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"Mata a golpes a mi padre y el juez deja al asesino en libertad"
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el sospechoso está en libertad provisional

"Mata a golpes a mi padre y el juez deja al asesino en libertad"

Encontraron las huellas dactilares del asesino, su ADN y hasta las huellas de sus zapatillas. Y respecto a la fecha del crimen no hay duda tampoco

Foto: Esta es la casa en la que ocurrió el robo
Esta es la casa en la que ocurrió el robo

Para Andrés las doce campanadas que marcan el arranque de un nuevo año jamás volverán a ser motivo de alegría. Cuando vuelvan a sonar para recibir el 2020, él, con cada golpe de carrillón, se imaginará un puñetazo en el rostro de su padre. "Le hincharon a hostias sin necesidad", asegura Andrés entre la rabia y la pena. Ocurrió un día antes del pasado fin de año, pero él tardó en enterarse y celebró la llegada del 2019 sin saber que a esa hora, Emérito yacía sin vida en el suelo de su habitación con la cara reventada.

A Andrés no le gustan los medios de comunicación y ni por asomo se presta a que se le haga una fotografía, pero ha accedido a hablar para El Confidencial porque está indignado. Arde de ira porque la policía detuvo al asesino de su padre, un prenda con una hoja de antecedentes más larga que un rollo de papel higiénico, los investigadores presentaron todas las pruebas, sólidas, pero el fiscal decidió no solicitar la prisión provisional y el juez lo dejó en libertad. Esta es su historia.

"Toda la familia nos fuimos a pasar la Nochevieja a una casa rural", explica Andrés. "Mi padre no quiso venir. Le animé, pero con 87 años a él lo que le gustaba era estar en su casa. Tenía sus rutinas. A eso de las seis de la tarde cenaba y a las siete se acostaba. Se ponía sus cascos en la cama para escuchar la radio y ya no se enteraba de nada hasta que se quedaba dormido. El día 31 mientras preparábamos la cena de fin de año le llamé por teléfono para ver qué tal estaba, preguntarle qué había cenado y desearle feliz año, pero no me lo cogió. Sería las siete de la tarde. Media hora después insistí, pero no hubo manera. Pensé: "Ya está con los cascos en la cama o se ha quedado dormido". Le llamé el día 1 y lo mismo. No cogía. Regresamos a última hora de la casa rural y el día 2 había que trabajar. Pero yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja. Mi mujer me dijo por la tarde: 'No paro de llamarle y no coge'. Ahí supe que algo había pasado. Pensé que le habría dado algo".

Foto: Coche patrulla de Policía Nacional (Archivo)

Emérito vive en Leganés y su hijo trabaja en la otra punta de Madrid. El que más cerca estaba del domicilio era su cuñado, que se acercó enseguida. Ya había anochecido. "Me llama", explica angustiado Andrés, "y me dice: 'Mira tío que estoy aquí tocando al timbre, golpeando a la persiana, se ven las luces dadas, pero nadie me contesta. ¿Quieres que entre?'. Le dije: 'No, no, que voy yo para allá'. Abro la puerta y nada más abrir veo la luz del baño encendida al fondo, la luz de la habitación, que fue de mi hermano y que da al patio, encendida y la de mi padre también. La habitación del patio estaba completamente desbaratada, los cajones sacados y todo revuelto. Entonces me asomé a la de mi padre. Estaba muerto, tirado en el suelo. Con parte de las piernas debajo de la cama y con el cuerpo de cara al mueble, como para protegerse de que le diesen patadas. Le miré la cara y la tenía llena de rojo y sangre, como la de un boxeador, como si le hubiesen linchado a hostias. Le toqué y está frio. Tieso".

placeholder Emérito fue encontrado sin vida en su habitación.
Emérito fue encontrado sin vida en su habitación.

Andrés se viene abajo recordando el momento y tiene que tomarse su tiempo para continuar el relato: "Todas las habitaciones estaban revueltas y yo no me quitaba la idea de la cabeza de averiguar por dónde había entrado el asesino. Al final lo descubrí. El pájaro al irse tuvo el detalle de cerrar la ventana corredera desde fuera. Pero las rejas de hierro que protegían la ventana estaban reventadas como si hubiesen usado un gato hidráulico o algo similar".

El hijo de Emérito llamó inmediatamente a la policía y mientras llegaban se hizo una composición de lugar: "Mi padre estaría en la cama, escucharía algo y se levantaría, digo yo. Encendió las luces, primero el baño y luego la de mi hermano. Ahí debió descubrir al ladrón. El tío se enganchó con mi padre porque en la habitación que da al patio había gotas de sangre en el suelo y contra la pared, como si le hubiese golpeado contra ella. Encontré una pantufla de mi padre allí y la segunda en la otra en su habitación. Ahí le sacudió, luego se lo llevó a su habitación, le seguiría dando hostias para obligarle a confesar dónde estaba el dinero, mi padre diría que no, y empezaría darle más hostias Le debió atizar tanto que lo dejó, creyó él, inconsciente en el suelo. Empezó a sacar los cajones a revolverlo todo. Cuando al rato vio que mi padre no se movía, se dio cuenta que lo había matado, le entró el miedo y se piró. Se llevó su cartera y un monederito que tenía en la mesilla en el que llevaba siempre entre 150 y 200 euros, pero se dejó otros dos sobres escondidos en los que guardaba más dinero".

El principal sospechoso de la investigación es un joven de nacionalidad colombiana de 29 años, con más de 18 antecedes

Es la secuencia lógica de los hechos. Así lo ve Andrés y todo apunta a que las pruebas acreditan su versión. La policía científica invirtió un día y medio en procesar la casa. Encontraron las huellas dactilares del asesino, su ADN y hasta las huellas de sus zapatillas. Y respecto a la fecha del crimen no hay duda tampoco. "Los vecinos vieron las luces encendidas el día 31, durante todo el día, no solo por la noche, también por la mañana. Le mataron el 30, seguro. Yo le tengo puestos los pastilleros para que cada día se tome su medicación. Y eso es lo único que no estaba revuelto. Se había tomado las del día 30, pero las de 31 allí estaban sin tocar. Y la forense rompiéndose la cabeza para averiguar cuando lo habían matado. No me hace falta ser forense. El 30. Al menos dijo tener claro que a mi padre lo inflaron. Ella dijo que falleció de un traumatismo cráneo encefálico brutal del derrame tan intenso que tenía".

Tras un intenso trabajo, el jueves 4 de abril los investigadores de homicidios de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid detienen al presunto asesino. Es un joven de nacionalidad colombiana de 29 años, con más de 18 antecedes. Hablamos de un sin fin de delitos en los que se incluyen robos con violencia desmedida y hasta había vivido en la cárcel recientemente durante 8 años por violencia de género.

Imágenes de la operación policial.

"El sábado lo pasan a disposición judicial", sigue contando Andrés. "Tengo un primo abogado y le pregunto si debo contratar un abogado y me responde: 'Espérate, porque es un desembolso económico y si el fiscal hace su trabajo, ese se va derechito a la cárcel'. Le hice caso y me quedé tranquilo. El lunes a primera hora me fui al juzgado a preguntar qué habían hecho con el asesino y me entero de que lo han dejado en libertad. Que el juez de guardia, el de instrucción número 6, lo dejó irse. ¡Con dos narices! ¡Como si no hubiese hecho nada! Y luego me entero que el fiscal tampoco pidió que lo metieran en prisión. Que no lo veía claro. ¿Pero qué cojones de justicia es esta?", exclama Andrés enfadado.

"He tenido que contratar un abogado porque no entiendo nada. La policía tampoco se lo explica. Algo ha pasado ahí. A mi padre lo han matado a hostias y la justicia deja a su asesino en libertad. Ese tío entró a robar, vio a mi padre, le hinchó a hostias, se lo llevó arrastras a la habitación, allí le pataleó, luego rebuscó tranquilamente y cuando comprobó que no se movía es cuando dijo: '¡Hostias!', y huyó. Y la justicia va y lo deja en libertad. Es un cachondeo, hombre".

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Para Andrés las doce campanadas que marcan el arranque de un nuevo año jamás volverán a ser motivo de alegría. Cuando vuelvan a sonar para recibir el 2020, él, con cada golpe de carrillón, se imaginará un puñetazo en el rostro de su padre. "Le hincharon a hostias sin necesidad", asegura Andrés entre la rabia y la pena. Ocurrió un día antes del pasado fin de año, pero él tardó en enterarse y celebró la llegada del 2019 sin saber que a esa hora, Emérito yacía sin vida en el suelo de su habitación con la cara reventada.

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