total) y 370 para el PP (30,73% del total). Es, junto a El Atazar, en la Sierra Norte, el único lugar en toda la Comunidad de Madrid donde el PP no ha sido la fuerza más votada.

“Es un motivo de mucho orgullo”, reacciona el alcalde, José Antonio Domínguez, en el cargo desde 2011. “La candidatura del PSOE ha dado muchos bandazos durante la campaña y se ha despegado de los problemas concretos de la gente, se ha dejado arrastrar y eso ha sido un error. Hay que estar a pie de calle siempre, hablar con la gente, visitar los pueblos, y eso por desgracia no ha ocurrido y lo hemos pagado. Me alegra que Fuentidueña sea esa pica roja en el mapa de la Comunidad de Madrid, pero no puedo estar contento, ayer me acosté muy disgustado”, reconoce.

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En las calles del municipio circulan hoy las cámaras de televisión para preguntar precisamente qué ha pasado, cómo ha resistido este pueblo los encantos de Díaz Ayuso. Y los vecinos confirman las sensaciones: el PSOE ha aguantado por los pelos porque este es su mayor bastión en la Comunidad de Madrid, aunque nunca la federación socialista se acuerde de él, y porque en Fuentidueña de Tajo la capital se siente muy lejana. También es un espaldarazo indirecto a la gestión del equipo de Gobierno municipal, que, como es tradición aquí, es del PSOE con mayoría absoluta: siete escaños sobre un total de nueve.

Las dos únicas picas rojas en el mapa de la Comunidad de Madrid están situadas en territorio de frontera con Castilla-La Mancha. Fuentidueña en el sureste y el pequeño pueblo de El Atazar en el noreste, tocando ya a Guadalajara. Lo de El Atazar es mucho más pintoresco que Fuentidueña, y también más sombrío: los vecinos han votado al PSOE por encima del PP como un aviso a navegantes a nivel interno, como señal de a quién apoyan unos y contra quién están los otros. Resultado: 22 votos para el PSOE (34,92%) y 18 para el PP (28,57%). En El Atazar hay 90 empadronados.

En El Atazar han votado al PSOE por encima del PP como una señal en clave local para expresar a quién apoyan unos y otros

En las elecciones de 2019, El Atazar vivió una situación insólita: se produjo un empate a votos entre PSOE y PP y hubo que decidir quién gobernaba lanzando una moneda al aire. Cayó del lado del PSOE, que se hizo así con un segundo concejal (el consistorio tiene solo tres) para dejar al PP en uno. Ese episodio fue la gota que colmó el vaso en un pueblo aislado y totalmente dividido política y socialmente. Desde entonces, los partidarios de uno y otro bando no se hablan y se evitan, con la extravagancia de que unos y otros se dividen entre los dos bares del pueblo, ubicados a una distancia de apenas 50 metros y que mantienen denuncias cruzadas.

El Atazar parece hacer honor al tópico de 'pueblo chico, infierno grande'. En la mañana de la resaca electoral, apenas nadie se asoma a las calles. Los dos bares están cerrados y no existen más comercios. Los pocos vecinos que se dejan ver pegan un brinco al ser cuestionados por la política.

“Aquí se ha votado pensando en el pueblo, para dejar claro a quién se apoya”, dice una vecina desde la ventana de su casa. Por supuesto, nada de fotografías ni de nombres. “Alguno habrá votado en clave autonómica, hay 10 empadronados nuevos y seguro que eso influye, pero lo que ha pasado aquí no tiene que ver ni con Ayuso ni con Gabilondo”, remata. Otra vecina confirma la alta tensión que se vive en estas calles solitarias, encaramadas a una ladera y separadas del resto del mundo por el embalse de El Atazar. “Aquí llevamos dos años de mucha tensión y la cosa no mejora. No son solo insultos, son amenazas y cosas muy graves. No puedo decir mucho más”, dice con media sonrisa antes de meterse de nuevo en su hogar. Otro vecino lanza un aviso preocupante: “Esto es Puerto Hurraco 2021, la gente del PP no ha aceptado que perdió esa moneda y están soltando mentiras y hay un ambiente muy malo. Y te lo digo yo que he votado a Vox y sus guerras me dan igual”, dice sin querer entrar en más detalle.

Si bien es imposible saber qué ha llevado a cada madrileño a votar a uno u otro partido, parece claro que las dos ‘aldeas galas’ que han preferido a Ángel Gabilondo por delante de Isabel Díaz Ayuso tenían razones que trascienden la campaña autonómica para decantar sus votos hacia uno u otro lado.