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Así actúa la banda de plastificadores en Barajas: "Es más barato porque no es legal"
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sin que la policía ni aena hagan nada

Así actúa la banda de plastificadores en Barajas: "Es más barato porque no es legal"

'El Confidencial' comprueba cómo un grupo organizado de subsaharianos vende a los turistas un servicio más barato al lado de los legales.

Operan con total impunidad y están perfectamente conectados. Se concentran en grupos, de dos en dos o en solitario. Antes de que amanezca en Madrid, ya se han diluido por todos los pasillos de la interminable Terminal 4 de Barajas. Usted no los ve, pero ellos le fichan en cuanto atraviesa la puerta de entrada. Uno vigila mientras otro caza a su próxima víctima. Ganan cinco euros “más propinas” por maleta y tienen cambio de 20, de 50, hasta de 200 euros. En algunos casos, en apenas diez minutos se sacan 50 o 60 euros. Son una banda pirata de plastificadores ilegales que abordan a los turistas que están a punto de embarcar. Sus clientes casi siempre son ciudadanos que viajan hacia algún país del Tercer Mundo, a quienes convencen de que sus maletas irán más seguras si van precintadas. El Confidencial caza a un grupo organizado de subsaharianos que se forra con una actividad ilegal y que sobrepasa la frontera que existe entre la picaresca y la delincuencia (como se puede ver en el vídeo que encabeza la información).

Convencen a los turistas de que utilicen su servicio cobrando dos euros menos que los legales, los trabajadores de la empresa Safebag Zorpack, la concesionaria del servicio que utiliza máquinas para plastificar maletas y que está viendo cómo su negocio se hunde por culpa de esta competición desleal de un grupo de estafadores que, encima, tiene amenazados a sus empleados. Esta banda de piratas perfectamente organizada distribuye el material desde una única furgoneta, en grandes bolsas verdes.

Este periódico ha constatado que el material que utilizan, además, es de una pésima calidad y la maleta termina perdiendo el precinto antes de montar en el avión. Ya ha habido quejas de que llegan a dañar las cintas transportadoras de maletas del aeropuerto, por lo que algunas compañías aéreas han reaccionado y no permiten embarcar plástico que no sea de la calidad legal en sus vuelos. Por eso, la empresa concesionaria pide que Aena universalice esa medida.

Uno de los miembros de esta banda ilegal que responde al nombre de Moso intercepta a la periodista que se hizo pasar por una usuaria más del aeródromo cuando esta le pregunta si embalaría su equipaje. El chaval, que no aparenta más de veinte años, conversa con la clienta sin tapujos: cobra menos que los empleados oficiales porque “no pago impuestos”, reconoce que trabajan de sol a sol únicamente en la T4 y que la Policía sólo les dice algo “a veces, porque nosotros no robamos”.

Finiquita el trabajo en menos de un minuto, y cuando la usuaria le bonifica con un billete de 20 euros y no tiene cambio, en un silbido acude otro de sus compinches. Al abrir la cartera, sobresalen una gran cantidad de billetes de todos los colores. Antes de despedirse, el vendedor ilegal le recomienda que, cuando vuelva a viajar, lo busque, dejándole claro que cualquier día de la semana podrá encontrárselo por ese pasillo de la Terminal.

Trabajo sin descanso

Los subsaharianos no descansan ni un solo día. El jefe, este jueves con un llamativo sombrero morado, es el que controla y se mueve por todos los pasillos de la terminal. Mientras la periodista espera que plastifique su maleta, comprueba cómo pasean a unos cinco o seis metros unos vigilantes de seguridad que ni siquiera miran hacia esta banda. La empresa afectada, Safebag Zorpack, está desesperada. Sus empleados cuentan a este diario cómo han sufrido amenazas descomunales: "A mí me dijeron que, como denunciara, iban a hacer con mis tripas vudú, y a una compañera que la violarían entre todos". Los dueños de la compañía no se quieren quedar de brazos cruzados ni que este delito quede impune. Por eso han denunciado en los juzgados esta práctica ilegal.

Juan Rivas, director comercial de Safebag, ha enviado esta misma semana una misiva a la ministra de Fomento, Ana Pastor, en la que le indica que sus servicios de seguridad no protegen a los trabajadores que el "vandalismo" ataca, además de que destrozan las máquinas de plastificado legal. La semana pasada, las máquinas lucían carteles de protesta: "No a los plastificadores ilegales", pero Aena los obligó a retirarlos. La empresa asegura que esta práctica ilegal les hace perder demasiados ingresos, un millón de euros al año, por lo que hace unas semanas tuvieron que plantear una reducción de un cuarto de la plantilla.

Desde la empresa explican que Aena le exige una renta mínima anual, que crece anualmente: en 2010 abonaron 2,1 millones y en 2015 tendrán que pagar 3,3. Las condiciones del concurso público que ganaron hace cuatro años marcaban unas previsiones de 12 millones de pasajeros más al año. "Aena también pierde dinero", aseguran. Rivas también solicitó a la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que pusiera en marcha los efectivos necesarios para que se garantice la seguridad de sus empleados.

De momento, los subsaharianos delinquen sin ningún tipo de rubor ante la atenta mirada de los empleados, que ven cómo menguan sus nóminas: a menos maletas precintadas, menos dinero. Algunos dejan de ingresar hasta 100 euros al mes por culpa de estos ilegales a los que lo barato les puede salir muy caro.

Operan con total impunidad y están perfectamente conectados. Se concentran en grupos, de dos en dos o en solitario. Antes de que amanezca en Madrid, ya se han diluido por todos los pasillos de la interminable Terminal 4 de Barajas. Usted no los ve, pero ellos le fichan en cuanto atraviesa la puerta de entrada. Uno vigila mientras otro caza a su próxima víctima. Ganan cinco euros “más propinas” por maleta y tienen cambio de 20, de 50, hasta de 200 euros. En algunos casos, en apenas diez minutos se sacan 50 o 60 euros. Son una banda pirata de plastificadores ilegales que abordan a los turistas que están a punto de embarcar. Sus clientes casi siempre son ciudadanos que viajan hacia algún país del Tercer Mundo, a quienes convencen de que sus maletas irán más seguras si van precintadas. El Confidencial caza a un grupo organizado de subsaharianos que se forra con una actividad ilegal y que sobrepasa la frontera que existe entre la picaresca y la delincuencia (como se puede ver en el vídeo que encabeza la información).

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