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El Govern también pidió a su experto informático un programa espía para móviles
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LOS MOSSOS CONTROLARÍAN LOS DISPOSITIVOS

El Govern también pidió a su experto informático un programa espía para móviles

El Gobierno catalán pidió presupuestos para desarrollar un software espía en teléfonos oficiales de la Generalitat. Puig lo admitió la pasada semana

Foto: El exconseller de Interior, Felip Puig. (EFE)
El exconseller de Interior, Felip Puig. (EFE)

El Gobierno catalán pidió presupuestos para desarrollar un software espía en teléfonos oficiales de la Generalitat. A pesar del hermetismo de la Administración autonómica, el consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, admitió la pasada semana por primera vez que algo de eso hubo. Tras haberse abstenido de contestar a preguntas parlamentarias relacionadas con este tema, Puig reconoció que Interior había “estudiado un sistema tecnológico para que los propios miembros de la Policía tuviesen un mecanismo de seguridad y de información corporativa”.

Las primeras informaciones sobre esta intención llegaron a El Confidencial el pasado mes de julio. Desde entonces, todos los intentos de este diario por conseguir una versión oficial de los hechos toparon con un muro de silencio. Pero varias fuentes internas de la Generalitat terminaron, finalmente, por admitir que era verdad y que esos teléfonos se llegaron a repartir. Uno de sus usuarios llegó incluso a hablar con El Confidencialy, además, aportó documentos sobre el tema.

Ahora, este diario ha recibido otra confirmación: el Ejecutivo de Artur Mas pidió un presupuesto a Albert Gabàs, asesor informático de la Dirección General de Seguridad de la Información y del Centro de Seguridad de la Información (Cesicat), para desarrollar un programa espía. Este experto asesoró a la Generalitat durante varios meses y su principal función era dotar a la Generalitat de “capacidad de intrusión”. La implementación del software espía en móviles oficiales, según el presupuesto confeccionado por el asesor, le iba a costar sólo 31.200 euros más IVA.

El encargo le llegó en el año 2012 a Gabàs. “Yo hice un presupuesto para llevar a cabo el proyecto de programario espía”, reconoció a El Confidencial. Esa petición, no obstante, le llego, según ha podido conocer este diario, tras una reunión interna del propio Cesicat con la Unidad de Medios Técnicos (UMT) de los Mossos d’Esquadra. Esta unidad se encarga de realizar las vigilancias y seguimientos de las personas y organizaciones investigadas por la comisaría general de investigación criminal.

¿Para qué quería el Cesicat un programario de estas características? Eso no lo sabe el asesor. “En principio, me piden una cosa normal. Y cuando me piden una cosa, la hago. Per se, eso no es malo. Lo malo, igual que muchas otras cosas, es la utilización que hagas de un instrumento, de una herramienta. En este caso, me pidieron una herramienta y la di. ¿Para qué se utiliza? Eso habría que preguntárselo al Cesicat”.

Albert Gabàs, en una charla en la Universidad de Jaén. (EFE)Gabàs señala que “el uso de un programario como ése puede tener un sentido. Evidentemente, si lo desarrollas para hacer un uso pertinente, no para realizar espionaje”. La petición oficial se realizó a Gabàs cuando el consejero de Interior era Felip Puig, actual consejero de Empresa y Empleo. La intención era introducir un programa en los teléfonos de agentes de los Mossos d’Esquadra seleccionados para poder tenerlos controlados en todo momento.

Gracias a ese sistema, los móviles podían convertirse a distancia tanto en micrófonos ambiente como en cámaras de vídeo. El malestar entre algunos Mossos que se enteraron del software espía llevó a que Interior los retirase y decidiese repartirlos sólo en determinadas circunstancias, como cuando los agentes actúen de forma encubierta vigilando manifestaciones o en operaciones de infiltración.

Para obtener ese programa espía, el Gobierno catalán pidió un software con unas características muy particulares. En primer lugar, tenía que ofrecer “la ocultación de procesos, conexiones, ficheros y estado real del dispositivo”. Todo ello debería estar oculto para el usuario y, además, “incluso si es intervenido por un tercero, estas aplicaciones continuarán siendo ocultas”.

La segunda característica era que permitiese la grabación de llamadas entrantes y salientes. Esas llamadas se habrán de subir al servidor web “para ser consultadas y escuchadas desde el panel de control”. También se podrían realizar grabaciones a petición y realizar un tracking de la posición en el tiempo, lo que permite conocer la actividad del móvil en un momento determinado.

Especialmente revelador es el apartado referente al “control del dispositivo vía SMS”. En ese caso, “todas las acciones se pueden ejecutar desde el panel de control mediante uno o varios SMS. Éstos no son almacenados en el dispositivo”. Hace referencia al wipe remot, mediante el que se puede “eliminar de forma segura el contenido del dispositivo de forma remota”. De este modo, si el móvil es robado o perdido, la información contenida en él se elimina y no hay peligro de fuga de información.

Otra de las características era la posibilidad de navegar por el disco del dispositivo, por lo que “se pueden descargar los ficheros que se quiera en el PC de la persona que los quiera”. Y, por último, hay un panel de control que es “una web basada en django que permitirá consultar y hacer uso de todas las funcionalidades que se hayan desarrollado. Esta web permitirá seguir varios dispositivos al mismo tiempo desde un mismo lugar”.

El proyecto estaría listo en 13 semanas. En él se invertirán un total de 520 horas y costaría 31.200 euros más IVA. “A finales del 2012 hubo la reunión donde se me pidió el presupuesto, lo entregué y jamás supe nada más, porque por aquel tiempo se produjo mi ruptura con el Cesicat y dejé de asesorar a la Generalitat”, señala Gabàs a este diario.

Micrófono para espiar conversaciones

A petición de la UMT, el Gobierno catalán pidió una “aplicación para móviles que fuera oculta para el usuario que permitiera el posicionamiento y seguimiento del dispositivo desde un ordenador y una aplicación, que se pudiera instalar de forma rápida y que no se eliminara con facilidad”. En el desarrollo de ese software se especificaba que el dispositivo espía tenía que permitir la localización del dispositivo, el seguimiento, el envío de SMS, la activación remota de micrófono (para convertirlo en un micrófono ambiente cuando le interesase al controlador), la activación remota de cámara para fotos y vídeo sin flash y la navegación y descarga de carpetas del dispositivo.

También debería ser indetectable para el usuario, instalado en la ROM del teléfono y que “no aparezca al resetear”. Según los documentos en poder de este diario, el programa espía, basado en un Cerberus, serviría para la “escucha remota del micrófono durante una conversación telefónica”, la monitorización remota del Whatsapp y el envío de datos a una plataforma central en tiempo real o durante “momentos de inactividad del terminal”, como las noches, cuando no se hacen servir los datos.

Estos documentos detallaban las características del panel de control: ha de ser un servidor no rastreable, con configuración de alta disponibilidad, con “facilidad de selección de uno o varios terminales a monitorizar”, con visualización del terminal en un mapa, que permita navegas por los ficheros del teléfono, con monitorización de toda la actividad del terminal, con descarga de las grabaciones a “un repositorio” y con control del terminal vía SMS en caso de no haber conexión a Internet”.

El Gobierno catalán pidió presupuestos para desarrollar un software espía en teléfonos oficiales de la Generalitat. A pesar del hermetismo de la Administración autonómica, el consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, admitió la pasada semana por primera vez que algo de eso hubo. Tras haberse abstenido de contestar a preguntas parlamentarias relacionadas con este tema, Puig reconoció que Interior había “estudiado un sistema tecnológico para que los propios miembros de la Policía tuviesen un mecanismo de seguridad y de información corporativa”.

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