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Mercadillo ilegal en pleno Atocha: “1 euro el pantalón. Esto sí que es El Corte Inglés”
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APARECE DE CINCO A SIETE DE LA MAÑANA

Mercadillo ilegal en pleno Atocha: “1 euro el pantalón. Esto sí que es El Corte Inglés”

Decenas de inmigrantes, y algún español, instalan su particular bazar en los aledaños de la mítica plaza. Su peor enemigo es la Policía

Madrid todavía no ha despertado cuando decenas de inmigrantes -y algún español- instalan su particular mercadillo en los aledaños de la mítica plaza de Atocha, en la esquina que más se aproxima al Museo Reina Sofía, en la misma calle de Méndez Álvaro. A unos pasos de la estación donde todavía no ha llegado el primer AVE de la mañana se monta un bazar ambulante entre las cinco y las siete de la mañana que crece o desaparece al ritmo que marca la Policía. Zapatos, ropa, juguetes, gafas de sol, teléfonos móviles...Casi todos los productos puestos a la venta, si no todos, son robados.

Un euro el pantalón. Esto sí que es El Corte Inglés.

Una señora que no supera los cincuenta años, con un marcado acento madrileño, ofrece a una viandante su producto, que está claramente usado. Ellos hablan entre sí en su propia lengua -sobresale el marroquí-. Ahí nadie se fía de nadie, sobre todo de la Policía, que intercepta la mercancía de forma periódica. Ellos siempre vuelven. Algún comprador advierte, haciendo señas con los ojos, que cuide del bolso. Los robos son continuos incluso entre los compradores que quieren hacer su agosto en esas dos horas en la acera de la calle en la que se ofrecen objetos de lo más variopinto. Alguno, en estado lamentable.

Los puestos son muy pequeños, pero hay decenas. Se distribuyen uno al lado de otro, a ambos lados de una misma acera. Posan sus productos sobre una sábana o una manta. “Los sábados y domingos esto se llena muchísimo más”, cuenta una compradora habitual de procedencia extranjera. En estos improvisados escaparates se ven zapatos de mujer, de hombre, de niños. Todos usados. Hay también muchos bolsos de imitación y de muy poca calidad. Pintalabios, pulseras, bastantes juguetes (todos en muy mal estado) y poco material tecnológico. Muchos móviles antiguos y alguna pantalla de ordenador suelta. El material bueno, revela otro cliente, “lo tienen escondido”. Hay también algo de comida. Lo que sobra en los supermercados del barrio.

Hay momentos en los que los compradores se entremezclan con los vecinos que más tienen que madrugar para ir a trabajar. “Esto es asqueroso, todos los días igual. Y hoy no hay mucho lío”, se queja uno de ellos, haciendo alusión a que el escaparate se multiplica las madrugadas de los fines de semana. Los compradores suelen ser los habituales. Los que más dinero dejan una vez que pasan por ahí son los viandantes que van o llegan a la estación. Los buenos negociadores llenan una bolsa gastándose menos de diez euros. A las siete de la mañana, cuando las farolas se apagan, el mercadillo ya ha desaparecido. Lo que no se borra jamás es la imagen que se queda grabada en la mente del viandante que atraviesa por primera vez esa acera, donde Madridparece más a un país tercermundista quela capital de España.

Madrid todavía no ha despertado cuando decenas de inmigrantes -y algún español- instalan su particular mercadillo en los aledaños de la mítica plaza de Atocha, en la esquina que más se aproxima al Museo Reina Sofía, en la misma calle de Méndez Álvaro. A unos pasos de la estación donde todavía no ha llegado el primer AVE de la mañana se monta un bazar ambulante entre las cinco y las siete de la mañana que crece o desaparece al ritmo que marca la Policía. Zapatos, ropa, juguetes, gafas de sol, teléfonos móviles...Casi todos los productos puestos a la venta, si no todos, son robados.

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