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Landelino: centro, rigor y elegancia en las formas
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muere una figura clave de la transición

Landelino: centro, rigor y elegancia en las formas

Enorme jurista, finísimo catador de normas democráticas que hacen a un país convertirse en Estado de Derecho, acabó sus días en el caserón del Consejo de Estado

Foto: Foto de archivo del expresidente del Congreso de los Diputados y exministro de Justicia Landelino Lavilla. (EFE)
Foto de archivo del expresidente del Congreso de los Diputados y exministro de Justicia Landelino Lavilla. (EFE)

Unas semanas antes de la dimisión de Adolfo Suárez, un jovencísimo periodista viajaba con otros colegas en 'el Air Force One español' con destino a Colombia para celebrar allí junto al presidente del Gobierno el aniversario del libertador Simón Bolívar.

UCD se devastaba en mil guerras internas y había levantado bandera crítica Landelino Lavilla Alsina, a la sazón presidente del Congreso de los Diputados y antes ministro de Justicia en el inicio mismo de la Transición. Durante el trayecto Madrid/Barranquilla pregunté a Suárez por Landelino y el histórico presidente respondió:

-¡Ah, Landelino...Ha quedado en el Congreso...expuesto como el Santísimo...!

Lavilla Alsina fue el redactor clave de muchos de los documentos jurídicos que posibilitaron la Transición: ley de Reforma Política, ley de Amnistía, y un larguísimo etcétera. Enorme jurista, finísimo catador de normas democráticas que hacen a un país convertirse en Estado de Derecho, acabó sus días en el caserón del Consejo de Estado donde resultó una luminaria respetado por todas y por todos.

Representaba el centro puro, la moderación, el rigor en las apreciaciones jurídicas y leyes que hacen grande un Estado, y la elegancia en las formas

Políticamente, lo que yo le pude escuchar desde hace lustros y la última ocasión con motivo de la última celebración de la Fiesta Nacional en el Palacio Real (12 de octubre de 2019), representaba el centro puro, la moderación, el rigor en las apreciaciones jurídicas y leyes que hacen grande un Estado que se precie, y la elegancia en las formas personales, públicas y políticas.

Durante los años en los que ejerció liderazgo en la cosa pública jamás se le oyó una salida de tono, se le pudo reprochar un insulto al adversario y nadie pudo adjuntarle un puñetazo en el mantel sin ton ni son. Quizá por ello fue derrotado voluptuosamente en aquellas elecciones de 1982 que al final fueron las del inicio del inmenso y largo poder de Felipe González y de un PSOE moderado y cabal que transformaría catorce años después el país que, en efecto, no le conocería ni la madre que le parió.

Lavilla sostuvo entre sus manos la dignidad del Congreso de los Diputados cuando Antonio Tejero y sus guardias civiles perpetraron aquel fatídico 23-F. Y devolvió esa dignidad a la Cámara cuando dijo aquello -algo que no se percibió entre la opinión publicada -de “reanudamos la votación…”- tras el fracaso de la intentona golpista.

No dejó de predicar por ello la necesidad de la moderación en la vida pública, la construcción de consensos básicos y la mano tendida al adversario

Landelino Lavilla se dio cuenta en ese 1982 que España había mandado al averno a los principales autores de la Transición (obtuvo el 6,7% de los votos y 11 diputados), aceptó su derrota y el fin de su destino político, pero no dejó de predicar por ello la necesidad de la moderación en la vida pública, la construcción de consensos básicos y la mano tendida al adversario, "si no queremos, me dijo textualmente en esa misma celebración Real, que la democracia y el avance de la sociedad sean meros paréntesis..."

Su pensamiento de jurista resultaba tan acendrado como sus formas, hoy en día, un tanto demodé. Landelino era en sí mismo el verbo preciso, el adjetivo mesurado y el punto exacto. Para él, cada palabra tenía un significado y cada punto y coma un sentido.

Sus compañeros del Consejo de Estado, mientras exista este organismo que está por ver dadas las circunstancias, le echarán mucho de menos porque para ellos, incluso para los profesionales del Derecho que no están ahí por requerimientos políticos, era un punto de referencia, un guía en la interpretación de la ley, una fuente de consulta para el equilibrio de sus dictámenes.

Landelino era el verbo preciso, el adjetivo mesurado y el punto exacto. Para él, cada palabra tenía un significado y cada punto y coma un sentido

Estos días están desapareciendo físicamente del pobre, atemorizado y desgraciado panorama patrio algunos de los hombres y mujeres que posibilitaron la "Tercera España". Esa España alejada de las trincheras en las que hace más de 80 años cayeron unos y otros. Esa "Tercera España", que fue posible, y que hoy se difumina a marchas forzadas. Gracias a aquellos que la sustanciaron se escribieron las páginas más grandiosas de un país y una nación que se resiste a morir, pese a parecer hoy que ha devenido en un inmenso camposanto.

Landelino 'in memoriam'. Gracias.

Unas semanas antes de la dimisión de Adolfo Suárez, un jovencísimo periodista viajaba con otros colegas en 'el Air Force One español' con destino a Colombia para celebrar allí junto al presidente del Gobierno el aniversario del libertador Simón Bolívar.

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