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El Capitán, El Jefe y el Viejo: los narcos de Valladolid abastecidos por el laboratorio de la droga de Bilbao
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radiografía de un clan

El Capitán, El Jefe y el Viejo: los narcos de Valladolid abastecidos por el laboratorio de la droga de Bilbao

El juicio contra los diez miembros del grupo criminal se celebró esta semana. Entre todos, suman más de 50 años de prisión. Era un grupo perfectamente organizado y eficaz, pero que no pudo escapar de las investigaciones policiales

Foto: Foto de archivo de la Guardia Civil.
Foto de archivo de la Guardia Civil.

Llamadas, mensajes de WhatsApp, viajes de casi 300 kilómetros, grandes ingestas de cocaína, varios rangos de poder dentro del clan y un laboratorio. La organización de este grupo delictivo involucraba a unas diez personas dentro de la península y lo tenía todo medido al detalle: desde el espacio donde la química era protagonista hasta el último eslabón que repartía en un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid. La primera cita judicial tuvo lugar este miércoles: nueve de los diez acusados han llegado a un acuerdo de conformidad por reconocimiento de hechos.

Martín I. ha sido condenados a siete años y seis meses de cárcel y 253.000 euros de multa. Alberto O.C. y Jesús Carlos L.A, a seis años y seis meses de privación de libertad y multas, por el mismo orden, de 336.000 y 25.000 euros, según el acuerdo. Santiago F.N. se ha conformado con tres años y diez meses y Florian G, Florin F.G, Mariano S.S. y Valentina S. han pactado tres años y seis meses y multas de entre 1.400 y 6.000 euros. Pero, ¿quiénes son todos estos nombres? ¿Qué relación tenían y qué rango de poder ocupaban dentro de la organización criminal? Esta es la historia –según el escrito de acusación de la Fiscalía Provincial de Valladolid al que ha tenido acceso El Confidencial– de cómo actuaban los narcos vallisoletanos que tomaban el material en Bilbao.

Foto: Un agente de la Policía Nacional vigila el traslado de detenidos en Alicante, en una imagen de archivo. (EFE/Morell)

Santiago L. era un chaval de mediana edad que vivía en Pedrajas de San Esteban, un municipio de 3.000 habitantes de la provincia de Valladolid y conocido por ser el mayor productor de piñones de España. Anécdotas aparte, las investigaciones contra Santiago –apodado como El Capitán o El Hombre del Pueblo empezaron el segundo semestre de 2021, cuando la Guardia Civil de Íscar se percató de un aumento de consumo de estupefacientes en la zona. El susodicho tenía antecedentes penales por este motivo, y los agentes descubrieron que había un importante trasiego de personas en su domicilio. ¿Qué hacía toda esa gente en esa casa? Se trataba del último eslabón de la cadena de suministro que atravesaba la península. Santiago, además, vivía con un compañero de piso llamado Mariano, al que mandaba de vez en cuando hacer sus recados cuando él tenía otros asuntos que hacer. Aquella relación, en teoría, se rompió por problemas de convivencia en el domicilio.

Gracias a las investigaciones policiales, se dieron cuenta de que Santiago intercambiaba con frecuencia mensajes con Florian G., alias El Jefe, a quien le pillaba el speed. Florian, que cayó enfermo y tuvo que ser ingresado en el hospital, involucró a su mujer y a su hijo para mantener el negocio a flote. "Estoy a cero", le dijo El Capitán a Florian en un mensaje. "Luego seguro que iré a verte, no creo que vaya muy tarde, si es que tengo mandanga style, así que… menos mal, menos mal. Ayer venía de Valladolid y me detuvieron, lo tenía escondido en el coche, menos mal, que si no, es gorda ya", continuó en sus mensajes.

Foto: Foto: EFE.

Para suministrar de contenido a Santiago, El Jefe, debía hablar con su contacto superior para hacerse con el material: Alberto O, El Viejo. Un hombre que habría utilizado para sus actividades un turismo Citroën. Y con Razvan I., alias Piticu, con antecedentes penales por delitos contra la salud pública. Piticu presuntamente se dedicaba a los traslados del género dentro de un BMW.

El Viejo –que no solo tenía de clientes a Florian y Santiago, sino a otros tantos– se ponía en contacto con José Carlos L., quien viajó ida y vuelta el mismo día de principios de 2022 a la ciudad de Bilbao para recoger las sustancias que, posteriormente, le habría entregado a Alberto. Las investigaciones policiales siguieron el curso de todos estos mensajes hasta el País Vasco. Allí, en colaboración con la Ertzaintza, se dieron cuenta de que había contactado con Asier F. Los agentes comenzaron a detener a los sospechosos, uno a uno.

Foto: Foto de archivi. (Policía Nacional)

El primero fue Santiago, quien llevaba dos bolsas de plástico con 21 gramos de anfetamina. El precio de esta sustancia en venta era de 949,97 euros. Ese mismo día, por la tarde, se procedió al arresto de José Carlos. Este transportaba 814 gramos de anfetaminas que iban destinadas a Alberto, El Viejo, quien seguía intentando ponerse en contacto con su camello sin saber, todavía, que ya había sido detenido.

La Guardia Civil detiene entonces a Alberto. En su vehículo localizaron una maleta azul con bolsas de plástico repletas de cocaína, anfetaminas, cafeína para cortar la droga, MDMA, heroína, Alprazolam, Lorazepam, básculas de precisión y más de 10.000 euros en efectivo. El valor de la droga incautada en el maletero de su coche ascendía a 235.346 euros. La Benemérita inspeccionó también los domicilios de los, hasta ahora, tres detenidos. En la vivienda de José Carlos localizaron más de 24.000 euros. Pero, ¿de dónde sacaba este hombre de Tudela del Duero la mercancía? De sus proveedores de Bilbao, una ciudad a la que viajaba con frecuencia.

José Carlos hablaría con frecuencia con Asier, quien trabajaba con Martín I. Los agentes descubrieron que este último visitaba con frecuencia un garaje cerrado de la ciudad, donde ambos almacenaban las sustancias para destruir a los otros acusados. El laboratorio de la droga donde conseguían el género para los vallisoletanos. En el garaje se encontró un bidón con un líquido transparente y varias bolsas de cafeína para cortar la droga. Además de 500 gramos de cocaína, anfetaminas y MDMA. No solo esto: los acusados también disponían de rifles y armas de fuego. Dos días después de las detenciones de Asier y Martín, se produjo el arresto del resto de integrantes del grupo en Valladolid.

Foto: Agentes de la Guardia Civil en archivo. (EFE/Julián Pérez)

La Fiscalía Provincial de Valladolid solicitó para Santiago y Mariano –el escuadrón de Pedrajas de San Esteban– seis años y cuatro meses de cárcel y multas de 2.600 y 1.900 euros por un delito contra la salud pública e integración en un grupo criminal. Para Florian, Rznav, su mujer (Valentina) y su hijo (Florin) pidieron cuatro años y diez meses, además de 17.000 euros por los mismos delitos. Por otro lado, Alberto, José Carlos, Asier y Martín fueron acusados por un delito contra la salud pública en cantidades de notoria importancia y pertenencia a un grupo criminal. El Viejo se enfrentaba a ocho años de prisión y 475.000 euros. José Carlos, por su parte, al mismo periodo en prisión y un importe de 50.500 euros.

Finalmente, los artífices del negocio en Bilbao se enfrentaban a las peores cifras: el Ministerio Público pedía más de 10 años de cárcel y multas de 210.000, por incluirse también el delito de tenencia ilícita de armas.

Llamadas, mensajes de WhatsApp, viajes de casi 300 kilómetros, grandes ingestas de cocaína, varios rangos de poder dentro del clan y un laboratorio. La organización de este grupo delictivo involucraba a unas diez personas dentro de la península y lo tenía todo medido al detalle: desde el espacio donde la química era protagonista hasta el último eslabón que repartía en un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid. La primera cita judicial tuvo lugar este miércoles: nueve de los diez acusados han llegado a un acuerdo de conformidad por reconocimiento de hechos.

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