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La campaña de revisores que agita el debate sobre el metro de Barcelona: "No sé si merece la pena"
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La campaña de revisores que agita el debate sobre el metro de Barcelona: "No sé si merece la pena"

La Ciudad Condal ha reforzado los controles en el suburbano para perseguir el fraude y algunos usuarios, ante los retrasos en sus líneas, se preguntan si les merece la pena seguir usando transporte público

Foto: Varios usuarios del metro de Barcelona en una de las estaciones del centro. (EFE/Alejandro García)
Varios usuarios del metro de Barcelona en una de las estaciones del centro. (EFE/Alejandro García)

“Me he colado mucho en el metro, estuve haciéndolo durante seis meses seguidos, y nunca me pillaron. A veces tenía que bajarme en la estación siguiente, pero nunca me multaron”, explica un joven que prefiere no identificarse y que es el ejemplo perfecto de cómo en Barcelona es más que habitual ver a gente entrando en el metro sin pagar. No es raro que, a la hora de validar el tique, alguien se pegue a tu espalada y pase el torno contigo.

Por eso, estas semanas se ha puesto en marcha la tercera campaña de este tipo que llevan a cabo este año en la capital catalana. Las razones de la empresa son claras: el último dato compartido por Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) en 2019 calculaba que dejaba de ingresar alrededor de 9,5 millones de euros anuales por fraude y que un 3,5% de los usuarios no pagan billete.

Foto: Coche de la Policía Nacional en una imagen de archivo. (EFE)

Según TMB, estas actuaciones se impulsan para concienciar de la importancia de validar los billetes y para evitar el fraude. La campaña se suma a los controles aleatorios que regularmente se llevan a cabo en el metro barcelonés. Este dispositivo se inicia en unas semanas en las que las incidencias en las líneas de metro de Barcelona no paran de sucederse. Las más afectadas son la línea 1 y la línea 5 que cruzan Barcelona de un lado al otro, una más al sur y la otra más al norte. "A veces me pregunto si realmente vale la pena coger el transporte público sabiendo lo ineficiente que es por el tiempo de espera, la poca frecuencia entre servicios y lo desconectadas que están ciertas zonas", explica Rafael O., usuario habitual de la L5.

"Inexistentes"

"Tengo la percepción de que los revisores son inexistentes", explica Rafael sobre unas figuras de autoridad que quizás están más para intimidar que realmente para hacer un control exhaustivo de aquellos que pagan. Muchos usuarios coinciden en que no es común que en el metro de Barcelona te paren para revisar tu billete. Hasta ahora, los dispositivos de revisores suelen situarse a las salidas de los andenes, en esquinas donde el usuario no tiene visibilidad y se encuentra a los empleados de frente, sin posibilidad de reaccionar. Sin embargo, este tipo de encuentros inesperados provocan algunos altercados entre trabajadores y usuarios, poco dispuestos a presentar el billete validado, lo que en algunas ocasiones deriva en la llamada de las fuerzas de orden público para "mediar".

Foto: Una estación de Rodalies repleta de usuarios en Barcelona. (EFE/Alejandro García)

Estas prácticas son más comunes entre los jóvenes, principales afectados en la subida de precio de los abonos. Miquel Martí es un estudiante mallorquín que lleva dos cursos viviendo en Barcelona: "Cuando llegué pensaba que el transporte estaba genial y que era el precio por pagar en una ciudad". Martí relata que a medida que fue haciendo uso de este servicio empezó a encontrar deficiencias, pero que la rebaja en los precios hizo que lo siguiera utilizando.

"El transporte público es un sistema muy útil para los estudiantes, sobre todo los que no viven aquí", relata Martí, quien añade que si Barcelona es un reclamo para estudiantes o trabajadores han de entender que "hay mucha gente que viene a vivir y no puede permitirse un coche en una ciudad que no es la suya".

Adiós al descuento

En 2022, el Consejo de Ministros aprobó la reducción del 50% del precio de este transporte. Esta medida, que se alargó todo 2023, llegará a su fin el 31 de diciembre, si el Gobierno no decide prorrogar la medida. La recuperación de los precios anteriores afecta a los abonos regulares y, por ejemplo, la T-Jove (con viajes ilimitados durante tres meses para menores de 30 años) volverá a costar 80 euros. Además, TMB ya ha avanzado que este título se podrá comprar a precio reducido hasta el 31 de diciembre, pero que los abonos comprados en 2023 caducarán el 15 de enero de 2024. Por lo tanto, no hay manera de usar los títulos anteriores a precio reducido.

"Soy muy defensor del transporte público por cuestiones ambientales, responsabilidad de la ciudadanía, pero en estos últimos meses me he planteado que, si tuviese la posibilidad económica, me desplazaría en coche", explica Rafael O. Los usuarios también se quejan de la doble moral del Ayuntamiento, que, por una parte, aboga por un modelo de ciudad sin coches, pero pone trabas y sube el precio del transporte público.

Alternativas al cartón

A la vez que despliegan la campaña de controles, avanzan las pruebas para modernizar la manera de pagar los abonos. A diferencia de las grandes capitales europeas, en Barcelona se siguen usando tarjetas de cartón y de un único uso. Por el momento, la capital catalana está en el proceso de implantación de la T-Mobilitat, una tarjeta recargable en la que se concentran todos los títulos de viajeros habituales: t-jove, t-usual, t-70/90…

Foto: Usuarios del Metro de Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta)

En esta misma línea, en el andén de la parada de Sagrada Familia, espera Ana Francés, que al ser preguntada por esta nueva tarjeta responde que "le permite moverse más rápido, sin pararme entre la multitud para picar la vieja tarjeta". Las características que más destacan los usuarios son los beneficios del sistema contactless. Otro punto fuerte que destacan es el seguro en caso de pérdida. Este modelo te permite recuperar los viajes que has pasado sin ningún problema, cosa que no pasa con los abonos de cartón. Aunque no todos los usuarios son tan positivos como Ana. A su lado, un joven vestido de traje afirma que "está bien, pero a la práctica tampoco me ha supuesto tanto cambio".

Ahora, la Ciudad Condal quiere dar un salto de gigante y permitir viajar sin un billete físico. La idea pasa por la posibilidad de adquirirlos a través de una plataforma contactless y acceder al metro solo acercando el móvil o reloj inteligente. Esta idea permitiría una entrada libre al transporte público en la que la responsabilidad de validar el título es de los usuarios, como en el metro de Berlín o los tranvías holandeses. Para controlar su uso, los revisores podrán seguir desempeñando su trabajo, con la diferencia de que pasarían a pedir los últimos cuatro dígitos de la tarjeta del usuario para poder comprobar si se ha pagado el billete

“Me he colado mucho en el metro, estuve haciéndolo durante seis meses seguidos, y nunca me pillaron. A veces tenía que bajarme en la estación siguiente, pero nunca me multaron”, explica un joven que prefiere no identificarse y que es el ejemplo perfecto de cómo en Barcelona es más que habitual ver a gente entrando en el metro sin pagar. No es raro que, a la hora de validar el tique, alguien se pegue a tu espalada y pase el torno contigo.

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