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Una niña en mitad del tráfico: los calzadistas avivan la guerra civil de la bici en Madrid
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CARRILISTAS Y CALZADISTAS DEFIENDEN SU MODELO

Una niña en mitad del tráfico: los calzadistas avivan la guerra civil de la bici en Madrid

Encendido debate entre los partidarios de la bicicleta acerca de cómo implantarla en Madrid: ¿segregar una vía o ralentizar el tráfico para que circulen entre los coches?

Foto: Un ciclista graba a su hija, de nueve años, circulando por la calle Bravo Murillo (YouTube)
Un ciclista graba a su hija, de nueve años, circulando por la calle Bravo Murillo (YouTube)

Lucía, una niña de once años, circula con su bicicleta de paseo por la calle Bravo Murillo, en Madrid. Lo hace al caer la tarde, a una de las horas con más tráfico de la ciudad. Avanza por el carril derecho, en dirección a Plaza de Castilla, mientras le adelantan coches y furgonetas a gran velocidad. El vídeo pone los pelos de punta a muchos ciudadanos, que lo consideran temerario, pero para su padre, Raúl Medrano, es una forma de demostrar que incluso un menor puede ir por la calzada en bicicleta tranquilamente: "La gente se asusta por el pánico social que existe a circular entre los coches, pero en realidad es mucho más seguro que ir por un carril bici, porque en una vía segregada cada giro es peligroso, ya que tienes que invadir otros carriles con coches. Circular por el centro del carril derecho, como le enseño a hacer a mi hija, no tiene riesgo, no existen casi accidentes porque un coche te alcance por detrás", dice.

Medrano, activista en la plataforma Madrid Ciclista, pertenece a una nueva raza de ciclista urbano: los calzadistas. A diferencia de los que apuestan por el carril bici —la mayoría de los ciudadanos que usan la bicicleta—, los calzadistas consideran que la creación de carriles segregados del tráfico motorizado no solo es peligroso, sino que menoscaba sus derechos: "La ordenanza de Madrid es una de las mejores que hay en España y permite a los ciclistas ocupar todo el carril. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a ir por una esquina, dejando el paso a los coches, que es lo peor, porque te adelantan dejando muy poco espacio", considera Medrano. Los calzadistas niegan la hegemonía del coche en la calzada y reivindican el uso compartido, sin segregación.

"El miedo a circular en ciudad viene, en muchas ocasiones, del ciclista deportivo. Este, cuando se va a la sierra, es normal que pase miedo, porque circula por el arcén y le adelantan los vehículos a velocidades de 90 y 100 km/h. Y luego están los casos de atropello en vías interurbanas, que generan aún más pánico, pero lo cierto es que esas condiciones no son las de Madrid. La gente tiene miedo a ir con un coche detrás cuando las estadísticas dicen que no pasa nada, que las posibilidades de que te atropellen por detrás son bajísimas; es un caso parecido a los que tienen miedo a volar y prefieren ir en coche, aunque las estadísticas digan los contrario", argumenta el calzadista.

Medrano no está solo. La plataforma En bici por Madrid, una de las que más influencia tiene en las decisiones del ayuntamiento en materia de movilidad, gira también en torno a postulados calzadistas. "No queremos que nos aparten a un carril de juguete, que ni siquiera cumple con la normativa de seguridad en materia de adelantamientos, porque eso implica aceptar un rol inferior para la bici con respecto a otros vehículos", dice el portavoz Miguel Sanperio. "Tenemos los mismos derechos que los conductores y pedimos una calzada pacificada porque lo vemos como una solución más a largo plazo. Apostamos por reducir la velocidad de los coches, eliminar plazas de aparcamiento, cerrar el centro de la ciudad... Madrid no tendrá espacio para la bicicleta si los coches lo siguen teniendo fácil, creemos que la única solución pasa por desincentivar su uso". "Allá donde se pueda ir en coche cómodamente, iremos en coche. La única opción es que no sea cómodo ir, ya sea por velocidad, aparcamiento, tasas de entrada o cualquier otra medida", remata.

"Son una secta"

Al otro lado del muro están los carrilistas, que tienen como modelo la red de carril bici de las ciudades de Holanda. Para ellos, habilitar caminos separados es una forma de fomentar el uso de la bicicleta haciendo que muchos pierdan el miedo a circular por Madrid. Para los calzadistas, una concesión a la industria del automóvil: "Nos echan a un lado de la carretera para molestar lo mínimo a los coches", afirma Medrano. "Un tráfico lento genera que los conductores se pasen a la bici, porque es más rápida y saludable. Un carril bici hace que los peatones se cojan la bici, porque circulan al lado y se ven más lentos, pero no hace que la gente deje el coche", continua Sanperio.

"Todo esto es ridículo. En Madrid los ciclistas tenemos un retraso tremendo con respecto a otras capitales europeas, prácticamente no tenemos nada, y nos dedicamos a criticar los dos carriles que han puesto", dice Pablo García, periodista y socio de la Plataforma Carril Bici en la Castellana, una iniciativa que ha conseguido 24.000 apoyos en Change.org en poco más de un mes y a la que avalan ilustres del ciclismo como Alberto Contador. "La idea surgió después de las navidades, en un grupo de WhastApp. Nos dimos cuenta de que un carril que hiciera de eje es clave, y que Castellana tiene espacio, porque cuenta con unos bulevares entre carriles que no se aprovechan demasiado", relata García, que en las próximas semanas le presentará la idea a Inés Sabanés, delegada de Movilidad del ayuntamiento: "El 80% del espacio de Castellana está ocupado por coches, no creo que estemos pidiendo tanto".

La petición de un carril tan ambicioso ha reavivado el debate tuitero entre calzadistas y carrilistas, especialmente cruento en Madrid, del que García se declara cansado: "Es un debate ridículo. Está claro que sin carriles bici no hay bicicletas, se puede ver en cualquier ciudad de Europa. ¿Pero tú te imaginas meterte en bicicleta por el Paseo de las Delicias? ¡Aquello es una autopista!". "En cuanto sale algo de carriles bici en Twitter, los calzadistas se echan en tromba, son una secta. Su único objetivo es atacar el carril bici, y para ello a veces hasta que inventan los datos. Y luego es que son cuatro gatos, pero hacen muchísimo ruido en redes sociales porque están sobrerrepresentados", dice el periodista carrilista. "Los llamados calzadistas son una secta de hombres que veneran la bicicleta como un tótem fálico. A ellos no les importa la brecha de género que hay en el ciclismo urbano, ni la gente que pueda considerar la bici como un mero transporte al trabajo. Quieren que no cambie nada para seguir siendo los únicos ciclistas de la ciudad", continua García. "De hecho creamos nuestra plataforma en parte por ellos, para debatir las ideas descerebradas en las redes sociales: queremos dejar claro que es necesario implantar carriles en las ciudades para crear una cultura de la bicicleta".

García explica que su cruzada contra el calzadismo está basada en su experiencia: "Durante un tiempo estuve yendo a trabajar con el mapa de Calles Tranquilas que distribuía el ayuntamiento (y elaborado por En bici por Madrid) y es verdad, son calles con poco tráfico por las que se puede circular bien en bicicleta. El problema es que tardé mucho más en llegar que cuando iba por las avenidas", dice el periodista. "Así que me convencí de que la única solución es crear vías para la bici, para generar una comunidad y al menos avanzar algo. Sin carril nunca va a haber bicis en Madrid. Lo que opine una secta de freeriders, sinceramente, me importa poco".

"¿Una secta?", dice el calzadista Sanperio entre risas, "no, lo que sucede es que se vende el carril bici como un paso intermedio hacia el futuro que todos los ciclistas queremos, pero es que en realidad no queremos el mismo futuro: nosotros queremos sacar coches de las calles y ellos repintar los carriles de la calzada". Su plataforma, asegura, ha ayudado a más de 500 ciudadanos "a circular sin miedo" por la ciudad, aunque ahora ha dejado de lado el activismo para centrarse en debatir sobre el modelo urbanístico de Madrid.

El modelo sevillano

Además de la aversión al coche, carrilistas y calzadistas madrileños tienen otro punto en común: Sevilla. Ambos bandos observan con atención la evolución de la capital andaluza desde emprendió un plan de apoyo a la bicicleta en 2007 que culminó con la creación de una red de carriles bici de 180 kilómetros, una de las más largas de Europa, y el incremento de los desplazamientos en bicicleta de los 13.000 del arranque a 72.000 cuatro años después. El cerebro del proyecto es Ricardo Marqués, catedrático en Electromagnetismo en la Universidad de Sevilla y presidente de la asamblea ciclista de Sevilla. Lo recuerda para este periódico: "Acudimos al Ayuntamiento con la propuesta y la aceptaron por completo, estuvieron en completa sintonía con el proyecto", dice Marqués.

"Nos basamos por completo en el modelo holandés, creando una red integrada con el transporte público, pero sin olvidarnos de adaptar los edificios a las bicicletas. En la Universidad de Sevilla, por ejemplo, hemos habilitado un 'parking' cubierto y te diría que la mayoría de los estudiantes llegan en bici. ¡Y no es cualquier cosa, que la Universidad somos 75.000 personas, el 10% de Sevilla!", sigue el catedrático.

placeholder Ricardo Marqués, presidente de la asamblea de ciclistas sevillanos.
Ricardo Marqués, presidente de la asamblea de ciclistas sevillanos.

La construcción de los carriles, que además incluyó un sistema público de alquiler de bicicletas, se desarrolló íntegramente durante la legislatura del socialista Sánchez Monteseirín. Esos cuatro años se creó una masa crítica ciclista —y este es uno de los puntos clave para los carrilistas— que defendió las infraestructuras cuando Zoido llegó a la alcaldía: "No puedo decir que el Partido Popular hiciese una política probici, pero sí que respetaron lo que estaba hecho. Eliminaron algún carril sin demasiada relevancia, porque los usuarios de la bici en Sevilla han ganado mucho peso". Según las estimaciones de Marqués, entre 20.000 y 30.000 personas circulan todos los días por los carriles de Sevilla. "Ha sido tal éxito que ahora Sevilla es un modelo de implantación de la bicicleta, reconocida en 2013 como la cuarta ciudad de Europa para moverse en bicicleta".

Y llega la gran pregunta: Marqués, para Madrid, ¿calzadista o carrilista? "Pues depende. Para el centro de la ciudad me parece bien que se reduzca la velocidad, como piden los calzadistas, pero en las grandes avenidas, donde los coches circulan muy rápido, hay que poner carriles. Así es como lo hemos hecho en Sevilla". Para el catedrático este es un debate menor que no debe empañar el conflicto de fondo: "El problema son los coches. En Sevilla, aunque intentamos coger espacio de las aceras para hacer los carriles, en algunas calles también se perdieron plazas de aparcamiento. Nos acusaron de eliminar 8.000 plazas y el debate llegó a ser muy tenso, pero el éxito del proyecto ha sido tal que ha eclipsado todas las críticas. Si no llegan a usarse los carriles nos matan a todos", concluye Marqués entre risas.

Lucía, una niña de once años, circula con su bicicleta de paseo por la calle Bravo Murillo, en Madrid. Lo hace al caer la tarde, a una de las horas con más tráfico de la ciudad. Avanza por el carril derecho, en dirección a Plaza de Castilla, mientras le adelantan coches y furgonetas a gran velocidad. El vídeo pone los pelos de punta a muchos ciudadanos, que lo consideran temerario, pero para su padre, Raúl Medrano, es una forma de demostrar que incluso un menor puede ir por la calzada en bicicleta tranquilamente: "La gente se asusta por el pánico social que existe a circular entre los coches, pero en realidad es mucho más seguro que ir por un carril bici, porque en una vía segregada cada giro es peligroso, ya que tienes que invadir otros carriles con coches. Circular por el centro del carril derecho, como le enseño a hacer a mi hija, no tiene riesgo, no existen casi accidentes porque un coche te alcance por detrás", dice.

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