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El presidente y Sáenz de Santamaría, de perfil en la defensa de la ‘ley Gallardón’
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EL MINISTRO NO TIENE “MIEDO” AL DEBATE POLÍTICO

El presidente y Sáenz de Santamaría, de perfil en la defensa de la ‘ley Gallardón’

Desde que el pasado 20 de diciembre Ruiz-Gallardón presentó su controvertido anteproyecto, al ministro le han faltado voces que, desde el PP y desde el propio Gobierno, le hayan defendido

Foto: Manifestación de la Plataforma Nosotras Decidimos frente al Palacio de la Moncloa. (EFE)
Manifestación de la Plataforma Nosotras Decidimos frente al Palacio de la Moncloa. (EFE)

Desde que el pasado 20 de diciembre, en pleno parón navideño, Alberto Ruiz-Gallardón presentó su controvertido anteproyecto de ley del aborto, al ministro le han faltado voces que, desde el PP y desde el propio Gobierno, hayan defendido con vehemencia los pormenores del nuevo texto. De hecho, hasta ahora, las discordancias internas –de Monago un día, o de Cifuentes y Feijóo, otro–, han sonado más fuerte que los cierres de filas en torno al borrador, que, de haberlos, han sido siempre tímidos.

Ya lo dijo el propio Jaime Mayor Oreja en Bruselas al aseverar que la partida de la opinión pública se estaba perdiendo “por incomparecencia” de los suyos. Ayer, el día en el que el debate sobre el aborto entró como elefante en cacharrería en la primera sesión de control al Gobierno del año, no fue otra excepción. Y, en esas, a Gallardón le tocó bregar solo con la oposición frente a la postura tibia que exhibió, en todo momento, el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, “la vicepresidenta muda”, tal como ironizó su oponente socialista, Soraya Rodríguez.

El presidente fue el primero en impulsar de nuevo el debate en torno a la reforma al aceptar que el texto presentado por Gallardón contiene “algunos puntos que sin duda alguna son controvertidos”, dijo. Por ello, pidió “sensibilidad y delicadeza” para debatir y abordar la reforma que, en todo caso, consideró necesaria por tratarse de uno de los compromisos adoptados por su partido en la anterior legislatura y que incluyó en el programa con el que se presentó a las elecciones. Los voces críticas que, desde dentro del propio partido, se han dejado oír en las últimas semanas parecen haber hecho mella en el jefe del Ejecutivo, que, por lo demás, se comprometió a “mejorar” el texto, tal y como ya pidiera a Gallardón en el último Comité Ejecutivo Nacional del PP. “No se trata de buscar una legislación acorde con los principios personales o individuales de ninguna persona o de ningún sector ni que imponga una opción personal –añadió el presidente–, sino que sea acorde con la doctrina constitucional, respetuosa con los derechos de todos y que valga para la mayoría de la sociedad. Esa es la voluntad del Gobierno”.

El aborto se planteó ayer, en el Congreso, como principal caballo de batalla de los principales grupos de la oposición, que interpelaron a varios miembros del Gobierno. Pero en este caso, tampoco la vicepresidenta quiso ir mucho más allá que su jefe de filas cuando la portavoz del PSOE le recriminó que ningún ministro haya querido venir a la Cámara Baja a explicar la primera versión del borrador del proyecto. “Por eso le digo hoy que, por favor, nos diga cuál es su posición política en todo esto, porque a fuerza de estar callada –vicepresidenta muda– ya no sé si es que no tiene posición política o si lo que no tiene usted es fuerza política para defender sus posiciones en el consejo que vicepreside”, argumentó, entre aplausos de su bancada, la portavoz del PSOE.

Sáenz de Santamaría no entró al trapo ni detalló ninguno de los pormenores de la norma. Se limitó a señalar que la ley se tramitará como cualquier otra norma y que será cuando llegue el Congreso el momento en el que el ministro dará sus explicaciones pertinentes. Recriminó también el “despotismo político” del PSOE que, ante cualquier ley que no le gusta, pide su retirada o anuncia su derogación en un futuro. Mato, que terminó la ronda monotemática sobre la cuestión, respondió únicamente que ella siempre ha sentido más cómoda con una ley de supuestos que con una de plazos y con una ley en la que las menores estén “acompañadas de sus familias” cuando tengan que tomar la decisión de interrumpir su embarazo.

Gallardón no tiene miedo al debate

Así las cosas, el grueso del papelón se lo terminó de encarar el propio Gallardón, quien, eso sí, no se achantó ante las críticas, tal y como explicó después en una interpelación parlamentaria, en la que aseguró que muchas de las cosas que se dicen sobre la ley –como que habrá españolas que tengan que viajar al extranjero para poder abortar– son “caricaturas”. “Ninguna de esas caricaturas va a tener ningún efecto”, dijo.

Gallardón bregó primero con la número dos del PSOE, Elena Valenciano, y después, con la diputada de Izquierda Unida Ascensión de las Heras, quien terminó su discurso recitando unos versos que en los que aseguraba que apelará la ley “con las tetas, con el puño, con los pies, con las orejas, con las pestañas, con la espalda”. Gallardón aseguró que no tiene miedo al debate ni a lo que digan los informes preceptivos solicitados a diferentes instituciones como el CGPJ o los colegios de médicos. En este sentido, recordó también que la eliminación del supuesto de malformación del feto es un requerimiento formulado por Naciones Unidas que España debe cumplir antes de 2015. Los citados “puntos controvertidos” que sólo él tuvo que defender ayer ante la puesta de perfil de sus compañeros de gabinete.

Como ya explicara a sus compañeros de partido, Gallardón volvió a repetir que lo que está en juego es si la izquierda posee “el monopolio de la superioridad moral” y tener la última palabra para decidir “qué está bien y qué está mal”. Valenciano, por su parte, atacó su punto débil señalando que el ministro está “atrapado”. “Muchos de los portavoces de su partido ya nos han dicho que va a cambiar mucho su anteproyecto de ley, que no nos preocupemos, que en el trámite parlamentario cambiará mucho”, señaló.

De momento, Gallardón cuenta con el respaldo absoluto del presidente del Gobierno, tal y como este reconoció en la entrevista de Antena 3 del pasado lunes. En la defensa del anteproyecto, eso sí, el apoyo del presidente y de su número dos sigue siendo tibio y débil.

Desde que el pasado 20 de diciembre, en pleno parón navideño, Alberto Ruiz-Gallardón presentó su controvertido anteproyecto de ley del aborto, al ministro le han faltado voces que, desde el PP y desde el propio Gobierno, hayan defendido con vehemencia los pormenores del nuevo texto. De hecho, hasta ahora, las discordancias internas –de Monago un día, o de Cifuentes y Feijóo, otro–, han sonado más fuerte que los cierres de filas en torno al borrador, que, de haberlos, han sido siempre tímidos.

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