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¿Hora de tirar las mascarillas a la basura? No tan rápido: recuerde que estamos en España
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LA LETRA PEQUEÑA DEL REAL DECRETO

¿Hora de tirar las mascarillas a la basura? No tan rápido: recuerde que estamos en España

Aunque casi todo el país estaba deseando quitarse la mascarilla, la eliminación de la obligatoriedad ha pillado a media España sin los deberes hechos. Se prevé que en los próximos meses la sigamos viendo "por precaución"

Foto: Un periodista con la mascarilla sigue desde la sala de prensa del Congreso las ruedas de prensa de los portavoces parlamentarios. (EFE/Mariscal)
Un periodista con la mascarilla sigue desde la sala de prensa del Congreso las ruedas de prensa de los portavoces parlamentarios. (EFE/Mariscal)
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En una entrevista este lunes en 'Espejo público', el presidente, Pedro Sánchez, insistió en que el fin de las mascarillas en interiores estaba avalado por "las comunidades autónomas y la comunidad científica", a los que situaba al mismo nivel. No es una crítica, sino la evidencia de que las decisiones que tienen que ver con la pandemia son principalmente políticas.

Sánchez argumentaba que los factores que han contribuido a decretar el fin de la obligatoriedad de cubrirse la boca en interiores han sido la alta tasa de vacunación, unos niveles de hospitalización por debajo del 4% y una incidencia acumulada que, pese a ser alta, "es relativamente mucho más baja que la que están teniendo otros países".

Son prácticamente las mismas razones que teníamos hace un mes (e incluso algún dato, como la positividad de los test, es ahora peor que entonces), pero será finalmente mañana cuando España pondrá fin a dos años en los que la mascarilla ha sido obligatoria. Concretamente, fue el 20 de mayo de 2020 cuando el Gobierno lo decretó, en términos generales, cuando no fuera posible mantener una distancia entre personas de dos metros. Desde entonces, la norma se ha complicado y simplificado en función de las circunstancias.

Tras eliminar en febrero la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores, ahora Carolina Darias certifica, por primera vez desde el comienzo de esta pesadilla epidemiológica, el carácter opcional también en interiores de "uno de los elementos más simbólicos de la pandemia".

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE/J. J. Guillén)

La ministra de Sanidad ha aludido a un "contexto epidemiológico favorable" para tomar esta decisión. España, en realidad, sigue la estela de otros países de Europa que han optado por eliminar la mascarilla, salvo en los denominados como lugares esenciales: centros sanitarios o medios de transporte.

¿Significa esto el fin de la mascarilla, como ya se ha proclamado en algún sitio? Si algo nos ha enseñado la pandemia es a no lanzar las campanas al vuelo. Austria, que decretó el final de los tapabocas el pasado 17 de abril, ha sido el último país antes que el nuestro en tomar la misma medida, aunque inicialmente este final estaba previsto para el 5 de marzo y la última ola que sufrieron los obligó a recular 15 días más tarde. También España iba a desterrar la mascarilla en exteriores hasta que ómicron nos la devolvió justo antes de Navidad.

Excepciones a la regla general

Como la de muchos otros países europeos, la norma austriaca solo obliga a cubrirse la boca en el sector sanitario, supermercados y transporte público. Hasta entonces, el país centroeuropeo no solo obligaba a llevar mascarilla en interiores, sino que además debían ser de calidad FFP2.

Como ya se barruntaba —el Consejo de Ministros ha certificado el contenido del último informe de Posicionamiento de la Ponencia de Alertas, Planes de Preparación y Respuesta sobre el uso de mascarillas en espacios interiores, y la ministra adelantó en una entrevista hace días por dónde irían los tiros— no se aplicará en supermercados, aunque se deja en manos de estos la decisión de si exigir a sus clientes o trabajadores que se la pongan.

A diferencia de otros países, España no obligará a llevarla en supermercados

El Corte Inglés, por ejemplo, vinculará el uso de mascarillas por parte de sus empleados a si los clientes las tienen puestas, según desvelaron sus sindicatos; si un cliente se acerca con la mascarilla, el empleado que le atienda deberá colocársela. También aquellos trabajadores en contacto con alimentos frescos, en hostelería o en el área 'gourmet' de los centros deberán seguir llevándola.

Otras grandes superficies, como Carrefour, se inclinan por la prudencia de mantenerlas un tiempo más y la patronal Asedas (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados), bajo la que se agrupan otras marcas como Mercadona o Ahorramás, dijeron que esperarían a leer el texto del real decreto y la valoración de sus servicios de prevención antes de pronunciarse.

Además de las empresas, las comunidades autónomas tendrán también voz a la hora de prolongar la utilización de la mascarilla en interiores. Por ejemplo, la Xunta de Galicia ya se ha manifestado como partidaria de mantenerlas en centros educativos y varias universidades, como la de Zaragoza, han comunicado a sus alumnos que deberán seguir llevando la mascarilla a clase hasta nueva orden.

En otras comunidades, como Andalucía, los centros escolares no han recibido aún directrices de la Junta sobre cómo actuar a partir de ahora. Los protocolos de actuación vigentes podrían acabar estirándose hasta final de curso.

Consecuencias epidemiológicas: habrá más casos

Por todos estos motivos, es más que probable que ahora España entre en una fase donde las mascarillas, aún sin ser obligatorias, sigan llevándose "por precaución", cuando no por órdenes de arriba.

La consecuencia más probable en las próximas semanas es que el número de contagios aumente. En varias regiones como Asturias, Navarra o Galicia, la incidencia acumulada ya estaba por encima de 800 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. A esto hay que añadir que venimos de una semana larga de desplazamientos con muchos encuentros sociales y familiares.

placeholder Diversas periodistas con mascarilla siguen desde la sala de prensa del Congreso las ruedas de prensa de los portavoces parlamentarios. (EFE)
Diversas periodistas con mascarilla siguen desde la sala de prensa del Congreso las ruedas de prensa de los portavoces parlamentarios. (EFE)

Epidemiólogos como Joan Carles March o Daniel López-Acuña han hablado de "precipitación" al imponer el fin de la mascarilla y prevén este repunte de casos debido a que la incidencia no estaba lo suficientemente baja como para dar este paso. Con suerte, la gran mayoría de nuevos casos no requerirán de hospitalización y poco a poco el efecto del calor y las dosis vacunales irán conduciendo al covid-19 hacia su letargo estival.

A este ansiado objetivo ayudará que mucha gente seguirá llevando la mascarilla por iniciativa propia, que muchas empresas optarán por la precaución y a que los protocolos pandémicos en centros educativos o administraciones públicas de toda España no han sido retocados aún para tener sentido en el mundo pospandemia hacia el que nos encaminamos.

A partir de mañana, muchos sindicatos y otros colectivos profesionales escrutarán cuidadosamente en el BOE la letra pequeña de la norma cuya aprobación ha sido anunciada hoy para decidir si, finalmente, se libran o no de la mascarilla.

En una entrevista este lunes en 'Espejo público', el presidente, Pedro Sánchez, insistió en que el fin de las mascarillas en interiores estaba avalado por "las comunidades autónomas y la comunidad científica", a los que situaba al mismo nivel. No es una crítica, sino la evidencia de que las decisiones que tienen que ver con la pandemia son principalmente políticas.

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