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La madre coraje del pesquero Loreto: "Libia es inseguro; el barco es un trocito de España"
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pide que el barco vuelva a españa con el pasaje

La madre coraje del pesquero Loreto: "Libia es inseguro; el barco es un trocito de España"

Pepi Irles, la armadora del Nuestra Madre Loreto y madre del patrón Pascual Durá, aguarda en tierra el regreso del pesquero a su país con la tripulación y los inmigrantes. Es el cuarto rescate familiar

Foto: Pepi Irles, armadora del Nuestra Madre Loreto, y miembro de la Cofradía de Pescadores del Loreto
Pepi Irles, armadora del Nuestra Madre Loreto, y miembro de la Cofradía de Pescadores del Loreto

A sus 49 años, Pepi Irles ha escuchado en casa casi todas las historias que puede ofrecer el mar. Armadora del Nuestra Madre Loreto, como antes del Francisco y Catalina, es hija, nieta, esposa y madre de marineros y pescadores. Desde su oficina de Santa Pola controla el papeleo, la logística, los contratos de la marinería o la relación con los proveedores de la empresa familiar de la que viven gracias a la pesca en el Mediterráneo. Autodidacta e inquieta, una de sus últimas gestiones ha sido contratar un camión refrigerado para llenarlo con "víveres, latiguillos, filtros, aceite de motor, carnaza o patatas", ponerlo en marcha y mandarlo con destino a un puerto de Sicilia con la esperanza de que para dentro unos días se haya resuelto la crisis que tiene a su hijo Pascual Durà, su tripulación y doce inmigrantes rescatados en alta mar frente a las costas de Libia.

A Libia no se pueden acercar porque no es seguro ni para los emigrantes ni para la tripulación

Si todo va bien, el camión intercambiará su mercancía por la carga de quisquilla y pescado de Nuestra Madre Loreto, regresará a Santa Pola y podrá cumplir con los plazos de entrega pactados con la gran superficie y los restaurantes con los que tiene acordada la venta. Es el día a día de la embarcación que recogió a doce inmigrantes que saltaron al mar la noche del pasado 22 de noviembre huyendo de una patrullera de guardacostas libios. Cada 45 jornadas toma un puerto y da el relevo a una parte de la tripulación, que vuelve a casa con un billete de avión pagado por Pesquería Madre Loreto, la sociedad de los Irles-Durà, en la que se ganan el salario casi una veintena de personas, la mayoría como fijos discontínuos. Pascual Durà y su padre José se turnan cada tres meses al frente del timón, como patrones que son. El barco apenas regresa a casa una vez al año en Navidad o cuando tiene que quedarse en varadero para superar las inspecciones y las revisiones que marca la legislación.

placeholder A bordo del Nuestra Madre Loreto. (Open Arms)
A bordo del Nuestra Madre Loreto. (Open Arms)

Ese era el plan esta vez. Faenar hasta el 21 o 22 de diciembre haciendo escalas para descargar en distintos puertos y regresar a casa para pasar las fiestas. Hasta que Pascual Durà, por temor a que las hélices pudieran absorber a alguno de los migrantes que se habían arrojado al agua desde su lancha neumática, paró los motores del barco y se decidió a subir a bordo a los náufragos "porque lo dice la ley del mar y por una razón moral. Es lo mismo que me hubiera gustado a mí si me hubiera pasado", relata sin ningún tipo de arrepentimiento.

"La realidad es justo lo que se ve. Una patrullero ha dejado a los que estaban en el agua y se larga. Le llamas por radio, le lanzas luces, y como buena gente que eres tienes que recogerlos. Son náufragos. Las imágenes hablan por ellas solas", relata Pepi Irles a El Confidencial a partir de los vídeos difundidos por medios libios con los que tratan de excusar la gestión de sus guardacostas cargando responsabilidad sobre el pesquero español. "Qué sangre más fría ir detrás de ellos y con el móvil grabándolo", se queja la madre del patrón de Santa Pola sobre los guardacostas. "Tenía los motores parados. Los inmigrantes estaban siendo perseguidos por la lancha, vieron una luz y se tiraron a esa luz, que era nuestro barco, como a un hierro caliente".

No puedes girar la cabeza atrás porque si no no tendríamos corazón

A partir de ahí, a esta familia de pescadores nadie tiene que explicarles lo que es la gestión de una crisis con inmigrantes a bordo. En junio 2006, su barco Francisco y Catalina recogió a 51 migrantes de una patera naufragada también en aguas entre Libia, Malta e Italia. Las autoridades maltesas, tras muchas resistencias y negativas, aceptaron hacerse cargo de los migrantes y la aventura fue recogida por Manuel Menchón en el documental Malta Radio, estrenado en 2009. Un relato de solidaridad en alta mar.

Un año después de aquel primer rescate, en julio de 2007, Nuestra Madre Loreto tuvo que auxiliar otra lancha con 26 personas. Uno de ellos murió en la bodega y su cadáver navegó en la bodega con el medio centenar de personas apretadas en la embarcación hasta que varios días después Trípoli accedió a darles muelle. El pasaje quedó desolado al comprobar que regresaba al ligar del que huían y durante el desembarco se produjeron momentos de tensión y lágrimas. Muchas lágrimas. Lo mismo ocurrió apenas unos meses después con el rescate de otras cuatro personas en alta mar frente a Libia.

"Aquella vez lo pasamos mal. Pero ahora lo vivo como también como madre y se sufre el triple", relata Pepi Irles. Ella lo tiene claro, el atraque en Libia, como está negociando el Gobierno, es imposible y peligroso. "A Libia no se pueden acercar porque no es seguro ni para los emigrantes ni para la tripulación. Todo es muy distinto a como era en aquellos años", relata recordando que el país está en guerra. Ya entonces, regresar al punto de partida de los emigrantes rescatados no era recomendable. En 2008, otro pesquero español, el Clot d’Illot, sufrió un amago de motín cuando los náufragos amenazaron con quemar el barco "nerviosos y agresivos", según relató su patrón, José Ruso.

Pero la madre coraje del Loreto añade otro argumento solidario, acorde con los valores familiares aprendidos durante años en el mar. "Sabemos todos cómo están estas personas. Cuando los ves a través del cristal puedes no solidarizarte. Pero nosotros lo vivimos de cerca y es una pena lo que está pasando en esos países. No me imagino vivir en un país con hambre y guerra. Es una pena. Comprendo que hay países que estén saturados de inmigración y que están cansados pero hay que ser un poco solidario. No puedes girar la cabeza atrás porque si no no tendríamos corazón".

Por esto Pepi Irles, como su hijo Francisco Durá, que apenas ha recibido estos días la asistencia y el avituallamiento del barco de la ONG Open Arms, cree que el único destino del Loreto y todo su pasaje es regresar a su país. "España debe decirle al barco que se venga para acá, somos españoles y donde esté el barco es un pedazo de España. Es un pedacito de españa en el Mediterráneo. Y no es verdad que esté en aguas libias, está en aguas internacionales", afirma. "Que manden una fragata de las que están por la zona o un avión".

Lo dice alguien que se está jugando la campaña de Navidad y que prefiere anteponer el bienestar del pasaje a obedecer las órdenes de Salvamento Marítimo de atracare en puerto libio. Los que los vemos por la televisión no nos jugamos nada.

A sus 49 años, Pepi Irles ha escuchado en casa casi todas las historias que puede ofrecer el mar. Armadora del Nuestra Madre Loreto, como antes del Francisco y Catalina, es hija, nieta, esposa y madre de marineros y pescadores. Desde su oficina de Santa Pola controla el papeleo, la logística, los contratos de la marinería o la relación con los proveedores de la empresa familiar de la que viven gracias a la pesca en el Mediterráneo. Autodidacta e inquieta, una de sus últimas gestiones ha sido contratar un camión refrigerado para llenarlo con "víveres, latiguillos, filtros, aceite de motor, carnaza o patatas", ponerlo en marcha y mandarlo con destino a un puerto de Sicilia con la esperanza de que para dentro unos días se haya resuelto la crisis que tiene a su hijo Pascual Durà, su tripulación y doce inmigrantes rescatados en alta mar frente a las costas de Libia.

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