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El mapa del integrismo en España: Cataluña, Madrid y Murcia, las zonas más calientes
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'la españa de alá', de ignacio cembrero

El mapa del integrismo en España: Cataluña, Madrid y Murcia, las zonas más calientes

De puertas para adentro, la península Ibérica es por ahora un remanso de paz con una excepción: Cataluña. "Es ahí donde la calma reinante puede acabar en tempestad"

La comunidad musulmana española no es una de las más radicalizadas de Europa y el integrismo se concentra fundamentalmente en la costa mediterránea, sobre todo en Cataluña. A esta conclusión se llega leyendo 'La España de Alá', el último libro de Ignacio Cembrero, el periodista español que mejor conoce el norte de África.

El autor se apoya en un mapa elaborado con datos del Ministerio del Interior que permiten identificar el "riesgo de radicalización" de cada provincia española en base a un algoritmo que tiene en cuenta no solo información pública (número de inmigrantes y mezquitas, nacionalidades, edades, detenciones practicadas, datos socioeconómicos, incidentes islamófobos...), sino también otros detalles registrados por los servicios de inteligencia (valoración del sermón del imán, corrientes islámicas del lugar, informes...). "El resultado", subraya Cembrero, "guarda una cierta relación con la distribución de la población musulmana por la geografía española, pero no coincide plenamente".

Barcelona, Madrid y Murcia (por este orden) presentan un riesgo más elevado. Al otro lado de la balanza, las menos problemáticas se concentran en Castilla y León y Galicia. Sorprenden provincias como Castellón o Granada, donde apenas aparecen indicios de radicalización, a pesar de tener comunidades musulmanas importantes.

El 15,8 por ciento de los detenidos en España como sospechosos de pertenecer a algún grupo yihadista fueron mujeres de entre 15 y 29 años

Cembrero cruza decenas de datos oficiales con opiniones de expertos para completar su retrato robot del fundamentalismo en España. Recuerda que de cada cinco personas procesadas, sospechosas de pertenecer a grupos yihadistas, solo una acaba siendo condenada. Y del total, el 45% de los que se sientan en el baquillo tiene pasaporte español; y el 15,8% son mujeres de entre 15 y 29 años.

Aporta otra estadística sorprendente: el 14,5% son "conversos", procedentes casi siempre de familias españolas o latinoamericas que se convirtieron al islam en los últimos años. Cita como ejemplo el caso de Antonio Sáez, un expeluquero de Sabadell que era el presunto jefe de una célula de 11 personas.

"Además de una religión, el islam es también para algunos jóvenes conversos una ideología antiglobalización, antiimperialista, y por eso suscita vocaciones en un mundo donde las doctrinas de extrema izquierda están de capa caída", indica el libro, en cuyas páginas también se subraya que en España no existen por ahora los problemas que hay en países como Francia o Bélgica, porque la mayoría de los musulmanes son inmigrantes de primera generación, ilusionados con un proyecto de vida. Son las segundas y terceras generaciones las más proclives a dejarse seducir por el fanatismo.

Cataluña, como Bélgica

Cembrero define Cataluña como el "punto negro del yihadismo". "De puertas para adentro, la península Ibérica es por ahora un remanso de paz con una excepción: Cataluña. Es ahí donde la calma reinante puede acabar en tempestad", dice. El autor cita documentos del Departamento de Estado estadounidense y recoge opiniones de gente como el analista Fernando Reinares para llegar a la conclusión de que Cataluña es un centro clave de la actividad islamista en Europa, hasta el punto de que Washington planeó crear un centro de inteligencia especializado en su consulado en Barcelona.

Además, desde que en 2013 se iniciaron las operaciones antiterroristas para desmantelar las redes de apoyo al yihadismo, con conexiones en Siria e Irak, el 35,3% de los presuntos implicados fueron detenidos en Cataluña. Según la Europol, "Barcelona es la ciudad española que más riesgo corre de padecer un gran atentado, seguida de la provincia de Cádiz (a causa de la base hispanoestadounidense de Rota), Madrid y Valencia".

Cataluña es el lugar de Europa, junto a Bélgica, donde más activo es el salafismo, una de las corrientes más rigoristas del islam. Existen al menos medio centenar de oratorios vinculados a una corriente que no necesariamente es sinónimo de "radicalismo violento, pero sí que puede ser problemático desde el punto de vista de la integración", explica Javier Jordán, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Granada e investigador del Instituto Español de Estudios Estratégicos.

Aunque, en principio, el salafismo reformista rechaza el uso de la violencia, sí predica un islam de absoluta ruptura cultural con la Europa 'impía'. Promueve la separación total entre musulmanes y no musulmanes y la creación de una identidad religiosa transnacional, lo que implica una negativa a asimilar la cultura occidental que le rodea. Para sus seguidores, el salafismo ofrece un sistema que regula la conducta en cualquier contexto, ya sea en una calle de Riad o en una universidad española.

Citando a Reinares, Cembrero establece otro paralelismo entre Cataluña y Bélgica: son dos territorios en los que los inmigrantes se topan con identidades sociales que las diferentes corrientes nacionalistas consideran contrapuestas. A los musulmanes que echan raíces o crecen allí "no se les ofrece una identidad nacional clara. Si muchos belgas no saben lo que son [flamencos, valones, bruselenses], ¿cómo lo va a tener claro un joven extranjero?". Es probable, añade, que los musulmanes de Cataluña "padezcan el mismo problema, pero las consecuencias no son comparables", ya que, por ejemplo, "son mucho menos numerosos los que se han alistado a grupos terroristas". Un último problema que identifica Cembrero es la falta de colaboración entre los Mossos d'Esquadra y el Cuerpo Nacional de Policía (CNP).

Existen opiniones variadas al respecto. "Cataluña", comenta Jordan, "es la comunidad autónoma con más número de detenciones (ver mapa), y el porqué es la pregunta del millón. En dichas operaciones antiterroristas, hay escasa relación con los oratorios salafistas que comentaba anteriormente, por lo que esa variable no parece determinante. Podría deberse a una cuestión geográfica [buena comunicación con el resto de Europa] y a la relación de unas redes [yihadistas] con otras [es decir, operaciones policiales sobre redes que se regeneran], además de a la alta concentración de comunidades islámicas comparado con el resto de España".

Al igual que en el resto de Europa, donde el islam tradicional ha perdido la batalla contra corrientes más rigoristas en el proceso de creación de un islam europeo, el salafismo está creciendo en España. Su principal zona de influencia se sitúa en la costa de Cataluña, concretamente en las comarcas del Penedés y el Maresme, en las que el discurso de imanes salafistas ha logrado implantarse entre jóvenes desempleados -marroquíes y aquellos procedentes de países subsaharianos, principalmente- y captar la atención de inmigrantes recién llegados. Dichos imanes cuentan con un importante apoyo por parte de Arabia Saudí, que, por ejemplo, cada año concede becas a jóvenes europeos para estudiar en la Universidad Oumm al Qora, en Medina.

Los primeros pasos en España de la doctrina salafí se remontan a 1992, cuando un grupo de jeques saudíes fueron invitados a dar una serie de conferencias en Cataluña. "Los primeros oratorios de inspiración salafí se abrieron en distintas poblaciones de Tarragona. En 1998 se creó la Comunidad Islámica Pastoral de Tarragona, en El Vendrell, en la que se federaron distintos lugares de culto salafí de la región. En mayo de 2004 había unos 15 lugares de culto salafíes en Cataluña, principalmente en Tarragona. Ocho años después, su número había aumentado considerablemente, hasta situarse entre 25 y 30", escriben Frank Peter y Rafael Ortega en su libro 'Los movimientos islámicos transnacionales y la emergencia de un islam europeo'.

La comunidad musulmana española no es una de las más radicalizadas de Europa y el integrismo se concentra fundamentalmente en la costa mediterránea, sobre todo en Cataluña. A esta conclusión se llega leyendo 'La España de Alá', el último libro de Ignacio Cembrero, el periodista español que mejor conoce el norte de África.

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