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¿Qué le pasa a Pablo Iglesias? El futuro distópico del líder que asaltó los cielos
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Fin del límite de mandatos

¿Qué le pasa a Pablo Iglesias? El futuro distópico del líder que asaltó los cielos

Podemos apuesta por el reinado sin caducidad de Iglesias. ¿Mantiene aún el hilo con su pasado militante? ¿Qué pasará si el Gobierno recorta y la calle se subleva?

Foto: Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno. (El Herrero)
Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno. (El Herrero)
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Madrid, años noventa, un jovencito Pablo Iglesias interviene en una asamblea huelguista universitaria. Sube el tono, se alarga, se recrea... Hasta que un compañero le interrumpe al grito de: "Pablo, plasta, ¡vete al Parlamento!". Por lo visto, Iglesias se tomó el consejo completamente en serio. Pasó hace dos décadas. Pablo Iglesias tenía unos 20 años.

Lo que descolocaba de Iglesias entonces no solo eran sus arengas, sino que supuraba ambición. Hablaba como si tuviera grandes planes, como si estuviera poseído por la Historia, según coinciden varios excompañeros de viaje. Todos cuentan diversas variaciones de la misma escena: Pablo Iglesias arengando a amigos, militantes y masas; en bares, locales y manifestaciones antiglobalización. Iglesias metiendo "una chapa tremenda", y los presentes diciendo por lo bajini: "Por dios, ¡que alguien le calle!".

placeholder Pablo Iglesias en un mitin en la Puerta del Sol. (Reuters)
Pablo Iglesias en un mitin en la Puerta del Sol. (Reuters)

Cuando Pablo Iglesias entró en el Congreso de los Diputados, cerró un círculo con su pasado militante. En los próximos meses —si el Gobierno del que es vicepresidente se ve forzado a recortar y a contener la protesta social— podría cerrarse otro. ¿El definitivo? Al tiempo que las costuras biográficas de Iglesias están bajo creciente tensión, Podemos ha acordado ahora blindarle hasta que él quiera: reelegido con un 92% de los votos y sin límite claro de mandatos.

Que la nueva política se parece bastante a la vieja, ya se ha dicho. Que el Podemos de ayer se parece poco al Podemos de hoy, también. Ahora bien: ¿El Pablo Iglesias de hoy tiene algo que ver con el de ayer? Compra de chalet, activación de plebiscitos para ventilar asuntos personales, purgas para convertir el partido en búnker pablista, laminación de contrapesos internos, mandato sin fecha de caducidad. ¿Está Iglesias atrapado para siempre en su burbuja?

Alcanzada la vicepresidencia y con el partido pacificado 'manu militari', 2020 podría haber sido el año en el que Pablo Iglesias disfrutara del poder... de no ser porque 2020 podría ser el año de la mayor carnicería política en una década: no hay dirigente occidental que aspire hoy a mucho más que a llegar vivo a Navidad. La crisis económica coronavírica va a tensionar al límite las contradicciones políticas de Iglesias. ¿Habrá quiebre interno? ¿Se romperá el hilo que une al vicepresidente con el militante? Esta es la historia del hilo que une al Iglesias del pasado con el Iglesias del futuro. El relato de lo que queda de ese hilo y de lo que hay al final del mismo.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE) Opinión

En el día de hoy

La Tercera Asamblea de Podemos se ha celebrada esta semana. 'Online'. Fantasma. Más que asamblea: trámite. Al votar por Iglesias, la militancia ha refrendado sus nuevas propuestas para el partido. Adiós a la limitación salarial. El secretario general se reserva el nombramiento y cese de los cargos sensibles. Los mandatos se amplían hasta los doce años (o más). ¿Pablo Iglesias 'forever'? ¿Es una maniobra para perpetuarse él o a los suyos? "Tiene más que ver con el Podemos post Pablo Iglesias: se blinda el aparato para cuando él se vaya. Creo que Iglesias dejará Podemos cuando deje el Gobierno, porque más no va a subir, presidente nunca va a ser, le veo más dedicándose a ejercer de exvicepresidente que atrincherándose en un partido agotado. No importa que los nuevos estatutos digan que el secretario general puede estar hasta el fin de los tiempos: Iglesias tiene fecha de caducidad", explica un miembro fundador de Podemos.

Podemos empezó siendo un proyecto para refundar España... y ha acabado siendo un partido a la medida de un líder

Ramón Espinar, ex senador podemita y amigo del joven Iglesias, opina sobre las medidas: "No es un problema de cobrar más o menos, sino de proyecto político. Podemos se fundó desde la impugnación a una élite política con grandes privilegios y emancipada de su pueblo. No lanzamos esas medidas porque nos consideráramos mejores, sino como vacuna para no acabar como ellos, de ahí la apuesta por limitar los mandatos y los salarios en política. No era una coyuntura, sino una profundización democrática. ¿Por qué se abandona ahora? Se hace en el marco de una renuncia: del Podemos como proyecto de país al Podemos como bisagra de izquierda para gobernar con el PSOE. Podemos ya es un partido de gobierno, sus dirigentes son élite política de izquierdas, y como la coyuntura no demanda ya impugnar a la élite política, se eliminan esas medidas. A mí todo esto me parece muy triste".

"Podemos empezó siendo un proyecto para refundar España, por muy grandilocuente que suene eso, y ha acabado siendo un partido a la medida de un líder", añade Espinar.

Veamos esto último con perspectiva histórica. Hasta en sus tiempos más autónomos, a Iglesias siempre le costó aguantar en proyectos donde no llevara la voz cantante. "Durante sus años de militancia, fue saltando de una organización a otra, no aguantó mucho tiempo en ningún sitio, quizá por una cuestión de carácter, como si no estuviera hecho para los proyectos colectivos. Ha demostrado gran habilidad, valentía y olfato político para cabalgar las coyunturas. Pero también narcisismo y desprecio a la construcción política colectiva. Ha acabado diseñando una organización a su imagen y semejanza. Por eso, es difícil que Podemos sobreviva a su marcha, pero no solo por la dependencia del líder carismático, sino por la renuncia a construir un movimiento democrático más allá de la estructura de cargos", explica el miembro fundador de Podemos.

"Iglesias tiene una personalidad muy fuerte y un ego muy marcado. Se ha ido poniendo retos y los ha ido superando. ¿El último? Ser el primer vicepresidente a la izquierda del PSOE desde la II República. Siempre le ha preocupado mucho lo de hacer Historia", añade el fundador.

Siempre ha tenido un alto concepto de sí mismo, quizá el poder no le ha cambiado tanto y ahora está más cuerdo que nunca porque todo encaja

El ego de Iglesias. ¿Puede uno "hacer Historia" sin acabar en la estratosfera mental? El mal de altura es la pérdida de contacto con la realidad, la persona devorada por el personaje, el delirio de grandeza. Si bien Rajoy salió de la política con cara de haber gestionado una mercería en lugar del Gobierno de la nación, cuando uno se pasa el día metido en el traje de estadista, con altos niveles de presión mediática, rodeado de aduladores y dirigiendo los destinos de El Pueblo, suele acabar tocado. Es una ley de hierro. La versión solemne de la psicodelia mental de las celebrities. El 'weah' político. ¿Va a acabar ahí Pablo Iglesias?

Habla (en tono informal) un exmilitante que acompañó a Iglesias durante la construcción de Podemos:

Iglesias ha demostrado gran habilidad, valentía y olfato político para cabalgar las coyunturas. Pero también narcisismo y desprecio a la construcción colectiva

"A Pablo la imagen que le devolvía el espejo de joven era la del dirigente comunista emergente, de cuando los partidos comunistas importaban. Lo que quiero decir es que hay cierta coherencia biográfica entre el Pablo de ayer y el Pablo de hoy. Como siempre ha tenido un alto concepto de sí mismo, quizá el poder no le ha cambiado tanto. Aunque le haya entrado un poco la locura del poder, igual está más cuerdo ahora que nunca: como vicepresidente del Gobierno, el concepto que tiene de sí mismo se ajusta más a la realidad que antes, cuando solo era un militante insignificante... que hablaba como un vicepresidente del Gobierno. Su autopercepción está bastante más ajustada ahora a la realidad. Ya no hay disonancia cognitiva. Ya no hay delirios de grandeza. Ahora estaría más centrado que nunca porque todo encaja".

¿Pero Iglesias no está en pleno subidón? ¿No le afecta la típica desconexión con la realidad de los altos cargos? "A ver, Iglesias está en el séptimo anillo de Saturno, pero es que ya estaba en el tercer anillo de Saturno cuando no era nadie", zanja el exmilitante.

Más ácida se muestra una antigua diputada autonómica de Podemos: "Pablo Iglesias va a acabar tan sonado como Aznar. Una mezcla de resentimiento activo contra los que le niegan su grandeza e impavidez zen diciendo que solo la Historia puede juzgarle".

placeholder El líder de Podemos en Sol. (Reuters)
El líder de Podemos en Sol. (Reuters)

La entrevista

Pablo Iglesias militó en la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) de los 14 a los 21 años. Con el cambio de siglo, se arrimó a la autonomía (izquierda alternativa vinculada a los movimientos sociales). ¿Era el Pablo militante un poco brasas? ¿O los pesados eran los autónomos y su desconfianza hacia el poder y las rigideces del comunismo más tradicional?

Hablamos con Raúl Sánchez Cedillo, traductor, miembro de la Fundación de los Comunes y activista con encuentros y desencuentros con Pablo Iglesias desde tiempos inmemoriales.

PREGUNTA ¿Da bandazos políticos Iglesias en función de lo que le conviene en cada momento?
RESPUESTA. Pablo siempre ha sido persistente, siempre le ha gustado mandar, siempre ha tenido bandazos. Pero hay que tener cuidado con no caer en la tentación de la ultraderecha: la caricaturización del 'todos los líderes democráticos son tiranos'. Hay que intentar precisar más. Los bandazos de Iglesias tienen que ver también con su propia formación, una mezcla de la tradición del PCE y los movimientos autónomos madrileños, y con su voluntad de poder, claro, aunque sea una voluntad de poder muy política. Yo le conocí a los 18 años y vi que era muy especial en ese sentido. Nunca había conocido a alguien así… hasta que conocí a Errejón, que era igual de especial que Iglesias, pero más inquietante. Son dos tipos excepcionales por exceso de capacidad.

Errejón era otro joven lobo, pero más peligroso que Iglesias por su falta total de empatía

P. ¿Le inquietó más Errejón?
R. Errejón era otro joven lobo, pero más peligroso que Iglesias, por su falta total de empatía. A Pablo Iglesias le pesa mucho lo qué piensan los demás de él, a Errejón, no. Se puede ver como una debilidad de Pablo, pero también como una fortaleza: nunca estará desconectado del todo, aunque se rodee solo de 'yes men' [gente que solo le da la razón], es consciente de que algunas cosas que hace disgustan mucho.

La afinidad entre Errejón e Iglesias era la ambición desmesurada, pero también una sintonía política: Laclau volcó en el peronismo la admiración que sentía por Togliatti [Palmiro Togliatti, secretario general del PCI entre 1927 y 1964]. Es una posición política que incluye necesariamente bandazos constantes: que no nos recupere el Estado, pero siempre dentro del Estado y con un liderazgo que decide todo en última instancia.

Los bandazos políticos de Iglesias son muchas veces oscilaciones de los mundos que hay en su cabeza. No sabemos a dónde nos quiere llevar, quizá a un fracaso más, pero el cree que sabe lo que hace: seguir la tradición del bloque histórico de Togliatti, un comunismo de lucha y de gobierno... que tiene algo de territorio mítico porque apenas existió unos años.

placeholder Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (Raúl Arias)
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (Raúl Arias)

P. ¿Iglesias ya andaba unos centímetros por encima del suelo en su juventud militante?
R. Pablo tiene un sentido arraigado de la historia, una vocación en sentido clásico, vocación política, y ya sabemos que para desear gobernar hay que estar un poco loco. La 'locura' de Iglesias está vinculada a la idea de que en este país siempre ha fracasado la izquierda; en el caso del PCE, por su incapacidad para conectar con las fuerzas sociales y superar al PSOE. Son las tareas históricas pendientes desde la II República, sumadas a cierto providencialismo: grandes hombres vendrán a liderarnos para revertir esto.

La gran contradicción es que alguien que estuvo en [las protestas antiglobalización de] Génova y en los alrededores de la autonomía madrileña, acabe de vicepresidente del Gobierno. Es difícil no ser absorbido por el Estado por más voluntarismo que le pongas.

P. ¿Absorbido por el Estado nivel acabar como un meme de Felipe González?
R. No tanto. Cualquiera puede convertirse en un monstruo o en un pelele, pero Pablo tendría que sufrir un grave quiebre interno para caer en eso. Si Iglesias se mantiene en la brecha es porque cree que puede salvar la partida pese a todas las concesiones, cree que puede seguir cabalgando las contradicciones de las élites políticas, o sea, que aún se lo cree.

Siempre ha sido así. Nunca fue un quincemayista convencido o un comeflores

P. ¿No ha perdido el hilo con la realidad?
R. Siempre ha sido así. Nunca fue un quincemayista convencido o un comeflores. Es alguien con una esquizofrenia de influencias políticas. Su madre era de Comisiones Obreras, su padre del FRAP, se formó en las Juventudes Comunistas —esto es importante: cuando se recrudeció la lucha interna en Podemos, se apoyó en la gente que había conocido allí— y su viaje siguió hasta la autonomía madrileña y los centros sociales.

De hecho, encabezó una escisión autónoma dentro de las Juventudes Comunistas, vio que debían adoptar la estética y la radicalidad autónoma para comerse el pastel. A su sector de las Juventudes Comunistas, unos macarras les echaron una vez un local a punta de navaja. Vinieron al Laboratorio II [centro social autogestionado en el Lavapiés noventero] a pedir ayuda para recuperar el espacio. Vinieron, entre otros, Rafa Mayoral y Pablo Iglesias, que tenía 18 años… y hablaba exactamente igual que ahora (risas). Una cosa solemne y pasada de rosca: "NOSOTROS LOS COMUNISTAS NO VAMOS A PERMITIR QUE UNOS MACARRAS ALIENADOS"… Nos dio a todos la risa loca oyéndole, pero había algo que no era ninguna broma: el tipo era especial, para bien o para mal, pero especial. El peso de la Historia estaba ya en su cabeza y creía tener una misión.

El caso es que le acabaron echando de las Juventudes Comunistas y empezó una errancia política: del Movimiento de Resistencia Global [MRG, punta de lanza de las movilizaciones en Praga y Génova] a organizaciones insignificantes. Fue su travesía del desierto.

placeholder Iglesias en un mitin en La Coruña. (EFE)
Iglesias en un mitin en La Coruña. (EFE)

P. ¿Se sentía fuera de lugar y hablaba un lenguaje épico que no encajaba?
R. Era malquerido en las Juventudes Comunistas y malquerido en la autonomía y los centros sociales por las alergias típicas de cada territorio, pero es que él hablaba así, era capaz de reírse de las actitudes ridículas en las que caía, pero hablaba como hablaba. No es que hubiera hecho un curso para convertirse en político: simplemente es que hablaba imbuido por la narrativa histórica, abducido por Negri, el Che y papá Togliatti. Siempre se ha considerado un personaje histórico, la paradoja es que al final se ha convertido en uno. Ya es un personaje histórico. Y sí: tienes que estar un poco loco para entrar en la Historia como un loco más.

P. Circula este chiste por Podemos: "La primera votación fue para comprarse el chalet y la de ahora para ver cómo lo pagan". Todo puede venir de una tradición histórica, pero el blanqueamiento del chalet de Galapagar vía plebiscito, ¿no se inscribe más bien en la costumbre de salvar los muebles personales a costa de achicharrar al partido?

Lo del chalet fue un gran desastre. ¿Por qué emperrarse en vivir en un chalet que está condenado?

R. Yo se lo he dicho: lo del chalet fue un gran desastre. Empecinarse y encima someterlo a plebiscito. Teniendo en cuenta el tamaño de su ambición y de su proyecto político, ¿por qué emperrarse en vivir en un chalet que está condenado? ¿No ves las virtudes al "me he equivocado, no volverá a ocurrir"? Había incluso narrativa para un recule elegante: Eduardo Inda me acosa, me espían, así no se puede vivir. Lo del chalet costó… no sabría decir... ¿un millón de votos? Más la patrimonialización de la imagen del partido (queriendo o no). No creo que sea un problema de integridad, o de que Pablo busque vivir del cuento o enriquecerse, pero es la imagen que ha quedado.

P. ¿Fue un error abusar del discurso íntegro? El "yo sí vivo en Vallecas, no como vosotros"? ¿Se metió él solo en la trampa de la coherencia tras exprimir el discurso de la casta?
R. Esclavo de sus palabras, sí, aunque el discurso contra la casta fue consensuado, Anticapitalistas también jugó a eso.

P. Era el botón mágico que hacía subir la intención de voto.
R. Claro. El marco lo compartieron todos. Era el momento populista bla, bla, bla. Pero imagínate: cambio de pareja, cambio de estatus, paternidad… Pablo Iglesias patinó de lo lindo con el chalet. Es un disparate, y él lo debe de saber, que igual tenía que haberse comprado una casa en… ¿Rivas?

P. ¿No manejaron bien el simbolismo de irse a la sierra rica?
R. Algo así. Los reyes de la comunicación, de la máscara mediática poniéndose a tiro de toda la derecha populista. Es un agujero en el buque que sigue haciendo agua.

P. Lo que tiene Iglesias es una fuerza interior considerable: el trayecto ha sido salvaje, y ahí sigue… aunque el partido se haya vaciado.

Podemos no tiene apenas vida interna ya, y sin ella, es fácil sucumbir al Estado, porque nadie resiste a la corte, es cuestión de tiempo

R. El problema es que no se fía de nadie, es incapaz de tener una dirección multicéntrica, o una oposición interna digna de tal nombre. Es una de las paradojas de la nueva política, que ha mimetizado la concepción del poder de la monarquía y el Estado. El "mandar solo manda uno". O asumes tu subalternidad dentro de la organización, o sales con los pies por delante.

Podemos no tiene apenas vida interna ya, y sin ella, es fácil sucumbir al Estado, porque nadie resiste a la corte, es cuestión de tiempo. Es un 'partido empresa', no es un insulto, sino una descripción. Es más una plataforma digital de nuevo cuño que un partido bolchevique tradicional. Hay obsesión con la marca y gran flexibilidad de todos los componentes... menos de dos: control estricto de la comunicación y de los nombramientos. Podemos no tiene más democracia interna que cualquier empresa. ¿Que tocas las narices a nivel interno? Finiquito. Anticapitalistas acabó fuera, pero también jugó a eso, formó parte de la construcción de una empresa política que se ha acabado quedando el que ponía la cara (en la papeleta). Eso ya lo advirtió Errejón —en petit comité— tras las elecciones europeas en 2014: ojo que Pablo es mucho más que Podemos, que puede llevarse su cara y montarse otra cosa en cualquier momento. Cuando se pone más el foco en hacer comunicación que en hacer política, se corren esos riesgos.

No creo que Iglesias tire la toalla hasta que los resultados sean rotundamente malos. Tampoco le veo como líder de un partido político obsoleto, tipo los comunistas griegos o portugueses, secretario general hasta que quiera la biología. Lo dejará cuando se quede sin fuelle y considere que ha hecho su aportación a la Historia.

El peor escenario

Para acabar, y ya en términos de política ficción, pongámonos en lo peor. ¿Qué pasaría con Iglesias si Bruselas impusiera a España recortes drásticos como los de Zapatero? "Que negará la mayor mientras pueda. Rollo ZP. Y luego es que yo creo que no llega. En cuanto llegara el recorte de Bruselas o antes, crisis de gobierno, Podemos fuera y o gobierno de salvación nacional o mirlo blanco o elecciones. Como encima haya algún tipo de movilización o motín popular, ya tenemos el psicodrama montado", cuenta la exdiputada de Podemos. O Iglesias ahogándose en sus contradicciones.

No obstante, en el peor de los escenarios, Iglesias siempre podría encontrar una salida, según Cedillo: "Si les echan del gobierno, podría aparecer como víctima de los poderes que aprovechan la pandemia para hacer un ajuste mucho peor que el de la década anterior. Es decir, las circunstancias respaldan su continuidad como figura política. Sus propios errores (quien hace lo del chalet puede volver a hacerlo) pueden terminar con él. Si no los comete tan gordos, su olfato político y su tenacidad en la adversidad le pueden mantener en los juegos políticos hispanos mucho tiempo más, sobre todo porque cada vez menos gente cuestionará la forma empresarial y monárquica de su hacer político, se habrá convertido en 'un jefe'".

Madrid, años noventa, un jovencito Pablo Iglesias interviene en una asamblea huelguista universitaria. Sube el tono, se alarga, se recrea... Hasta que un compañero le interrumpe al grito de: "Pablo, plasta, ¡vete al Parlamento!". Por lo visto, Iglesias se tomó el consejo completamente en serio. Pasó hace dos décadas. Pablo Iglesias tenía unos 20 años.

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