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Vuelve el acoso de los gorrillas a Chamberí: "La policía municipal ya no aparece"
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LOS VECINOS DENUNCIAN NUEVOS EPISODIOS

Vuelve el acoso de los gorrillas a Chamberí: "La policía municipal ya no aparece"

Los vecinos reconocen que han pasado meses tranquilos gracias a la presión policial, pero que desde hace semanas vuelven a vivir una situación "insoportable" en su barrio

Foto: Uno de los gorrillas, cambiando uno de los tiques en un coche junto al Hospital La Luz. (EC)
Uno de los gorrillas, cambiando uno de los tiques en un coche junto al Hospital La Luz. (EC)

Los vecinos del distrito madrileño de Chamberí vuelven a estar en pie de guerra contra los gorrillas que, aseguran, tienen 'tomadas' las calles del barrio desde Julián Romea, General Dávila y General Rodrigo a Guzmán el Bueno. Tras la fuerte campaña iniciada el pasado verano para frenar las coacciones que muchos inquilinos de la zona aseguraban sufrir día a día, el ayuntamiento reaccionó aumentando la presión policial para tratar de acabar con un fenómeno que iba en aumento. Los vecinos reconocen que han pasado meses tranquilos, "sobre todo al principio" —en referencia al otoño pasado—, cuando la continua presencia de la policía municipal y el control de papeles a los inmigrantes en la zona impedían la actividad de los gorrillas.

Con el inicio del año, los vecinos aseguran que bajó la presencia policial y el 'negocio' del aparcamiento volvió a funcionar poco a poco. "Controlaban los horarios en los que la policía aparecía más o menos e iban actuando en consecuencia", insisten a este diario. Desde hace unas semanas, los propietarios afirman que la presión de los agentes ha terminado casi por completo y su ausencia ha provocado que se repita el 'modus operandi' del pasado verano. "Es insoportable", afirman los vecinos, ante la "actividad mafiosa" de los gorrillas, que controlan "absolutamente todo" y "saben quién entra al trapo y quién no".

"Llevan un control de todo. Te bajas del coche y te piden a ti el dinero. Un euro, dos. Lo que sea. El acuerdo queda de la siguiente manera: si vienen los empleados del SER que controlan los tiques de cada vehículo, ellos mismos se acercan a los parquímetros y sacan el papelito para evitar la multa. El dinero restante se lo quedan", relatan los vecinos, que también aseguran que visitantes del Hospital La Luz utilizan el mismo método con los subsaharianos que manejan los huecos libres para aparcar. "Colaboran con ellos, les dan el dinero, los gorrillas anotan en una libreta la matrícula y les van renovando el tique". Ante la falta de apoyo por parte del consistorio que encabeza Manuela Carmena, algunos vecinos se han lanzado a hacer fotografías y vídeos de esta situación, como muestra uno de los publicados por este diario.

Precisamente en el pleno municipal del distrito al que el concejal del PP, Pedro Corral, llevó una proposición para alertar al consistorio de que debía solucionar el problema, algunos miembros de Ahora Madrid llegaron a tildar de "mentirosos" a los vecinos, insistiendo en que la situación no era como ellos la describían. En ese contexto, la situación para el vecindario ha empeorado. "Nos acusan de mentir, dicen que no nos creen y no hacen nada", explica otra vecina a este diario.

Según ha confirmado el grupo popular a este diario, volverán a llevar el asunto al próximo pleno previsto para finales de mes. Los vecinos confían en que de una vez por todas se ataje la situación, que, insisten, "ya es de hartazgo", hasta el punto de que la gran mayoría pide mantenerse en el anonimato porque afirman que el ambiente no es fácil en el barrio, y que los que denuncian la situación y se niegan a hacer el juego a los gorrillas obtienen represalias. O al menos entienden que es así, porque en los últimos días estos vehículos han amanecido manchados por "líquidos marrones", desconocen si "Coca-Cola, café o algo similar", exactamente igual que el pasado verano, cuando sus coches se despertaban algunas mañanas con rayajos en la chapa.

Foto: El vehículo de uno de los vecinos al que le rompieron un retrovisor. (EC)

Lo que los vecinos piden son medidas concretas por parte del ayuntamiento para acabar con una situación que incomoda a muchos. Piden una legislación que nunca llega. Como publicó este diario, se trata de una cuestión compleja, porque las autoridades se lavan las manos. La Policía Nacional no tiene competencias en este asunto, porque no está considerada como actividad de criminalidad organizada. Por eso, en las ciudades y núcleos urbanos, se deben ocupar los agentes de la Policía Municipal, entendiendo al mismo tiempo que sí hay indicios de criminalidad.

El problema es que no existe una regulación específica, como tampoco la hay para otros fenómenos en las ciudades como la venta ambulante. En el caso del aparcamiento, el consistorio afirmó tras aprobar una nueva ordenanza en 2014 que, al limitar el tiempo de estacionamiento de vehículos a dos horas para los no residentes en zona verde, y a cuatro en la azul, el problema de los gorrillas desaparecería. Y, por ahora, el único compromiso que este vecindario arrancó al Gobierno municipal fue el de aumentar la presión policial.

Lo hizo durante unos meses y funcionó. Pero en el momento en que esa presencia se redujo, los propietarios aseguran que la situación vuelve a ser la misma o incluso peor. Aseguran a este diario que no pueden depender de que la policía municipal esté a diario vigilando la zona solo por esa cuestión y que comprenden que los agentes deben ocuparse de otros asuntos. Por eso, insisten en que debe haber un cambio jurídico o una ordenanza más contundente contra esta práctica: "No vemos otra solución", zanjan.

Los vecinos del distrito madrileño de Chamberí vuelven a estar en pie de guerra contra los gorrillas que, aseguran, tienen 'tomadas' las calles del barrio desde Julián Romea, General Dávila y General Rodrigo a Guzmán el Bueno. Tras la fuerte campaña iniciada el pasado verano para frenar las coacciones que muchos inquilinos de la zona aseguraban sufrir día a día, el ayuntamiento reaccionó aumentando la presión policial para tratar de acabar con un fenómeno que iba en aumento. Los vecinos reconocen que han pasado meses tranquilos, "sobre todo al principio" —en referencia al otoño pasado—, cuando la continua presencia de la policía municipal y el control de papeles a los inmigrantes en la zona impedían la actividad de los gorrillas.

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