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Nos estamos quedando sin marineros, ¿es la profesión demasiado dura para los 'millennials'?
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Cada vez menos personas se dedican a la mar

Nos estamos quedando sin marineros, ¿es la profesión demasiado dura para los 'millennials'?

Se presenta el marco de una profesión muy sacrificada, que muestra un estilo de vida diferente a la que el 'millennial' aspira. Pese a todo, el mar podría ser la vía de empleo de muchos jóvenes sin trabajo

Foto: Trabajo de marineros a bordo de un barco de pesca de altura. (Antonio Soage)
Trabajo de marineros a bordo de un barco de pesca de altura. (Antonio Soage)

Como una especie en extinción. Los marineros españoles cada vez son menos. Pasan los años y los jóvenes no quieren dedicar su vida al mar. Una profesión que hace contraste con el estilo de vida de los 'millennials'. Sacrificio físico y mental. Trabajo en condiciones complejas, lejos del hogar, de la familia, con un uso mínimo de las nuevas tecnologías. Así es la labor de un trabajador en pesca de altura. Esto puede llevar a la pregunta: ¿la profesión de marinero es demasiado dura para los nuevos jóvenes? Esa puede ser la razón principal, o solo una de las razones por las que cada vez menos personas quieren dedicar su vida a ello.

"Necesitamos un relevo generacional, y no lo tenemos", advierte el presidente de Pesmar SA, Álvaro Martínez Riva. El jefe de esta empresa armadora de pesca de altura se muestra preocupado ante esta situación. Varias razones salen a la luz que podrían explicar este suceso complementando el hecho de la dureza en la labor. El tema de los sueldos es uno, ya que antiguamente lo que se ganaba en la mar era bastante superior a lo que se ganaba en tierra, ahora eso ha cambiado, no solo hay trabajos igual de remunerados, sino que también hay muchas más ofertas de trabajo en tierra que no suponen alejarse de la familia. Por otro lado, la constante incomunicación a la que está sometido el trabajador en el barco puede ser otra de esas pequeñas razones que repelen como polos opuestos la profesión de marinero y la juventud.

Se presenta el marco de una profesión muy sacrificada, y que muestra un estilo de vida diferente a la que el 'millennial' aspira

En definitiva, se presenta el marco de una profesión muy sacrificada, y que muestra un estilo de vida diferente a la que el 'millennial' aspira. Pese a todo, el mar podría ser la vía de empleo de muchos jóvenes sin trabajo. Ahí hay trabajo, siempre y cuando los jóvenes acepten el esfuerzo que requiere la profesión.

El sacrificio hecho profesión

Cuán cruel es el tiempo. Pasa por delante de puntillas y no vuelve atrás. No se recupera, discurre segundo a segundo como un goteo que desgarra. Esta es la gran frustración de los héroes del mar. Los marineros, capitanes, contramaestres, engrasadores, oficiales de máquinas y demás puestos en pesca de altura. Ellos pasan la mayoría de sus vidas subidos a un barco, pescando, sustentando la red internacional de pescado para que haya suficiente en todos los puntos del mundo. Para que el profesor, empresario, mecánico, o abogado, cuando vaya a comprar al supermercado, tenga donde elegir. Sacrificio a gran escala. Entregar lo más valioso del mundo, el tiempo, a la mar.

Miles de españoles trabajan en el oficio de la pesca de altura, es decir, aquella pesca que se realiza en altamar, alejados de la costa. La mayoría de estos trabajos son en países insospechados alrededor del globo, y no al lado de casa. Basta que a uno de estos currantes les llame la empresa armadora (aquella que tiene la flota de barcos y se encarga de la gestión de toda la pesca) para que al día siguiente tengan que coger un avión, o varios, a un lugar a miles de kilómetros de su familia. Da igual si al día siguiente te casas, si es el bautizo de tu hijo o si tienes reserva para una celebración en el mejor restaurante de la ciudad. Si te llaman, has de acudir si quieres seguir llevando dinero a casa.

Da igual si al día siguiente te casas o es el bautizo de tu hijo, si te llaman, debes ir

"Es muy duro estar fuera de casa y de la familia", afirma rotundo Antonio Soage, quien se ha dedicado durante 40 años a la pesca de altura, y ahora, jubilado, reflexiona sobre la que ha sido su profesión y su vida. Prácticamente a través de sus ojos, clavados en un punto fijo al hablar, se puede vislumbrar una magullada trayectoria entre mareas. Sus inicios en la profesión fueron muy precoces: "Yo empecé con 16 años en Terranova". Terranova está situado en Canadá. Es uno de los lugares más duros y peligrosos para los marineros. Altas olas se elevan sobre el barco de pesca normalmente acompañadas de duros temporales. A esto hay que sumarle el frío desproporcionado que hace, además de las aguas gélidas que chocan contra el barco. Uno de los lugares menos deseados para trabajar.

El mayor de 13 hermanos, Antonio, en 1972, siendo aún un adolescente, marchó a las duras aguas canadienses como ayudante de cocina. "Mi decisión de trabajar en la mar fue en contra del criterio de mis padres, que nunca quisieron que me dedicase a ello, pero me empeciné en trabajar ahí", afirma con media sonrisa el experimentado capitán durante tantos años. A esto, argumenta aquella decisión subrayando: "En aquel entonces era lo más normal. O aportabas dinero a la familia saliendo al mar, o estudiabas, y yo era el mayor de 13 hermanos, elegí la primera opción". Y justo en aquel momento empezó una vida llena de entrega y dedicación al mar, con todo lo que ello conllevaba.

Cuarenta años de profesión, nada más y nada menos. Un grandísimo profesional que maldice al tiempo, y un poco también a su amada profesión, por las horas, los días y las semanas que no pudo pasar junto a su familia. Su experiencia y su trabajo pasan por todos los lugares donde tuvo que trabajar en el interior de un barco. Terranova (Canadá), Islas Malvinas (Argentina), Namibia, Angola, Mauritania y Marruecos son aquellos lugares donde tuvo que faenar, alejado de los suyos durante tanto tiempo, estando largos periodos de tiempo sin volver a casa, y sabiendo que al llegar únicamente un tiempo ínfimo le haría disfrutar del calor de los suyos antes de volver a marchar.

placeholder Antonio Soage. (Lino Vargas)
Antonio Soage. (Lino Vargas)

Una profesión de riesgo

Imprescindible. La pesca de altura presenta una pieza fundamental en el engranaje global. Representa el grueso del pescado que se sirve a la mesa en el mundo. Es irónico pensar lo habitual que es comer merluza, bacalao o pulpo en la dieta diaria de una persona, y el desconocimiento que hay detrás de cómo llega al consumidor. En Argentina, la pesca principal es de merluza y pota, en Namibia, la pesca principal también es de merluza (aunque además se pesca bastante rape y otras especies), en Terranova lo principal es el bacalao, en Angola, marisco y gamba roja, y en lugares como Marruecos o Mauritania, se suele pescar pulpo o sepia.

Para definir su oficio, Antonio Soage hace una pausa, piensa durante apenas cinco segundos y dicta: "Es una profesión dura, de alto riesgo". Las palabras cogen fuerza mientras las pronuncia, es importante para él que se conozca la vileza de la profesión. "Estás sobre las aguas del mar en un medio totalmente inestable, donde los riesgos conviven contigo día a día, puede pasar cualquier cosa, porque nunca estás seguro del todo, aguantando temporales que son inimaginables".

Pese al peligro implícito en la labor de la pesca de altura, Antonio incide en dejar claro que eso no es lo peor, lo que más se sufre es la distancia del hogar. "He llegado a estar cinco meses sin pisar tierra, y 10 meses al año sin estar en casa con la familia", los ojos vidriosos y la tristeza al pronunciar estas palabras traspasan, y hace de algún modo entender mínimamente lo cruel que es esa situación. Prosigue: "Te pierdes tu época dorada, los mejores años de tu vida, pierdes lo más bonito del mundo, que es el crecimiento de tus hijos, en definitiva, te pierdes lo más bonito de la vida".

Para subirse a un barco durante largos periodos de tiempo hay que tener, o desarrollar, fortaleza psicológica. Aun así, los hay como Antonio que, pese a todo el sufrimiento que les ha podido causar su trabajo, han tenido la suerte de disfrutar y tener pasión por él. No obstante, el capitán gallego hila una reflexión desde la visión periscópica que le da la jubilación: "Si tuviera otra oportunidad, no elegiría esta profesión, solamente por el hecho de perderme lo que me he perdido de la familia". El peso de la reflexión es mayúsculo, hace ver, en cierto sentido, el sacrificio tan grande que hay detrás de una vida dedicada al trabajo en la mar.

Figura de la mujer y la ausencia paternal en casa

Si para un capitán, marinero u otro puesto de barco es dura su labor, y lo que ello conlleva, para la familia no lo es menos. La figura de la mujer (en muchos casos, también madre) emerge en la familia como la piedra angular de todo. Epicentro y sustento familiar. La persona sobre la que se cargan las piedras del día a día. Antonio Soage habla de su mujer como si de una superheroína se tratase. "Ellas son las que asumen todos los roles familiares, es decir, hacen de padre, hacen de madre, solucionan los problemas de casa, gestionan el hogar, en definitiva, lo hacen todo ellas, y por tanto tiene que ser muy duro llevar a la espalda todos estos pesos diarios, además del dolor de la ausencia de su marido". La envergadura emocional representada en la figura de la mujer es sumamente compleja.

Cuando un marinero, que además es padre de familia, llega a casa tras largos meses trabajando, ocurre algo. La introducción de la presencia paternal en el quehacer diario familiar chirría en cierto modo con el 'statu quo' de la casa. El padre se convierte en un familiar sin rol. La mujer está acostumbrada a gestionar todo. Facturas, negocios, escuela de los hijos, etcétera. Y, pese a que el marinero, ansioso por participar y ayudar en la vida familiar, quiera implicarse en casa, la figura maternal suele pensar "mejor no toques nada en los meses que estás aquí, y así no se desorganiza nada", ya que ella es quién tiene todo organizado de una forma determinada durante la totalidad de los meses del año.

Dada esta circunstancia, la impotencia del marinero es enorme. Según cuenta el versado capitán gallego, Antonio Soage: "Es difícil explicar todo lo que pasamos y sentimos en el mar sabiendo que no podemos estar en casa apoyando a nuestra mujer y viviendo el día a día de nuestros hijos". La angustiosa herida interna que provoca no poder estar presente diariamente en la vida de la familia.

placeholder Barco de pesca de arrastre atracado en el puerto de Marín, Pontevedra. (Lino Vargas)
Barco de pesca de arrastre atracado en el puerto de Marín, Pontevedra. (Lino Vargas)

Tránsito de la vida en el mar a la realidad de casa

La mar es dura, y no solo el marinero pasa por la mar, sino que la mar también pasa por el marinero. ¿Qué significa esto? Que la vida sobre un barco durante tantos meses al año puede crear en el trabajador una serie de costumbres. "Al final, pasas la mayoría del tiempo en altamar, y eso lleva consigo una vida bastante triste y solitaria que te embrutece". Al llegar al hogar, pueden chocar los hábitos de marinero con los de su morada. "Yo recuerdo cuando venía de la mar que mi mujer siempre me decía: 'Relájate un poco y habla con más tranquilidad que pareces un salvaje', y con razón, porque venía de unas relaciones diarias más toscas y brutas", comenta Antonio recordando las múltiples veces que volvía a casa tras las mareas.

Comunicación desde el barco con la familia

"Eso es una evolución espectacular que ha habido", afirma el capitán marinense en referencia a la forma de comunicarse desde el barco con la familia. "Cuando yo empecé, se hablaba con los míos por la radio, ¿qué quiere decir eso? Que tú te comunicabas por radio con Pozuelo del Rey, y desde allí te comunicaban vía teléfono con casa". Un ‘embolao’ laberíntico para poder llamar al domicilio. "La conversación con tu familia era una comunicación abierta, cualquiera que estuviese en esa frecuencia podía escuchar a ambos, por tanto, las conversaciones que tenías eran simplemente por escuchar a tu esposa y saber que estaba bien".

Poder estar en contacto mínimamente con la familia cuando estás a miles de kilómetros de ellos es imprescindible para aplacar 'los fantasmas internos'. Antiguamente, tal y como cuenta Antonio Soage, la comunicación era compleja. Posteriormente, con la llegada de la comunicación vía satélite, pasó a ser "prohibitiva". "Yo me acuerdo de pagar de aquella 700 pesetas por minuto, o más". Sin embargo, el tiempo fue discurriendo, y los precios se fueron abaratando. Y con el gran avance tecnológico actual, "se puede hablar vía WhatsApp, vía videollamada, en definitiva, ahora puede haber mucha más, y mejor, comunicación".

Ser capitán y ser marinero

Capitán y marinero. Dos rangos en una misma labor. Dos de las piezas en el complejo funcionamiento de una tarea minuciosa. "La labor de capitán es más compleja, pero no tan sacrificada físicamente como la de un marinero", define Antonio marcando las líneas entre ambos puestos en una embarcación. El capitán dirige, traza la estrategia, es el responsable del éxito o el fracaso. El marinero cumple órdenes y hace el 'trabajo de campo'. Para los futboleros, es como si el capitán fuese el entrenador del equipo, y los marineros los jugadores.

"Nada de lo que les pagan a los marineros compensa el trabajo que realizan, que es muy pero que muy sacrificado y duro, excesivamente duro", opina el capitán con 40 años de experiencia a sus espaldas. Además, añade: "Yo cuando fui marinero llegué a estar hasta tres días sin dormir, sin descansar". Trabajo prácticamente inhumano que en algunos casos tienen que realizar los marineros.

placeholder Interior de un barco de pesca de arrastre en Namibia. (Antonio Soage)
Interior de un barco de pesca de arrastre en Namibia. (Antonio Soage)

La labor del capitán es menos física, pero bastante más compleja y dura a nivel mental. "Como capitán, tienes la presión del armador, las exigencias de la empresa, y sobre todo tienes una responsabilidad enorme con las familias del resto de la tripulación". Un capitán es líder. Y eso trae consigo el deber de llevar a la espalda el peso de todo. "Las familias de las personas a bordo dependen de tu resultado como capitán, ya que todos cobran en proporción al resultado de la pesca. Es una enorme responsabilidad".

En sus años como capitán (desde los 26 años de edad), Antonio Soage narra que "esa responsabilidad te lleva, en muchas ocasiones, a no poder dormir, no descansar, es un desgaste psicológico enorme". De hecho, sobre este desgaste psicológico, desvela: "A mí me ha pasado alguna que otra vez que he llorado de impotencia en el puente porque la pesca no iba bien y eso conlleva mucho". La lucha interior consigo mismo es algo que va implícito en el puesto de capitán.

Papel de las empresas armadoras

El papel de las empresas armadoras en el sacrificado oficio de la pesca de altura es fundamental. Dueñas de las flotas, gestionan el comercio del pescado, así como contratan y dan indicaciones a los capitanes de barco de cara a la pesca. Atienden las inquietudes de los propios capitanes, ya sea por una avería en la embarcación o por recomendación de una posible mejora. Y, por supuesto, se encargan de gestionar los relevos en los barcos.

El tema de los relevos, con la llegada del covid-19, se ha convertido en "una cuestión bastante compleja", como afirma el presidente de la armadora Pesmar SA, Álvaro Martínez Riva, debido a las cuarentenas obligatorias en algunos países. El propio presidente habla de la importancia de ser consciente desde su puesto del peligro que entraña la profesión. "Es una vida muy sacrificada, y los trabajadores españoles son muy buenos en lo suyo, de lo mejor que hay". Ha habido, y hay sobre todo, muy buenos capitanes españoles en diversas empresas de pesca de altura, como el propio Antonio Soage (ya jubilado) o Antonio Cidrás (actualmente en activo en Namibia).

placeholder El presidente de Pesmar SA, Álvaro Martínez Riva. (Lino Vargas)
El presidente de Pesmar SA, Álvaro Martínez Riva. (Lino Vargas)

Al preguntar sobre el trato y el contacto continuo con los capitanes en diversas reuniones, el presidente de Pesmar comenta entre risas: "Siempre vienen a pedir que les suba el sueldo". Segundos después, aclara: "Es una broma". En un tono más serio, Álvaro afirma: "Normalmente me suelen pedir lo que es necesario para la siguiente marea en cuanto a lo que al barco se refiere". Ante esto, él describe: "Yo siempre escucho, casi nunca he dado una negativa a una petición de un capitán, siempre se busca una solución".

La feroz competencia en pesca

En la pesca, hay una competencia feroz. A la hora de trabajar, casi todo es competencia. Por ver quién pesca más, por ser el mejor. Esto perfuma el ambiente entre colegas de profesión de cierta rivalidad excesiva y toxicidad. Muchos capitanes se llevan a la tumba sus apuntes con medidas y 'tips' a la hora de realizar su trabajo. Antonio Soage, siendo consciente del crudo panorama en el oficio, discrepa de estas actitudes. Él piensa que "es lícito querer ser el mejor, todos ambicionamos eso", pero cree que es importante también que los conocimientos de una vida trasciendan. Por ello, yendo a contracorriente de muchos compañeros de profesión, tras jubilarse ha escrito un manual, llamado 'Mis 40 años de experiencia en la pesca de arrastre', representando sus conocimientos para orientar a las futuras generaciones. Una profesión muy sacrificada en lo personal, necesaria ante todo, y poco valorada en nuestro país.

Como una especie en extinción. Los marineros españoles cada vez son menos. Pasan los años y los jóvenes no quieren dedicar su vida al mar. Una profesión que hace contraste con el estilo de vida de los 'millennials'. Sacrificio físico y mental. Trabajo en condiciones complejas, lejos del hogar, de la familia, con un uso mínimo de las nuevas tecnologías. Así es la labor de un trabajador en pesca de altura. Esto puede llevar a la pregunta: ¿la profesión de marinero es demasiado dura para los nuevos jóvenes? Esa puede ser la razón principal, o solo una de las razones por las que cada vez menos personas quieren dedicar su vida a ello.

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