Cada vez más aburrido e inútil: los gráficos del debate sobre el estado de la nación
El CIS lleva años preguntando a los españoles sobre la utilidad del debate, el interés por los temas o qué líderes preparan mejor sus intervenciones.
El debate sobre el estado de la Nación se instaló como práctica habitual en España desde el año 1983, con Felipe González al frente del Gobierno. Desde entonces, con una periodicidad más o menos anual, los líderes de cada partido han dedicado unas jornadas en el Congreso para analizar la actualidad del país en términos de economía, empleo, pensiones, terrorismo, inmigración o financiación autonómica, entre otros aspectos. El que tiene ahora lugar es el vigésimo sexto desde la aprobación de la Constitución, después de un parón de siete años desde la celebración del último, en febrero de 2015.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta a los españoles su opinión sobre distintos aspectos de este debate durante los días en que se celebra, y así lo hará también en esta ocasión, según han confirmado fuentes del organismo. Los últimos datos, referentes al debate de 2015, reflejaban que casi uno de cada cuatro españoles ni siquiera tenía conocimiento de que estas sesiones parlamentarias especiales estuvieran teniendo lugar. Y si se mira solo a población de entre 18 a 24 años, el desconocimiento ascendía a un 50%.
Pero más allá de lo informada que pudiera estar la sociedad al respecto, la valoración de los ciudadanos sobre el interés del debate no es precisamente buena. Casi el 60% respondía hace siete años que las intervenciones eran "poco o nada interesantes". La serie del CIS permite remontarse hasta hace más de 20 años para ver cómo ha ido cambiado esa percepción. 2005, el año del primer debate de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente, fue el último en que la valoración positiva estaba por encima de la negativa. Cinco años después, el rechazo al debate sobre el estado de la nación subió de forma considerable para asentarse en las tasas de 60%. Si se cumplen los plazos habituales, la semana que viene sabremos cómo han valorado los españoles el debate que estos días se celebra en el Congreso de los Diputados.
Parte de este desinterés puede explicarse por la respuesta a otra de las preguntas que se han repetido en los últimos años en los barómetros elaborados durante los debates: "¿En qué medida, mucho, bastante, poco o nada, diría Ud. que en estos debates se tratan los temas que realmente preocupan hoy a los/as españoles/as?", reza la cuestión que el CIS plantea a los entrevistados. Y la tendencia dibuja una línea similar a la del gráfico anterior.
Estos datos son, además, un reflejo entre la distancia que la sociedad percibe con la clase política: hasta el 70% cree que los temas que se tratan preocupan poco o nada a los españoles. Y como sucedía con el interés por el debate, esa sensación ha crecido en los últimos años y especialmente desde 2010. Ese año, siguiendo la información proporcionada CIS, la crisis económica y los recortes fueron los principales temas tratados, aunque las elecciones o la situación política aparecen también en los primeros puestos de cuestiones debatidas. El terrorismo de ETA, la cuestión territorial o la ley del aborto fueron otros de los asuntos que se trataron.
En la misma línea, hace 30 años, la cantidad de personas que consideraba que estos debates no servían más que "para aburrir" era del 20,3%. En 2015, este porcentaje se había duplicado, en detrimento de la proporción de encuestados que consideraba que son útiles. La opción mayoritaria ha sido casi siempre la de que son interesantes, pero no útiles.
El nivel de conflicto vivido en cada debate también se ha percibido de forma distinta en cada cita, aunque en este caso no se puede hablar de una tendencia clara. Desde 1992, primer dato de esta serie, el año más tenso fue 2005, según la percepción de los españoles. En el que era su primer debate como presidente del Gobierno, Zapatero anunció al comienzo su intención de dialogar con la banda terrotista ETA, proceso que iniciaría poco más de un año después: "El fin de la violencia no tiene precio político, pero la política puede contribuir al fin de la violencia", resumió el presidente.
Los últimos datos recopilados por el CIS muestran unos años de tregua, en los que no se percibía gran nivel de conflictividad parlamentaria. El último dato, eso sí, muestra una escalada de la tensión en 2015, cuando el 56% de los españoles sintió que el debate había sido "muy o bastante conflictivo".
Otra de las cuestiones que el CIS plantea es sobre quién resulta ganador. Durante los días del debate, es habitual ver distintas encuestas sobre si el mejor ha sido el presidente o el líder de la oposición. En este caso, el organismo tiene un registro que va desde 2005 hasta 2015. En los primeros años con información, se observa cómo la victoria del presidente del Gobierno, en este caso Zapatero, es abrumadora. Sin embargo, a partir de 2005, la opción de que "ninguno" gane comienza a ser la preferida por los encuestados.
Desde esa fecha, solo en dos ocasiones los datos del CIS han ofrecido como ganador al líder de la oposición. La primera, en 2011, cuando los españoles dieron a Mariano Rajoy un respaldo del 27,2% frente al 18,7% de Zapatero. El debate tuvo lugar en julio y la segunda legislatura socialista arrastraba el desgaste de la crisis económica que había comenzado tres años antes. El 20 de noviembre de ese mismo año, el líder popular ganó sus primeras elecciones generales.
La segunda ocasión, más reciente, se produjo precisamente en 2015. El CIS otorgó a Pedro Sánchez una victoria de siete décimas sobre Mariano Rajoy, aunque de nuevo la opción ganadora era la de que ninguno de los dos había sido el mejor. Este empate técnico precedió a un ciclo político marcado por la inestabilidad y las repeticiones electorales, que han sido además uno de los argumentos esgrimidos, además de la pandemia, para no haber convocado este tipo de debates desde hace siete años, aunque no son obligatorios.
En 2014, el porcentaje de personas que consideraron que habían ganado "otros líderes" fue el más alto de la serie. Rosa Díez, líder del extinto UPyD, fue la mejor valorada ese año. Un 34% de los españoles consideraron que lo hizo "muy o bastante bien", seguida de Cayo Lara (28,4%), y Mariano Rajoy (26,1%).
Este año la situación será algo distinta, ya que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, no será quien replique al presidente del Gobierno, al no ser diputado sino senador. Aunque Fejóo acudirá a la cámara baja y está trabajando en la preparación del debate, será la secretaria general del partido y portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cuca Gamarra, quien participe en el debate que comienzó el martes a las 12. El debate parlamentario contará en esta ocasión con hasta 21 protagonistas de los distintos grupos parlamentarios.
El debate sobre el estado de la Nación se instaló como práctica habitual en España desde el año 1983, con Felipe González al frente del Gobierno. Desde entonces, con una periodicidad más o menos anual, los líderes de cada partido han dedicado unas jornadas en el Congreso para analizar la actualidad del país en términos de economía, empleo, pensiones, terrorismo, inmigración o financiación autonómica, entre otros aspectos. El que tiene ahora lugar es el vigésimo sexto desde la aprobación de la Constitución, después de un parón de siete años desde la celebración del último, en febrero de 2015.