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Seis años de cárcel por prostituir a su hija adolescente en clubes clandestinos de Madrid
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la explotó desde que era pequeña

Seis años de cárcel por prostituir a su hija adolescente en clubes clandestinos de Madrid

A la joven le gustaba la peluquería, pero su madre tenía otros planes: quería que la niña le acompañase a hacer la noche; si no accedía, tendría que hacerlo su hermana pequeña

Foto: Ilustración: Ajubel
Ilustración: Ajubel

Hay mujeres que no pueden mirar atrás y sonreír, porque su pasado es demasiado duro. No recibieron el cariño que toda niña merece, sino el desprecio de los que más les tenían que haber querido. Ruth (nombre figurado para evitar la revictimización) es una de esas menores.

Hoy cuenta con 22 años y la capacidad de construir su propia vida. Pero no siempre fue así. La señora que letrajo al mundo en Paraguay (Nidia C. C.) bien pronto vio en ella una oportunidad de ganar dinero. Así lo reconoció Sofía (también nombre falso), la hermana menor de Ruth, cuando compareció ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid. “Ya nos habían prostituido en Paraguay, desde que éramos pequeñas”, admitió en el único momento del juicio en el que la chica habló de su vida anterior a la llegada a España.

Cuando las tres aterrizaron en Madrid en 2008, Ruth apenas tenía 14 años. Empezó a ir al colegio y a asistir a clases de peluquería. “Me encantaba y me sigue encantando”, dijo la joven durante su declaración en el juicio celebrado el pasado febrero. “Pero tuve que dejarlo, porque mi madre no quiso que siguiera”, añadió con gesto serio.Y ciertamente la mujer tenía otros planes para su hija. “El mismo día de su cumpleaños, le trajo un tío a casa y le explicó lo que tenía que hacer con él”, relató Sofía. “Mi madre estaba esperando a que Ruth cumpliera 15 años; yo tenía 12”, recuerda la chica, que ahora apenas alcanza los 20 años.

La joven trató de protestar rapándose el pelo 'para no estar atractiva'. Eso le permitió alejarse unos días fuera del mercado de la prostitución

El episodio del cumpleaños, sin embargo, fue sólo el primero de una serie de tristes encuentros carnales acordados que marcaron para siempre la vida de Ruth. Su madre, que también se prostituía, la llevaba a clubes clandestinos de Madridque la entonces niña todavía hoy mantiene en su memoria muy a su pesar. “En todos los locales había un encargado, eran oscuros con luces rojas; en uno de ellos (Eclipse, en Illescas) había una barra alargada que se cortaba; había mesitas altas a la izquierda y tres o cuatro mesas a la derecha; luego, un pasillo y habitaciones”, rememoró casi en contra de su voluntad cuando el tribunal le pidió que describiera los establecimientos. “No recuerdo más ni quiero recordarlo”, apostilló.

“Yo acompañé a mi madre cuando ésta buscaba clubes por Ríos Rosas; preguntaba en bares y locales clandestinos por las noches”, explica la hermana pequeña, que no fue prostituida en España, pero que sí fue utilizada por la madre como arma arrojadiza contra Ruth. Según la sentencia dictada por la Audiencia Provincial, Nidia le dijo a su hija mayor que “entre ambas” tenían que “mantener a la familia” y que, si la niña no accedía a prostituirse, la madre tendría que recurrir a la pequeña Sofía, que apenas alcanzaba los 13 años por aquella época.

“Ante semejante amenaza (…) y para proteger a su hermana”, relató la sentencia, Ruth bajó la cabeza y se sometió a los deseos de Nidia. Madre e hija fueron visitando varios prostíbulos, conocidos o clandestinos, acompañados de Juan Antonio L. P., el compañero sentimental de Nidia, que la resolución judicial condena a cinco años de prisión, uno menos de los que le caen a la madre, por cooperar en un delito de inducción a la prostitución a menor de edad.

'Ya nos habían prostituido en Paraguay, desde que éramos pequeñas', admitió en el único momento del juicio en el habló de su vida anterior a España

Durante casi dos años, la capode la familia subyugó a su hija y la forzó a vender su cuerpo para incrementar los ingresos del grupo. Un día, la joven trató de protestar rapándose el pelo “para no estar atractiva”, como describe la sentencia. Eso le permitió alejarse unos días fuera del mercado de la prostitución, los mismos que tardó en crecer ligeramente la melena, lo suficiente para volver a estar bien vista.

La dinámica continuó hasta el verano de 2009. Entonces la joven Ruth conoció a un chico búlgaro cuatro años mayor que hizo tambalear el reinado de Nidia. El novio convenció a la chica de que la influencia de la madre no era buena para ella y ambos se fueron a vivir juntos. La decisión enervó a la matriarca, que explotó en ira y fue a presentar una denuncia contra el búlgaro por haber raptado a su hija.

No era consciente la madre de que el contraataque se volvería contra ella. Tras el órdago, Ruth quemó las naves e interpuso su propia demanda contra la mujer que había dirigido su vida hacia el oscuro submundo del alquiler de cuerpos. La hija contó todo lo que había ocurrido desde que aterrizó en España con su madre y su hermana. La Fiscalía se hizo rápidamente cargo del caso e inició una investigación que ha acabado con Nidia y su compañero entre rejas.

“La acusada, abusando de su situación de superioridad, así como de la vulnerabilidad de la víctima”, la coaccionó con la “amenaza de inducir a la prostitución a su hermana menor”, reza la resolución de la Sección Segunda, que añade que la mujer “doblegó” la voluntad de su hija. “La obligó a dedicarse a la prostitución (…) cuando era menor de edad”, concluye el fallo, que al referirse a hechos previos a 2010 no puede aplicar los castigos previstos en la reforma legislativa de ese año, que introdujeron el delito de trata de personas, castigado con penas mayores.

Hay mujeres que no pueden mirar atrás y sonreír, porque su pasado es demasiado duro. No recibieron el cariño que toda niña merece, sino el desprecio de los que más les tenían que haber querido. Ruth (nombre figurado para evitar la revictimización) es una de esas menores.

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