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Así permite Marruecos la inmigración irregular a Ceuta desde sus costas
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un vídeo grabado el pasado martes

Así permite Marruecos la inmigración irregular a Ceuta desde sus costas

Jorge Dezcallar, exdirector del CNI, asegura que nadie se acerca a la verja de Ceuta si Marruecos no lo permite

Foto: Embarcación neumática en la que un grupo de 17 inmigrantes varones subsaharianos llegó a una playa de Ceuta. (EFE)
Embarcación neumática en la que un grupo de 17 inmigrantes varones subsaharianos llegó a una playa de Ceuta. (EFE)

"Vaya, están saliendo a plena luz del día", comenta entre risas uno de los transeúntes ante el descaro de los migrantes irregulares que suben a una zódiac semirrígida, junto al paseo marítimo de Castillejos (que los marroquíes llaman Fnideq), y zarpan rumbo a Ceuta, que se encuentra a tan solo tres kilómetros de distancia.

La escena, grabada en vídeo el martes 7 de marzo a primera hora de la tarde, fue vista por decenas de peatones. Minutos después, a las 16:49, según el atestado de la Guardia Civil, llegaban a la playa ceutí de la Almadraba 17 subsaharianos que dijeron ser originarios de Guinea Conakry. Estaban todos en perfecto estado porque la travesía había sido muy corta.

El vídeo demuestra la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes ante una embarcación repleta de inmigrantes que se echa a la mar sin ningún disimulo. No siempre es así. En términos generales, Marruecos hace esfuerzos desde finales de 2003 por controlar sus costas, pero la corrupción de algunos funcionarios y los intereses políticos de Rabat proporcionan a veces oportunidades a los miles de subsaharianos que anhelan dar el salto a Europa.

La patera de principios de esta semana fue un pequeño susto comparada con los dos saltos masivos en la verja del 20 de febrero, cuando entraron 356 subsaharianos, y con el que tuvo lugar tres días antes, que supuso un auténtico récord: 498. Los policías españoles y guardias civiles que están a pie de obra en la frontera aseguran que la inacción de sus colegas marroquíes facilitó esa masiva irrupción.

Las autoridades españolas dan una versión diametralmente opuesta. José Antonio Nieto, secretario de Estado de Seguridad, se desplazó el 17 de febrero a Ceuta para echarse la culpa de lo sucedido. Declaró que los paros anunciados de la estiba “provocaron una concentración de efectivos (…) en los puertos” y que por eso en la verja no había suficientes guardias. La huelga se aplazó, pero el mensaje del número dos de Interior equivale a indicar a los subsaharianos que cuando empiece el paro es el momento ideal para dar el salto.

El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, también ensalzó la colaboración con Marruecos, pero el que fue más allá en las alabanzas al vecino del sur fue el propio presidente, Mariano Rajoy, en la cumbre hispano-francesa de Málaga del 20 de febrero. Tachó de “magníficas” las relaciones con Rabat. Afirmó que las fuerzas de seguridad marroquíes “han puesto de su mano todo aquello que han podido” para hacer frente al desafío migratorio.

Una de las voces españolas más autorizadas sobre las relaciones hispano-marroquíes ha osado, sin embargo, llevarles públicamente la contraria. El momento en que se han producido esos asaltos “me hace pensar que Marruecos los ha permitido o al menos ha decidido hacer la vista gorda”, escribe Jorge Dezcallar en una tribuna de una inusitada franqueza titulada 'Saltar la verja' y publicada la semana pasada en el diario 'El Faro de Vigo'. “Y tengo tres razones para ello”, anuncia.

Dezcallar, de 71 años, es un diplomático independiente que fue director general de África durante los gobiernos del socialista Felipe González, y al que José María Aznar nombró, en 1997, embajador en Marruecos, antes de colocarle en 2001 al frente del Centro Nacional de Inteligencia, del que salió en 2004, poco después de los atentados del 11-M.

A la “razón” que dedica más líneas en su tribuna es a la sentencia de la Corte de Justicia de la Unión Europea del 21 de diciembre, en la que declara que el Sáhara Occidental no forma parte de Marruecos. “Rabat nos quiere presionar para que seamos sus abogados en Bruselas y nos recuerda que viviremos mejor si nos llevamos bien con ellos (…)”, afirma Dezcallar. “Sin su permiso expreso o tácito nadie podría haberse acercado a la verja”, añade. El ministro de Agricultura marroquí, Aziz Akhnnouch, publicó el 7 de febrero un comunicado en el que dejaba caer que Rabat dejaría de esforzarse en contener la inmigración si se aplicaba la sentencia. La propia prensa marroquí sospecha que puede haber una relación causa-efecto entre el comunicado y los asaltos.

Las razones de Dezcallar

La segunda razón, por el espacio que le dedica Dezcallar, es también el Sáhara, “un asunto tabú que pone muy nerviosos a los marroquíes de todas las ideologías”. “Siempre que algo ocurre con el Sáhara, Rabat mira hacia España como su tuviéramos la culpa, y estos días el Sáhara ha vuelto a la actualidad (…) por la tensión que se ha desatado en la zona de La Güera con la construcción por los marroquíes de una carretera al otro lado del muro (…)”, recalca.

La tercera razón es más genérica. “El Majzén, el poder, está nervioso y cuando eso sucede con frecuencia nosotros pagamos el pato”, sostiene Dezcallar; “(…) dejar entrar ahora en Ceuta a casi mil africanos quita presión a la región Tánger-Tetuán, donde su presencia es causa diaria de problemas”, concluye.

La prueba más evidente de cómo Marruecos puede abrir y cerrar el grifo de la emigración la brindó el 12 de agosto de 2014, cuando en poco más de 24 horas desembarcaron 1.200 subsaharianos en las costas andaluzas, mientras que cerca de 300 lograban entrar en Ceuta y Melilla. A las preguntas que les hicieron los policías y guardia civiles, contestaron que se les había dejado caer que ese día tendrían una oportunidad de echarse a la mar sin que se les pusieran trabas. Cinco días antes, la Guardia Civil había interceptado por error, en aguas de Ceuta, el yate real con Mohamed VI a bordo que navegaba rumbo al puerto de Tánger-Med. El monarca se quejó ante el rey Felipe VI del trato recibido.

Aunque su nivel es soportable, la presión migratoria sobre España ha crecido estos últimos años. En todo 2016, desembarcaron en Andalucía 6.109 inmigrantes, casi el doble que en 2015 (3.369) y el triple que en 2012.

"Vaya, están saliendo a plena luz del día", comenta entre risas uno de los transeúntes ante el descaro de los migrantes irregulares que suben a una zódiac semirrígida, junto al paseo marítimo de Castillejos (que los marroquíes llaman Fnideq), y zarpan rumbo a Ceuta, que se encuentra a tan solo tres kilómetros de distancia.

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