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Victoria Álvarez abandona Cataluña: la exnovia de Jordi Pujol Jr tira la toalla en medio de fuertes presiones

El 2 de febrero iniciará una nueva vida, cuando se espera un juicio inminente sobre la familia Pujol Ferrusola: "Me voy con mucha tristeza"

Foto: La expareja de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez. (EFE/Quique García)
La expareja de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez. (EFE/Quique García)

Victoria Álvarez se va de Cataluña. Se trata de la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola que en 2012 decidió contar a un juez algunos de los trapicheos de la que entonces era la familia más poderosa de Cataluña. A partir de sus declaraciones, se descubrió un imperio oculto en paraísos fiscales y que la moral de la familia que había regido la comunidad durante más de dos décadas dejaba mucho que desear. Gracias a ella se supo que los miembros de la familia tenían una red de empresas pantalla fuera de España: en Andorra, en México, en Argentina, en Gran Bretaña, en la isla de Man… Y que movían el dinero en sacos llenos de billetes de 500 euros. Y que operaban millones y millones de euros por un cúmulo de paraísos fiscales mientras la matriarca, Marta Ferrusola, aseguraba en el Parlament que "no tenim ni cinc" ("no tenemos ni un céntimo").

Tras la declaración de Álvarez, a punto de desvelarse sus cuentas secretas en Andorra, llegaron la confesión coral de la familia, la investigación judicial y un acoso permanente contra la denunciante, que continúa hoy en día. Victoria Álvarez, a la que intentan implicar aún en turbias negociaciones (falsas), tira la toalla y se va de Cataluña a un lugar al que no lleguen los ecos de un independentismo exacerbado que le ha hecho la vida imposible los últimos años. El 2 de febrero comenzará una nueva vida lejos de tierras catalanas, "donde los ecos mediáticos y los vaivenes de la política no me puedan afectar", dice, prefiriendo mantener oculto el lugar de su destino.

Cuando suenan ecos que sitúan el juicio a los Pujol para este año, en la prensa amiga del régimen comienzan a producirse filtraciones interesadas en las que se cuentan medias verdades e incluso mentiras directas, entre ellas, que cobra un sueldo de fondos reservados o que fue informante de una fantasmagórica operación Cataluña, el nombre en clave de una campaña independentista para criminalizar al Estado español y victimizar al independentismo. Nada más lejos de la verdad. "Tuve escolta durante un tiempo limitado y gocé de la protección de la policía hasta que Pedro Sánchez llegó al poder y me quitó esa protección", denuncia. Y reconoce que durante un tiempo habló con el comisario José Manuel Villarejo, aunque no sabía quién era, puesto que se le había presentado como periodista y con nombre falso.

Esa circunstancia ha dado munición a sus detractores. Las labores de intoxicación de algunos despachos de detectives contratados para la ocasión preparan el terreno para, cuando llegue el juicio a los Pujol, presentar el caso como una operación de Estado contra una familia modelo. Se trata de intentar desacreditar ante la opinión pública a la mujer que tuvo la osadía de enfrentarse al mayor poder fáctico de Cataluña, al mayor clan en la acepción más amplia de la palabra. Y ello pese a que nunca entró en ningún circo mediático, como le llegaron a proponer en multitud de ocasiones. Además, sus versiones de los hechos, que no variaron nunca, fueron confirmadas por las investigaciones posteriores. Jamás la pillaron en un renuncio.

Boicot laboral

Eso a un sector del independentismo le tiene sin cuidado: episodios de animadversión contra su persona se llevan produciendo desde hace más de una década. Cuando trascendió que ella había declarado en la Audiencia Nacional, en diciembre de 2012, todo lo que sabía de los Pujol (y que luego fue certificado con pruebas), comenzó un duro e incesante acoso contra la denunciante. En los foros independentistas le dedicaron todo tipo de epítetos, algunos impublicables, cuando ella era solo una empresaria emprendedora.

Hay un detalle que parece insignificante, pero que demuestra la esencia de las campañas en su contra: se la ha tachado de amante, de querida, de la otra de Jordi Pujol Ferrusola. En realidad, fue su novia durante un periodo de casi cuatro años. Ni querida ni amante: novia con todas las de la ley, puesto que el primogénito de los Pujol estaba ya separado de su esposa oficial. El independentismo trató de hundir la reputación de Álvarez calificándola de todo menos de novia. Hubo amenazas más o menos veladas, insultos, provocaciones, linchamientos mediáticos y situaciones muy desagradables. En ese vía crucis, (casi) todos la abandonaron.

Foto: Victoria Álvarez. (EFE)

"Intenté hablar con políticos de todo signo, desde la extrema izquierda a la extrema derecha. Uno me dijo que me olvidase de que echasen una mano. Pedí a todos, desde Podemos hasta Vox, ayuda ante la presión que ejercían sobre mí para que me ayudasen a denunciar los hechos. Pero parece ser que contra la corrupción nadie quiere saber nada y solo se recurre al insulto fácil", explica Victoria a El Confidencial. El cerco en contra suyo continúa en la actualidad.

Durante años, tanto su vida como sus allegados fueron examinados con lupa. "A uno de mis amigos que fue a comprar un coche, se presentaron en el concesionario inmediatamente después dos señores que se identificaron como miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y preguntaron por el hombre que acababa de salir. Y así en muchas ocasiones. ¡Y eso con el PP en el poder! También iba a dos programas de televisión y hubo presiones para que me echaran. No querían que viniera. En Espejo público, mi mayor defensor era Albert Castillón, y lo echaron. Pero hay que entender que Susanna Griso era muy amiga de Josep Pujol", explica Álvarez.

El acoso se le hizo casi insoportable. Todavía en fechas recientes siguen pasando ciclistas (con casco adornado con la bandera estelada) cerca de su casa: se paran, la insultan a grito pelado con epítetos desagradables y continúan su pedaleo por la montaña. Es una anécdota que ilustra el modus operandi de un sector que no admite la disidencia ni lo que considera una traición a los suyos.

Foto: María Victoria Álvarez habla de Jordi Pujol Jr a Sánchez Camacho (EFE)

Pero lo peor fue el aislamiento empresarial al que la abocaron. "No puedo trabajar en nada. Al saber quién soy yo, me han llegado a colgar el teléfono. Cuando negociaba operaciones, se cerraban al saber que había denunciado a los Pujol. Algunos, de grandes compañías o corporaciones, me han comentado que les llegaban consignas como que nadie trabajara conmigo, que yo era un problema. Un banco llegó a negarse a abrirme una cuenta corriente por el mero hecho de ir a mi nombre. Debido a este cerco social, pasé épocas muy duras que ahora quiero dejar atrás", añade Victoria Álvarez.

Amenazas por escrito

"Amenazas por escrito he tenido todas. En el buzón me encontré en muchas ocasiones notas advirtiéndome de que calle. En esas notas, detallaban cosas muy concretas de lo que hacía o de mi vida. En una, por ejemplo, explicaban con el detalle de las horas y los minutos todo lo que había hecho el día anterior. O me comentaban conversaciones telefónicas que había tenido. Estoy hablando de no hace mucho. Eso quiere decir que escuchan mis conversaciones, porque luego algunas de esas informaciones que solo se podrían saber si me tienen pinchada aparecían filtradas a determinados medios", denuncia Álvarez.

Foto: Ferrusola, junto a su marido, Jordi Pujol. (EFE)

No olvida que el acoso llegó a límites más desagradables, hasta el punto de que su casa en la falda del Tibidabo fue asaltada. "Aprovechando un día que abandoné la casa media hora, entraron y se llevaron exclusivamente el teléfono móvil y el portátil. No es un robo al uso, porque no tocaron nada más y había cosas valiosas que se podrían haber llevado. Los aparatos nunca aparecieron… Hasta las instituciones me traicionaron, porque la documentación que entregué en la Oficina Antifraude hace años apareció inmediatamente en la mesa de Jordi Pujol Ferrusola, a quien se la entregaron en el bar El Gato Rosa, de la calle Muntaner".

También denuncia que en programas y emisoras catalanas "se burlaban, y continúan haciéndolo, de mí con cosas absurdas. Ha habido, y todavía hay, una serie de campañas profundas para desacreditarme, en una caza al denunciante de la corrupción como no se ha visto nunca".

Todo este acoso ha hecho mella en Victoria Álvarez. La empresaria quiere dejar atrás todo lo que vivió en la última década. Desde hace año y medio, ha estado intentando poner su casa a la venta, lo que finalmente ha conseguido. "Me voy con mucha tristeza. Ver a gente que apoya a grupos de delincuentes y hunden en la miseria a los que plantan cara al delito no es agradable. Aquí han condenado ya a la persona que les ha abierto los ojos. Por eso, he decidido irme lo suficientemente lejos como para que las cuestiones de Cataluña no me influyan en el día a día".

Victoria Álvarez se va de Cataluña. Se trata de la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola que en 2012 decidió contar a un juez algunos de los trapicheos de la que entonces era la familia más poderosa de Cataluña. A partir de sus declaraciones, se descubrió un imperio oculto en paraísos fiscales y que la moral de la familia que había regido la comunidad durante más de dos décadas dejaba mucho que desear. Gracias a ella se supo que los miembros de la familia tenían una red de empresas pantalla fuera de España: en Andorra, en México, en Argentina, en Gran Bretaña, en la isla de Man… Y que movían el dinero en sacos llenos de billetes de 500 euros. Y que operaban millones y millones de euros por un cúmulo de paraísos fiscales mientras la matriarca, Marta Ferrusola, aseguraba en el Parlament que "no tenim ni cinc" ("no tenemos ni un céntimo").

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