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De Alcàsser a la colza. Frontela: el forense que siempre ve gato encerrado
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Lo que cuentan los muertos

De Alcàsser a la colza. Frontela: el forense que siempre ve gato encerrado

El catedrático Luis Frontela lleva desde la Transición enmendando las versiones oficiales de los crímenes más catódicos. ¿Genio de la medicina legal u oportunista con imaginación?

Foto: Luis Frontela en 'Cuarto Milenio'.
Luis Frontela en 'Cuarto Milenio'.

Bata blanca de científico. Gafas gruesas de las que se ponían nuestros padres. Voz grave. Aspecto de señor mayor desde mucho antes de ser un señor mayor. Lleva usted décadas viéndole en la tele pontificando sobre los casos sin resolver (o resueltos) más catódicos.

Se llama Luis Frontela (Melilla, 1941) y es forense, pero no un forense cualquiera: catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, fue uno de los modernizadores de la medicina legal en España. Estudió en el extranjero -con parada en Scotland Yard- e irrumpió en el imaginario colectivo de la Transición como una mezcla de rata de laboratorio y Sherlock Holmes.

Lleva apareciendo en los papeles desde la Transición. Dando siempre versiones diferentes a las oficiales. Es un 'modus operandi'

Detrás de cada asesinato enigmático y mediático, siempre estaba Frontela; dispuesto a sentar cátedra, a enmendar la plana a otros forenses y a agrietar las versiones oficiales. Del crimen de Los Galindos al síndrome del aceite de colza, aunque nada comparado a su papel estelar en el asesinato de las niñas de Alcàsser: su segunda autopsia -queriendo o sin querer- dio alas a la teoría de la conspiración.

Resumiendo: si los muertos pueden hablar, a Luis Frontela le cuentan cosas que el resto de forenses son incapaces de oír. Frontela: ¿genio de la medicina legal, oportunista mediático o un poco de todo ello?

Performance en la tele

‘Cuarto Milenio’ dedicó el pasado domingo un programa al crimen de Alcàsser. Varios invitados atizaron la teoría de la conspiración, pero fue Frontela el que se llevó los titulares al poner en duda la fuga de Antonio Anglés.

“Voy a estar un tiempo sin aparecer en los medios. No quiero hablar ahora de este asunto”, dice Frontela a este periódico. El asunto es doble: sus palabras en ‘Cuarto Milenio’ y su carrera, de la que sí quieren hablar personas que se han cruzado con Frontela durante la investigación de grandes sucesos.

La prensa siempre ha recurrido a él porque sus opiniones son muy jugosas: un profesional cualificado que cuestiona la versión oficial... ¿qué más puede pedir un periodista?

Habla un veterano y reconocido periodista de investigación que prefiere no dar su nombre:

1) Sobre las costumbres del forense: “Frontela lleva apareciendo en los papeles desde la Transición. Dando siempre versiones diferentes a las oficiales. Casi te diría que es un 'modus operandi'. Frontela es el médico que daba la segunda opinión. Se mostró totalmente en contra de la versión oficial en casos como el crimen de Los Galindos o el aceite de colza”.

2) Sobre la fascinación de los medios con Frontela: “Estaba en contra de las versiones oficiales, y por tanto, daba muchos titulares. La prensa siempre ha recurrido a él porque sus opiniones son muy jugosas: un profesional cualificado que cuestiona -con razón o sin ella- la versión oficial... ¿qué más puede pedir un periodista?”.

placeholder El crimen de los Galindos en 'El Caso'
El crimen de los Galindos en 'El Caso'

Primero hay que detenerse en el crimen de Los Galindos (1975): cinco asesinados en un cortijo sevillano cuatro meses antes de la muerte de Franco (y aún por resolver). Al principio, uno de los grandes sospechosos de las autoridades fue uno de los cinco cadáveres, el tractorista José González, que habría muerto accidentalmente mientras perpetraba la masacre. Pero siete años después, un juez ordenó a Luis Frontela que exhumara los cadáveres (la investigación original fue un desastre: la Guardia Civil limpió la escena del crimen antes de que llegaran los especialistas científicos). Frontela determinó que José González había muerto asesinado y lo convirtió así en un hombre inocente, pero luego se vino arriba y trató de resolver el crimen por la vía rápida: “El estudio de Frontela causó infinita controversia tras casi dos años de espera y entre 250 páginas de tecnicismos e hipótesis. El cuestionado catedrático llegó a declarar a la prensa que lo acaecido en Los Galindos tenía autoría con ‘nombre y apellidos’. Pero no supo identificar a nadie al convocarlo 'ipso facto' el instructor sumarial. Su estudio no fue avalado ni por la Policía, ni por la Guardia Civil o expertos del FBI norteamericano y Scotland Yard británico. El caso ya había trascendido fronteras, a petición de las autoridades españolas”, según ‘Diario 16’.

Resumiendo: el crimen de los Galindos refleja bien el método del forense. Requerido por las autoridades para desatascar un caso sin resolver, Frontela irrumpió de forma estelar y descubrió nuevas pruebas importantes, pero que no resolvían el caso. Luego se le calentó la boca ante la prensa, tiró de conjeturas categóricas y acabó descarrilando ante un juez.

“Frontela es un hombre muy cualificado, eh, de eso no hay duda, pero también muy polémico: siempre ve gato encerrado. Es el hombre de las opiniones alternativas a unas investigaciones oficiales que a veces eran fallidas y fáciles de cuestionar. Ahora es todo más profesional y científico, pero en otros tiempos…. La investigación del crimen de Los Galindos (1975) fue una chapuza mayúscula. A ver, fallos hay siempre, porque esto no es 'CSI', pero aprovechar los fallos para colar según qué teorías... Si tú haces una autopsia para magnificar las fisuras, pues hombre, yo qué sé. Frontela es un hombre muy cualificado, pero le gusta la notoriedad, le pierde su rol de forense justiciero: el mundo está mal y la versión más sencilla nunca es la buena”, añade el periodista anteriormente citado.

Un profesional de prestigio

Luis Miguel Montero fue uno de los primeros periodistas en desmontar la teoría de la conspiración de Alcàsser en 1997 en ‘Interviú’. Montero, que trabaja en ‘El cierre digital’, hila fino a la hora de describir al forense: “A Frontela hay que cogerlo con cuidado. Fue un joven genio de la medicina forense. Estudió incluso en Scotland Yard. Introdujo en España las técnicas anglosajonas de medicina forense. Iba un paso más allá. Fue un gran referente”.

Uno de sus problemas es que, cuando actúas de parte, sueles intentar agradar a esa parte”, añade Montero sobre la vinculación de Frontela a los familiares de las niñas de Alcàsser que defendían teorías alternativas.

La participación de Frontela en las autopsias de Alcàsser estuvo rodeada de polémica. El forense aseguró que el Ayuntamiento de Alcàsser le pidió participar, aunque el teniente de alcalde del consistorio aseguró luego que fue Frontela el que llamó al Ayuntamiento para ofrecerse, como refleja el documental de Netflix sobre el crimen.

Frontela también ha dicho que Rafael Vera, entonces secretario de Estado de Seguridad, le pidió que se involucrara en la investigación tras aparecer los cadáveres de las niñas. Preguntamos a Vera sobre este asunto y nos confirma la versión de Frontela: “Lo hice para que no quedasen dudas ni en las familias ni en la opinión pública. Se trataba de incorporar la opinión de una persona de prestigio a los informes de los forenses”.

A Frontela hay que cogerlo con cuidado: fue un joven genio de la medicina forense

Pero la llegada de Frontela a Alcàsser no gustó a los forenses oficiales del caso.

“En Alcàsser hubo una guerra soterrada entre forenses. Frontela no fue bien recibido y no trabajó cómodo. Lo increíble es que Frontela -que es un hombre minucioso- encontró una cruz de Caravaca entre las vértebras de una de las niñas que a los forenses oficiales se les había pasado. Y no fue lo único. Cosas raras que ocurren cuando estás ante un caso mediático y hay prisas por certificar la causa de la muerte”, añade Montero.

El sádico

Las posteriores denuncias de Frontela a la prensa -los forenses valencianos no le habían dejado trabajar y había encontrado cosas nuevas en las autopsias- hicieron sospechar a algunos familiares de las niñas, especialmente a Fernando García, gran impulsor de la conspiración. ¿Y si la versión oficial era una tapadera para tapar algo peor? "¿Por qué los médicos habían puesto impedimentos a su médico? ¿Ocultaban algo? ¿No querían que Frontela supiera? El polémico catedrático declararía a la prensa que en el traslado de los cuerpos ya podían haberse perdido pistas importantes; añadiría que la manera de ejecutar los cadáveres podía significar un tipo de ritual. Ritual. La teoría de la red de trata de blancas, teoría de Fernando García durante la investigación, se quedaba corta, porque aquella red podía ser mucho peor de cómo él la había imaginado. ¿Cómo dos manguis como Anglés y Ricart podían hacer un tipo de ritual?", cuenta Joan Manuel Oleaque en su libro clásico sobre el caso: 'Entre las tinieblas'.

El libro de Oleaque critica con acidez el paso de Frontela por el juicio de Alcàsser, donde se reencontró con los forenses oficiales: "Era muy morboso. Frontela había criticado de las más variadas maneras las autopsias de los médicos valencianos... que en una carta definió como 'pésimas y mediocres'... Sus apreciaciones eran uno de los pilares de La Causa [la conspiración]. Y ahora Frontela compartía turno de palabra con todos aquellos que había vituperado... El fiscal tenía una opinión muy mala de Frontela. Su turno de preguntas mostraría que la mayoría de los apuntes de los informes de Frontela eran, desde el punto de vista científico, totalmente inconsistentes. Bajo la presión, Frontela tuvo que reconocer que, más allá de la suposición, no disponía de elementos reales para plantear, como había hecho, la intervención de un 'sádico' de edad madura en el crimen... El propósito del fiscal era claro: el catedrático de la Universidad de Sevilla era propenso a buscar la fama".

Uno de los forenses oficiales le atizó duro en el tribunal: "El término autopsia quiere decir 'yo veo', no 'yo imagino'". Pese al vapuleo al que fue sometido durante el juicio, Frontela "salió de la sala altivo, rebelde y protagonista, mientras el público le vitoreaba por los pasillos. Con el rigor científico disipado, sí, pero se fue como una estrella", escribe Oleaque. Frontela: el forense que no se plegaba a los poderes fácticos.

Lo que sostuvo en el juicio de la colza fue impresentable

Frontela ya había colisionado con otros profesionales de la medicina durante el juicio de la colza, en el que defendió algunas de las teorías alternativas del síndrome: la fuente de la intoxicación no habría sido el aceite, según él, sino tomates de Almería tratados con pesticidas. “A mí me pareció impresentable todo lo que Frontela dijo en el proceso, no me lo explico, a no ser que le pagaran las defensas: si la culpa había sido de la Bayer, era más fácil acabar cobrando indemnizaciones. Pero para cuando fue el juicio, no había ya ninguna duda de las causas de las muertes: envenenamiento por aceite de colza desnaturalizado. El resto era marear la perdiz. La teoría de Frontela sobre tomates con pesticidas era absurda porque muchos intoxicados no habían comido esos tomates. Frontela se ponía una bata blanca y daba a entender que sabía de lo que estaba hablando. Ha estado siempre en todas las pomadas. Tiene un afán absoluto de notoriedad”, cuenta otro periodista de referencia que cubrió el escándalo de la colza y prefiere no dar su nombre.

No hay duda de que Frontela sabe muchas cosas sobre medicina legal; tampoco de que le gusta mucho enredar.

Sentencia de Luis Frontela digna de epitafio. “No hay crimen perfecto, lo que hay son investigaciones imperfectas”. Y ahora mediten sobre a quién o quiénes podemos aplicar la segunda parte de esa frase.

Bata blanca de científico. Gafas gruesas de las que se ponían nuestros padres. Voz grave. Aspecto de señor mayor desde mucho antes de ser un señor mayor. Lleva usted décadas viéndole en la tele pontificando sobre los casos sin resolver (o resueltos) más catódicos.

Crimen de Alcàsser Guardia Civil Rafael Vera
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