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A Rajoy le basta un anuncio y el pasado de Rubalcaba para superar un combate trabado
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DEBATE DEL ESTADO DE LA NACIÓN

A Rajoy le basta un anuncio y el pasado de Rubalcaba para superar un combate trabado

Un anuncio concreto sobre bajada de impuestos por la mañana y recordar por la tarde el pasado de Alfredo Pérez Rubalcaba bastaron para salir indemne

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), interviene en presencia del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), interviene en presencia del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)

Un anuncio concreto sobre bajada de impuestos por la mañana y recordar por la tarde el pasado de Alfredo Pérez Rubalcaba como segundo de Zapatero bastaron a Mariano Rajoy para salir más o menos indemne de su segundo debate sobre el estado de la nación como presidente del Gobierno. El jefe del Ejecutivo convenció a los suyos con la defensa de los primeros datos de la recuperación económica y el compromiso de mantener la unidad nacional. El jefe de la oposición hizo lo propio en el duro mano a mano de descalificaciones con Rajoy, efectista y muy mitinero, pero que probaba unos reflejos parlamentarios desconocidos o aún por ver en los aspirantes a sucederle.

A la espera de lo que dictamine el CIS sobre el vencedor en el debate, populares y socialistas salieron contentos de la refriega. Especialmente en el caso del partido en el Gobierno, donde además de celebrar el empeño de su jefe de filas en recrearse en el discurso de la salida de la crisis no disimulan su deseo de que Rubalcaba siga al frente del PSOE hasta el final de la legislatura. Es una esperanza que sólo empaña el miedo a perder los próximos comicios europeos.

Rajoy y el jefe de la oposición buscaron la reconciliación con sus partidarios y con los respectivos electorados más fieles, que son los que decantarán en mayo el resultado de unas elecciones que se presentan tan reñidas como el debate. El presidente del Gobierno hizo todo un adelanto de su promesa (repescada de la de 2011) de bajar impuestos a partir de enero de 2015, año de comicios municipales, autonómicos y generales. Es lo más concreto del debate: el Consejo de Ministros aprobará esta misma semana una “tarifa plana” de 100 euros en concepto de cotizaciones sociales para todo empleo indefinido de nueva creación.

Noticia aparte, el anuncio de que en el nuevo modelo fiscal no pagarán IRPF las rentas por debajo de los 12.000 euros y el compromiso de aplicar rebajas a las familias con hijos, redondeó el discurso del jefe del Ejecutivo sobre las nuevas perspectivas de mejora que ofrece la economía para empezar a combatir el drama nacional de los 5,6 millones de parados.

Más contentos… cuando se compara con 2013

En fuentes gubernamentales reconocían que la evidente satisfacción que destilaba Rajoy en la primera jornada del debate se debía a las buenas noticias que podía dar, pero también al contraste con las circunstancias de la sesión de febrero de 2013: sólo recortes, llamamiento a la esperanza a palo seco y además el caso Bárcenas.

Rajoy puso un especial cuidado en la elección de las frases y el tono empleado en su conocida respuesta al reto separatista de Artur Mas. No hubo novedad en el fondo de la réplica, basada en garantizar que no consentirá la ruptura de España (“tengan por seguro que cumpliré con mi obligación”), en que defenderá los derechos de todos los catalanes y en apelar a la razón y al interés de la unidad “para honrar nuestra historia y para garantizar nuestro futuro”. Pero el presidente del Gobierno presentó esa respuesta en positivo y amparado en el derecho a decidir de todos los españoles sobre el futuro de la nación.

Rubalcaba cumplió ante los suyos con una descalificación general de todo lo que ha hecho el Gobierno y lo que anuncia para los dos próximos años, pero con las dosis de convicción y las denuncias clásicas de su partido contra la maldad intrínseca de “la derecha” empeñada en liquidar “el Estado del bienestar”, la sanidad, la educación, los derechos de los trabajadores y la igualdad entre hombres y mujeres, ahora con “la crisis como coartada”.

Cuerpo a cuerpo y repaso a las hemerotecas

A Rajoy le pareció una intervención cargada de demagogia y previsiones apocalípticas, pero le vino bien para recordar lo que hacía el dirigente socialista cuando se hundió la economía española, el paro creció en más de 3,4 millones de ciudadanos, bajaron los ingresos de Hacienda por valor de 70.000 millones de euros en el cobro del impuesto de sociedades y subió el déficit tarifario de la electricidad hasta los 26.000 millones. Rubalcaba era ministro y luego vicepresidente del Gobierno de esa etapa, el pasado que le persigue y bloquea a la hora de presentarse como alternativa.

Ni palabra del aborto… hasta Cayo Lara

Rajoy eludió responder al secretario general del PSOE ante su exigencia de que no presente su anunciada reforma de la ley del aborto. La nula mención de la reforma de Gallardón dejaba muy en entredicho al ministro de Justicia: Rajoy había tenido palabras para casi todos sus departamentos, pero ignoraba totalmente el ‘proyecto estrella’ de Gallardón en lo que parecía un claro aviso a navegantes.

Hasta que no le llegó el turno al portavoz de IU, Cayo Lara, el presidente del Gobierno no se molestó en confirmar que aprobará y enviará a la Cámara la nueva regulación basada en supuestos de despenalización. Para entonces, el debate languidecía y el Congreso estaba medio vacío. Rajoy siguió despachando a los demás portavoces muy amable y sonriente. Esta vez ni siquiera se enfadó con Rosa Díez.

Un anuncio concreto sobre bajada de impuestos por la mañana y recordar por la tarde el pasado de Alfredo Pérez Rubalcaba como segundo de Zapatero bastaron a Mariano Rajoy para salir más o menos indemne de su segundo debate sobre el estado de la nación como presidente del Gobierno. El jefe del Ejecutivo convenció a los suyos con la defensa de los primeros datos de la recuperación económica y el compromiso de mantener la unidad nacional. El jefe de la oposición hizo lo propio en el duro mano a mano de descalificaciones con Rajoy, efectista y muy mitinero, pero que probaba unos reflejos parlamentarios desconocidos o aún por ver en los aspirantes a sucederle.

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