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La misteriosa desaparición de la derecha en Cataluña: ¿todos se han hecho de izquierda?
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UNA EXCEPCIONALIDAD HISTÓRICA

La misteriosa desaparición de la derecha en Cataluña: ¿todos se han hecho de izquierda?

Hoy solo una de cada ocho de personas se considera de derechas en la región, la mitad que hace tres décadas. ¿Han desaparecido decenas de miles de votantes?

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Cataluña es tierra de excepcionalidades y, como tal, suelo fértil para paradojas que tal vez no se repitan en ningún otro rincón del mundo. En las elecciones del próximo 14 de febrero, se pondrá sobre la mesa una de ellas, quizá no la más evidente, pero que dice mucho acerca del punto en que se encuentra la región: el paulatino desplazamiento del campo de batalla electoral hacia la izquierda que ha provocado que la derecha prácticamente se haya extinguido. Es posible que el eje catalanista-españolista haya devorado al de izquierda-derecha, pero ¿por qué lo ha hecho hacia la siniestra y no hacia la diestra?

En un hipotético eje izquierda-derecha y catalanista-españolista, la derecha tan solo contaría con la presencia (relativamente baja) de PP y, hasta cierto punto, de Ciudadanos. Pero el cuadrante de independentistas de derechas está hoy vacío y no parece que haya nadie que lo vaya a ocupar próximamente. Ello, a pesar de que Convergència i Unió y sus herederos hayan ostentado el poder durante la mayor parte de la historia de la Generalitat tras la Transición, con la excepción del tripartito. ¿Es que las elecciones del próximo domingo serán una guerra de la izquierda contra la izquierda? Resulta obvio que no.

"Solo un 8% se sitúa en la derecha o en el centro derecha, una cantidad muy baja"

Este es uno de los temas que lleva décadas estudiando el politólogo de la UAB, Oriol Bartomeus, autor de ‘El terremoto silencioso’, que recuerda en sus trabajos sobre la transformación del espacio político catalán que tan solo una de cada ocho personas en Cataluña se define de derechas, cuando ese porcentaje, en el año 1991, era el doble. El eje se ha ido desplazando progresivamente, hasta el punto de que el independentismo es de izquierdas por defecto. El politólogo responde.

PREGUNTA. ¿Qué pasa, ya no hay nadie de derechas en Cataluña?

RESPUESTA. Los hay, pero pocos.

Una confluencia de factores

Primer factor: España se orienta más a la izquierda que a la derecha. “Somos un país con una tendencia más progresista que conservadora, es una cuestión de herencia política que identifica la izquierda con el progresismo”, recuerda Bartomeus. Segundo factor: esta orientación es aún más acusada en Cataluña, algo que también ocurre en otras regiones con reivindicaciones emancipatorias como Escocia. “Los partidos más a la derecha tienen su electorado en el centro, porque hay poca gente que se sitúe a la derecha o el centro-derecha. Solo tenemos un 8% que se sitúa ahí, que es muy poco”.

Según el último ICPS, el sondeo de opinión de Cataluña, el 38,4% de encuestados se ubicaba en la izquierda, el 17,8% en el centro izquierda y el 4,4% en el extremo izquierda. Por el contrario, la derecha se limitaba a un 4,6% en el centroderecha, un 3,3% en la derecha y un 0,4% en la ultraderecha. Ni siquiera el centro (14,9%) destaca demasiado, como sí lo hacía en 1991 (27%). La polarización, en este caso, se ha convertido en una convergencia en el mismo eje político, pero distintas dimensiones identitarias.

Sigamos con otros dos factores aportados por Bartomeus. Factor número tres, que trata a fondo en su libro: el relevo generacional, que recoge una de las tendencias de los años recientes en Cataluña, que es la relación directa entre independentismo e izquierda. “Cada nueva generación se ha ubicado un poco más a la izquierda y se ha acercado al sentimiento de pertenencia catalán”, recuerda el politólogo. Hacia arriba y la izquierda, es decir, cada vez más lejos del españolismo.

El cuarto factor es el 'procés', una aceleradora política cuyos efectos aún se están cuantificando. “Ha provocado que una parte considerable del voto del electorado de Convergència que se situaba en el centro se haya extremado hacia la izquierda y arriba”, añade el politólogo. “Esto es así básicamente porque en Cataluña existe una asociación muy obvia entre la izquierda y las posiciones nacionalistas catalanistas. Como el catalanismo ha sido históricamente una fuerza de oposición al centralismo, y este se ha relacionado tradicionalmente con la derecha, lo normal es que, a más catalanismo, más a la izquierda”.

Lo que da lugar a uno de los fenómenos más fascinantes, por único, del electoralismo catalán: la conversión del votante tradicional de derecha convergente en simpatizante de la CUP. “Lo interesante del caso es que hay un electorado mayor, de 60 años para arriba, que durante los años 90 se situaba en la derecha de CiU y a partir de 2012 se ha ido desplazando a posiciones de izquierda o de centroizquierda más extremas, y esto es producto del 'procés”, recuerda Bartomeus. “La transformación de Convergència en Junts ha ido arrastrando al electorado. El viaje sideral que ha dado es espectacular”.

"Gente que diga ‘me siento catalán y de derechas’ no existe"

Xavier Romero Vidal, del Centro para el Estudio de la Democracia (ZDEMO) en la Universidad Leuphana de Lüneburg, ha estudiado cómo esa orientación del electorado hacia un lado u otro depende, entre otras razones, del signo del Gobierno de Moncloa. Es decir, los años de aznarismo fueron un acicate para el desplazamiento hacia la izquierda del electorado catalán, como explica en ‘Dos temperaturas para un termostato’, su análisis del periodo 1991-2008.

“Desde 2005, en Cataluña la identidad predominante es la de izquierdas (3-4) por encima de las de centro (5-6), según las series del CIS”, explica el investigador. “Esta última categoría de centro cae especialmente a partir de 2012, y en paralelo suben las identidades de izquierda (tanto moderada, 3-4, como radical, 1-2). Este desplazamiento se refleja claramente en los cambios en el sistema de partidos catalán de los años siguientes. En concreto, la disolución de CiU en 2015 y la entrada de la CUP en el Parlament. Esto sugiere que estos cambios tienen un significado importante y consecuencias en el voto”.

Una izquierda de derechas

La gran pregunta que plantea este corrimiento hacia la izquierda del electorado catalán, incluso del más conservador, es si de verdad se trata de un pensamiento de izquierda o, simplemente, esta noción ha sido devorada por el eje independentista. Es lo que Bartomeus denomina “izquierda retórica”: "La política que defienden es la de Convergència de toda la vida, bajar impuestos, apoyar a las empresas. Cuando les preguntas por medidas concretas, se trata de un sector que defiende posiciones de derechas. En realidad, no existe derecha catalana, existe derecha española. Pero gente que diga ‘me siento catalán y de derechas’ no existe, y es fruto de esos 200 años de asociación entre posiciones progresistas y autonomistas. También existe hasta cierto punto con el PNV, pero ni el PNV de Lizarra ha hecho el viaje que ha hecho Convergència".

Romero añade: “En cuanto a votantes, hay una parte del centroderecha que es catalanista, pero no independentista. No hay ahora mismo un partido que combine estas posiciones, aunque el PDeCAT, más moderado en el eje nacional, podría recabar parte de estos votos. El tirón electoral de Junts, sin embargo, es muy fuerte y parece poder arrastrar una parte importante del electorado de la antigua CiU, por lo que el espacio que deja libre es relativamente pequeño”.

"Es más fácil para la CUP acordar un Gobierno con JxCAT que con el PSC"

Una situación que no se aplica a las lógicas electorales de otros lugares, pero que puede provocar peculiares compañeros de cama. Como encamar políticamente al burgués liberal con su nieto rebelde de la CUP. “Resulta más fácil para Esquerra, incluso para un partido anticapitalista como la CUP, acordar un Gobierno con la derecha nacionalista que con la izquierda no nacionalista. Si fuésemos muy mal pensados, diríamos que esto ha sido un proyecto político de la derecha nacionalista para evitar otro Gobierno de izquierdas, pero no vamos a ser mal pensados, ¿verdad?”, añade el politólogo. “Cuando la CUP inviste como presidente de la Generalitat a alguien tan de derechas como Quim Torra, algo funciona raro en este país, porque en lógica de izquierda-derecha, es impensable”. Pero no es esa lógica la que impera.

Río izquierdista, ganancia de ERC

Hay que recordar la importancia que ha tenido en Cataluña lo que durante décadas se ha llamado el voto dual. Es decir, el voto a partidos de centroderecha como CiU en las elecciones regionales y municipales y al PSOE, o en menor medida, al PP, en las generales. En las autonómicas, predominaba el eje catalanista-españolista, y en las generales, el eje izquierda-derecha. “Eso ha permitido que se votase al PSC en las generales y a Pujol en las autonómicas por razones identitarias”, recuerda Bartomeus.

En 2005, el polítologo y economista actualmente afiliado a la Universidad de Georgetown, Josep M. Colomer, publicaba un premonitorio artículo titulado “Catalanizar la izquierda”, señalando el programa de ERC de mover el marco político a la izquierda, frente a la catalanización de la derecha de Pujol a través de la burguesía y las antiguas élites del franquismo. Hoy, 16 años después, cuando El Confidencial consulta al profesor a propósito de dicho vaticinio, este señala otro texto publicado en ‘Ara’, titulado “El voto dual se acaba”.

placeholder Un viaje sideral. (EFE)
Un viaje sideral. (EFE)

En él, escribe: “En los últimos cinco años, el porcentaje de voto de los dos bloques ha sido muy estable, pero ha habido novedades. En las elecciones españolas, la gran mayoría de los antiguos votantes duales vota igual que en las catalanas, sobre todo, a Esquerra Republicana. Por el otro lado, en las elecciones catalanas, los antiguos abstencionistas ya no se abstienen, sino que han votado sobre todo por PSC y Ciudadanos. La participación es ya tan alta en las catalanas (79% en 2017) como en las generales (78% en abril de 2019)”.

Romero añade: “También se podría hablar de la ‘izquierdización’ del independentismo. La cuestión es que las dos dimensiones tienden a converger. La coincidencia temporal de la crisis económica, que movió la opinión pública catalana a la izquierda, y la crisis territorial, que hizo crecer el independentismo, transforma la opinión pública catalana. El nuevo escenario beneficia a ERC en ambas dimensiones, como prueban sus resultados electorales en la última década”.

Los bloques que no se tocan

El resultado, el conocido. Una división en dos bloques muy polarizados, construidos alrededor del eje identitario y que, irónicamente, están cerquísima en el eje izquierda-derecha. “El espacio del centro ha desaparecido y ahora jugamos en dos espacios extremos: ya no existe una única izquierda catalanista, sino dos tipos, la independentista y la del PSC, que retóricamente sigue siendo catalanista, pero ha perdido un poco de ese brillo”, añade Bartomeus. “Lo que es interesante en el efecto de polarización es que tengamos dos izquierdas de dimensiones similares que conjuntamente podrían sumar una mayoría parlamentaria, pero podrían no hacerlo por el otro eje, en el que están distanciadas al máximo”.

Xavier Romero realiza una observación a propósito de la aparente contradicción en el electorado catalán.

PREGUNTA. ¿Todo el mundo en Cataluña se piensa que es de izquierdas?

RESPUESTA. No dispongo de datos que indiquen que hay una mayor 'disonancia' entre la autoubicación ideológica y preferencias concretas en Cataluña que en otros contextos. El significado de la dimensión izquierda-derecha es por definición algo contextual, que evoluciona a lo largo del tiempo y varía entre territorios. Una evolución común es que la dimensión principal (resumida en el eje izquierda-derecha) incorpore temas nuevos que aparecen en el debate público a lo largo del tiempo. Por ejemplo, ha habido incorporación de temas sociales/culturales (feminismo, LGTBI, medio ambiente, migración), que han ganado peso relativo sobre cuestiones económicas. 'A priori', estos temas no tienen una vinculación con las posiciones económicas que inicialmente definían qué era la izquierda y qué era la derecha, pero las posiciones en cuestiones culturales y económicas terminan asociándose con posiciones económicas concretas (y que simplificamos como de izquierdas o derechas).

"¿Los que se identifican con la izquierda en Cataluña están equivocados? No"

Algo parecido parece estar ocurriendo con el eje nacional en Cataluña: aunque 'a priori' las posiciones en cuestiones económicas no están necesariamente ligadas a una posición acerca de la independencia, la dinámica propia del debate público y el sistema de partidos va generando una alineación de posiciones que a su vez transforma el significado del eje izquierda-derecha. ¿Significa esto que los que se identifican con la izquierda en Cataluña están equivocados? No. Quizá se equivoquen los que observen esta tendencia sin tener en cuenta qué significado tiene la dimensión izquierda-derecha en la Cataluña actual.

La política como termostato

La ironía final quizá se encuentre en que, a medida que el electorado catalán se ha desplazado progresivamente a la izquierda desde los años 90, el español lo ha hecho hacia la derecha, como recuerda Romero aludiendo a un trabajo publicado el año pasado por John Bartle, Agustí Bosch y Lluís Orriols. En él, los autores afirman que “el electorado se ha desplazado hacia la derecha a causa de factores de acción gubernamental y económicos”.

Foto: Manifestación contra el 'procés' en Barcelona convocada por Sociedad Civil Catalana en 2019. (EFE)

Es una revisión de esa idea que Romero presentaba en su trabajo: que los Gobiernos de centroderecha (ya sea tanto en la propia Generalitat como en el Estado) generan una demanda de ejecutivos del signo opuesto. ¿En qué sentido influirán en las próximas elecciones? “Es difícil de medir el posible efecto ‘termostático’ del actual Gobierno, ya que tanto los hechos tras octubre de 2017 como la pandemia suponen contextos muy excepcionales que generan dinámicas excepcionales. Sin embargo, sí creo que más a largo plazo podemos esperar que la dinámica de las últimas décadas se repita. Cabe destacar que el PP tiende a producir reacciones ‘termostáticas’ más fuertes en Cataluña que el PSOE. Es decir, el desplazamiento a la izquierda es mayor cuando gobierna el PP que el correspondiente giro a la derecha cuando gobierna el PSOE. Eso explica que, a la larga, el centro de gravedad político se ha ido moviendo a la izquierda, ya que no vuelve al punto inicial. En caso de que una coalición de izquierdas ocupe la Generalitat (más aún si también gobierna la izquierda en Madrid), es probable que veamos una vuelta de la opinión pública a posiciones más centristas (como consecuencia de una reacción termostática a la derecha)”.

Cataluña es tierra de excepcionalidades y, como tal, suelo fértil para paradojas que tal vez no se repitan en ningún otro rincón del mundo. En las elecciones del próximo 14 de febrero, se pondrá sobre la mesa una de ellas, quizá no la más evidente, pero que dice mucho acerca del punto en que se encuentra la región: el paulatino desplazamiento del campo de batalla electoral hacia la izquierda que ha provocado que la derecha prácticamente se haya extinguido. Es posible que el eje catalanista-españolista haya devorado al de izquierda-derecha, pero ¿por qué lo ha hecho hacia la siniestra y no hacia la diestra?

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