Es noticia
De Cabo dejó a Díaz Ferrán en una situación desesperada para quedarse con Marsans
  1. España
SU TESTAFERRO DESVELA SU 'MODUS OPERANDI'

De Cabo dejó a Díaz Ferrán en una situación desesperada para quedarse con Marsans

El empresario Ángel de Cabo, ahora en prisión incondicional bajo fianza de 50 millones de euros, engañó a Gerardo Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual

Foto: De Cabo dejó a Díaz Ferrán en una situación desesperada para quedarse con Marsans
De Cabo dejó a Díaz Ferrán en una situación desesperada para quedarse con Marsans

El empresario Ángel de Cabo, ahora en prisión incondicional bajo fianza de 50 millones de euros, engañó a Gerardo Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual para dejarles en una situación totalmente desesperada y así conseguir que les vendiera Viajes Marsans. Eso sí, cuando lo consiguió, los dos socios llegaron a un acuerdo bajo manga de ocho millones para quedárselo ellos y no pagar a los acreedores.

Según recoge el sumario de la operación Crucero, en un primer momento De Cabo hizo creer a Díaz Ferrán -también en prisión- y Pascual (fallecido) que había conseguido inversores que estaban dispuestos a inyectar el dinero necesario para sacar adelante Viajes Marsans y salir de la situación de insolvencia en que se encontraba.

Este particular, por supuesto, no era cierto según la declaración de un testaferro de De Cabo, Jorge García Telléz. El ‘modus operandi’ de De Cabo era hacer jornadas interminables de trabajo, pedir informes, hacer desfilar a mucho profesional por la planta de dirección de viajes Marsans, “siguiendo con la farsa diseñada por Ángel de Cabo frente a Gonzalo y Gerardo”. Les hizo creer que se estaba intentando salvar la empresa, “cuando lo cierto era que se estaba dejando correr el tiempo hasta que la situación fuera insostenible para ellos y le vendieran (...) las matrices de Marsans y se presentara el concurso, como así fue”.

Según consta en el sumario, De Cabo, más conocido como ‘el Liquidador’, encargó a García Téllez que comprara sociedades para el asunto de Marsans, y que le pidiera el dinero al hijo de Gerardo Díaz Ferrán (Gerardo Díaz Santamaría). Este se negó a dárselo, por lo que se compraron con dinero de las cuentas De Cabo.

Se adquirieron un conjunto de sociedades, entre las que estaban Posibilitum, Quatre Brass, Probatum, Fulvia y Kairo. Posibilitum se compró a nombre de Ángel de Cabo (administrador único) e Iván Losada y Fernando Lavernia Sanchís (ambos con carácter fiduciario) y se utilizó para adquirir las acciones/participaciones de las sociedades de Gerardo y Gonzalo. Quatre Brasss, (de la que es accionista fiduciario Jesús Alonso) se utilizó para comprar la sociedad patrimonial de Díaz Ferrán (Inversiones Grudisan), y las tres últimas para adquirir la finca El Sauceral, de Pascual.

Con el paso del tiempo -alrededor de un mes-, De Cabo continuó haciendo en Madrid 'la parafernalia' que tanto le gustaba hasta que los dos propietarios de Viajes Marsans terminaron por venderle la empresa el día 9 de junio de 2010, presentando el concurso de acreedores. En los meses posteriores se realizaron las transmisiones de los bienes de ambos a las sociedades que se compraron, bajo la presión De Cabo. “Las cosas tenían que hacerse al momento, cuando él dijera”, señala en su declaración el testaferro.

En un primer momento, Pascual fue reacio a cerrar el acuerdo, porque no se fiaba de De Cabo, y no quiso estrechar su mano. Más tarde, concluida la operación, fue De Cabo quien no estrechó su mano, pero ya había conseguido lo que quería, las joyas de la corona de los dos socios, Parihol y Haldisan (propietarias del capital social de sus empresas), donde ellos empezaron en su actividad empresarial. Todo a cambio de ocho millones de euros para cada uno.

De Cabo, dictatorial y con malas formas

Dentro de la investigación, queda recogido cómo De Cabo era una personal dictatorial, con muy malas formas, “que siempre tiene el grito en la boca”. Su estrategia cada vez que ha intentado quedarse con una empresa era siempre la misma.

La verdadera actividad de la organización de Ángel de Cabo es la adquisición de empresas o grupos empresariales en situación de insolvencia. Según la declaración de su testaferro, cuando un empresario ha intentado por todos los medios conocidos salvar su negocio, incluso avalando con su propio patrimonio personal operaciones societarias, y se encuentra completamente ahogado, y dado que no dispone de efectivo para que un despacho de abogados y financieros se ocupen de sus problemas e intenten encontrar una solución, acuden a De Cabo completamente desesperados, y este se aprovecha de esta situación.

Primero, el empresario intentaba dar buena apariencia cuando unos edificios en los mejores sitios, y poniendo a la disposición de sus empleados coches de gama alta. Además, ponía a disposición de sus clientes, a quienes luego se quedaría con su empresa, un servicio jurídico gratuito. La frase utilizada por él era: "yo ya me encargaré de cobrar, no os preocupéis". Les prometía que iba a salvar el patrimonio personal del empresario arruinado aun sabiendo que era imposible. Hacía movimientos de dinero ficticios entre sus propias cuentas para engañar a los clientes haciendo creer que había inversiones, cuando en realidad era su propio capital.

Cuando ya tenía cerrado el acuerdo, les prometía liquidez para que pudieran mantener el nivel de vida que tenían, pero lo verdaderamente cierto es que nunca cumplía con el trato. Ya con el acuerdo firmado, trasladaba a un número importante de profesionales a la empresa para distraer a todo el personal, pidiendo documentación, informes, para que nadie se diera cuenta de dónde se quería centrar, donde estaba el dinero. Si había tesorería, se inventaba alguna excusa para hacer la transferencia o sacar el dinero por talones o en efectivo. El metálico, que se repartían entre Ángel de Cabo y su secretaria, Susana Mora, para no dejarlo en la oficina, acababa en su bolsa de deporte.

Después, hacía un ERE, se llevaba el mobiliario, ordenadores, los vehículos y ponía a su personal en nómina de la sociedad para de esta manera mantener su estructura con bajos costes. “Todo esto lo hace a base de gritos, a la voz de ya. Efectúa las escrituras de transmisión de las propiedades de los empresarios tal y como les prometió, pero sólo en apariencia, porque no paga nada de nada”, relata el testaferro.

Un arma y 380.000 euros en efectivo

En el registro del domicilio de De Cabo, tras su detención, la Policía encontró un arma y fajos de billetes por valor de 380.000 euros, además de 10.000 francos suizos y siete cheques por valor de 210.000 euros. El juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso, Eloy Velasco, ha solicitado una prueba caligráfica para conocer si la letra de los fajos de la casa de De Cabo y los encontrados en casa de Díaz Ferran, 159.975 euros, son de la misma persona. Según un informe policial, estos montones tienen el mismo valor facial y número de billetes con anotaciones manuscritas "similares, si no idénticas, en número, tipo, grafía y posición en el billete, lo que podría indicar un origen común en ambos casos".

El empresario Ángel de Cabo, ahora en prisión incondicional bajo fianza de 50 millones de euros, engañó a Gerardo Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual para dejarles en una situación totalmente desesperada y así conseguir que les vendiera Viajes Marsans. Eso sí, cuando lo consiguió, los dos socios llegaron a un acuerdo bajo manga de ocho millones para quedárselo ellos y no pagar a los acreedores.

Ángel de Cabo