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La venganza de Pablo Iglesias: minar en las urnas y en la calle al tándem Pedro Sánchez-Yolanda Díaz
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La venganza de Pablo Iglesias: minar en las urnas y en la calle al tándem Pedro Sánchez-Yolanda Díaz

Intentará volver a las esencias del discurso de Podemos con movilizaciones en contra de las políticas sociales y "militaristas" del Gobierno. La obsesión es "acabar" con su sucesora

Foto: Pablo Iglesias. (EFE/Mariscal)
Pablo Iglesias. (EFE/Mariscal)
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"No quiero que el Gobierno de Podemos sea el Gobierno de un partido, sino el de los más preparados, pensando en la sociedad civil. Yo no creo que tenga sentido que, a lo mejor, el ministro de Justicia tenga que ser un dirigente de Podemos. A lo mejor tiene que ser un juez. A lo mejor el ministro o la ministra de Vivienda tiene que ser una activista de la PAH, a lo mejor el ministro de Sanidad tiene que ser un activista de la marea blanca. Cuando decimos que la sociedad civil tiene que asumir el protagonismo, esto nos lo creemos". Es difícil reconocer a Pablo Iglesias en estas declaraciones al diario Público diez años después. El mismo que forzó una repetición electoral para ser vicepresidente y ha dinamitado Sumar por un sillón para Irene Montero. ¿Por qué cambió el joven de la coleta que prometía asaltar el cielo?

En el marco político que ha impuesto Moncloa para justificar su acuerdo con Carles Puigdemont, podría resumirse que el fundador de Podemos ha ido haciendo "de la necesidad virtud". El Iglesias de 2015 creía que, tras conquistar los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, la Moncloa estaba a su alcance. Eran los tiempos en los que defendía que su proyecto trascendía a la izquierda en busca de aglutinar una mayoría social que rompería las costuras de un bipartidismo caduco. "Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar", predicaba entonces.

La realidad electoral fue tozuda y, según narran los que le acompañaban esos días, el varapalo de no imponerse al PSOE le llevó a asumir que solo podía "resistir". Fue cuando empezó a rodearse de un núcleo cada vez más pequeño, relatan, y mutó a un "aprendiz de Maquiavelo".

Hoy aspira a ser el "Federico Jiménez Losantos de la izquierda" con Canal Red. Fue a través de este medio desde donde se anunció que los cinco diputados de Podemos pasarían al Grupo Mixto. Era la declaración de guerra a Yolanda Díaz. El llamado "clan de Galapagar", compuesto por el propio Iglesias, su fiel escudero, Juanma del Olmo, Irene Montero y un Juan Carlos Monedero en horas bajas, había dado la orden a la secretaria general de los morados, Ione Belarra, de dejar Sumar tras semanas de deliberaciones. Pese a que públicamente se negó, en la hoja de ruta siempre estuvo erigir a los cinco parlamentarios de Podemos en una minoría de bloqueo, como adelantó El Confidencial. Se tanteó a ERC para sellar una alianza, que según reconocen fuentes próximas al todavía líder de los morados, se escenificará de facto en el día a día parlamentario, ya que el portavoz de los republicanos, Gabriel Rufián, es una pieza clave del plan para "acabar" con la vicepresidenta Díaz. Los republicanos la ven como una amenaza electoral de cara a la cita en Cataluña.

Foto: Díaz y Errejón en el Congreso. (EFE/Mariscal)
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El siguiente paso de Iglesias será intentar volver a las esencias. Recuperar el discurso de que Podemos es el único partido capaz de conectar con los "problemas reales" de los ciudadanos. Sus cálculos son que los recortes que impondrá Bruselas tras el manguerazo de fondos europeos por la pandemia favorecerán un discurso social que el Gobierno no podrá mantener.

Aquí está la trampa para su sucesora. Yolanda Díaz será caricaturizada como una "marioneta" de Pedro Sánchez. Nunca le perdonará que rehuyese de su tutela. Ella era una sustituta de transición para dar tiempo a Montero a labrarse una carrera propia. Falló el plan. La líder de Sumar no compartía ni las formas ni el fondo de Iglesias. Su actitud de cara al PSOE era más colaboracionista. El principio del fin de la relación fue la conspiración del exvicepresidente con ERC y Bildu para tumbar la reforma laboral. Si el diputado del PP no llega a equivocarse en la votación, Yolanda Díaz habría dimitido. Ella tomó nota. Después nació Sumar.

¿El renacer de Podemos?

La calle será el escenario del "renacer" de Podemos. Abanderarán las protestas contra el Gobierno tanto en temas sociales como en banderas internacionales tradicionalmente de la izquierda. Desde la crítica al cambio de postura sobre el Sáhara hasta una denuncia del excesivo gasto en Defensa en "detrimento" de las inversiones en políticas sociales. Aquí está por ver el músculo de los morados, que han ido perdiendo apoyo en cada una de las citas electorales. En este campo, serán las elecciones europeas de 2024 el primer termómetro. Se espera que la candidata sea Irene Montero y se buscan fórmulas para concurrir con ERC y Bildu. Todo está por decidir.

Si reciben el aval ciudadano en las europeas, Iglesias verá validada su venganza, que no solo pasa por Yolanda Díaz, a la que espera sorpasar en el espacio de la izquierda. Su relación con Sánchez nunca fue buena. Una vez más, ambos hicieron de la necesidad virtud para firmar el primer Gobierno de coalición de España. El presidente respiró cuando su número dos dejó la Moncloa. Desde entonces no ha habido relación. El fundador de Podemos reconoce en privado su animadversión por quien un día fuese "Pedro". Ahora tocará a los socialistas negociar otra vez con él a través de Belarra en cada votación. Hay malestar con la ministra de Trabajo por no haber encauzado la situación y evitar que pasasen al Grupo Mixto. Era imposible. La incógnita es cuánto hará sufrir Iglesias a Sánchez. Se espera que "colabore" en los Presupuestos, aunque sea a cambio de colocarse medallas, pero nadie es capaz de apostar hasta dónde llegará el boicot. Por ahora hará de la necesidad virtud.

"No quiero que el Gobierno de Podemos sea el Gobierno de un partido, sino el de los más preparados, pensando en la sociedad civil. Yo no creo que tenga sentido que, a lo mejor, el ministro de Justicia tenga que ser un dirigente de Podemos. A lo mejor tiene que ser un juez. A lo mejor el ministro o la ministra de Vivienda tiene que ser una activista de la PAH, a lo mejor el ministro de Sanidad tiene que ser un activista de la marea blanca. Cuando decimos que la sociedad civil tiene que asumir el protagonismo, esto nos lo creemos". Es difícil reconocer a Pablo Iglesias en estas declaraciones al diario Público diez años después. El mismo que forzó una repetición electoral para ser vicepresidente y ha dinamitado Sumar por un sillón para Irene Montero. ¿Por qué cambió el joven de la coleta que prometía asaltar el cielo?

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