Artur Mas hizo que le fuese a buscar un helicóptero porque llegaba tarde a una feria

El pasado domingo, en la localidad gerundense de Campllong, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, hizo un llamamiento a todos los catalanes: ”Hemos de buscar la inspiración para ver si vamos llenando un poco los cajones con el esfuerzo de todos”, arengó a los visitantes de la Feria Comarcal de Primavera de esta localidad. Porque reconoció que “los cajones están vacíos y las arcas están vacías”. Por tanto, es preciso “hacer piña para una cosa tan importante como es levantar nuestro país”.

Pero el President se olvidó de una cosa: de predicar con el ejemplo. Si tan limpio es el que limpia mucho como el que no ensucia, tan ahorrador es el que ahorra mucho como el que no gasta. Y de gastos, algunas instancias no entienden gran cosa: para poder llegar a la feria, Mas no dudó en hacer que le fuera a buscar un helicóptero porque llegaba con retraso.

En realidad, el presidente catalán estaba en Llívia, enclave catalán en los Pirineos, dentro de Francia. De allí, salió a las 10.30 horas para asistir a la feria de Campllong y entregar el premio a la mejor vaca de raza frisona. Pero el tiempo apremiaba y no podía llegar a tiempo en el coche oficial. La carretera, además, no acompaña: después de dejar atrás Puigcerdà, ha de recorrer la Collada de Tosses hasta Ribes de Freser, una veintena de kilómetros de endiabladas curvas y contracurvas.

Para solventar el contratiempo, hizo que un helicóptero le fuera a buscar a la localidad de Campdevànol, unos kilómetros más abajo de Ribes y cerca ya de Ripoll, para llegar a la feria comarcal. El helicóptero le dejó en la vecina localidad de Riudellots, lindante con Campllong, donde una patrulla de Tráfico de los Mossos d’Esquadra se encargó “discretamente” de facilitarle el acceso hasta el recinto donde debía pronunciar su discurso y hacer los honores de entregar el premio ganadero. Aún así, es preciso reseñar que el President llegó una hora más tarde de lo previsto en la agenda oficial.

Fuentes oficiales de la Generalitat señalaron a El Confidencial que el desplazamiento en helicóptero del presidente de la Generalitat “entra dentro de la normalidad. No sólo de este presidente, sino de todos, es decir, de los que le han precedido. Y, si vamos a otras comunidades, ocurre exactamente lo mismo”.

Según las fuentes consultadas, “hay un número determinado de horas al año concertadas para hacer uso del helicóptero, por lo que es un gasto ya previsto”. Además, añaden, “en ocasiones, no puede estar sujeto a las limitaciones del tráfico, por lo que ha de echar mano de este medio de transporte”, ya que ha de realizar grandes desplazamientos en un corto periodo de tiempo. Por tanto, “es normal que utilice el helicóptero para asistir a algunos compromisos”.

La Generalitat paga casi 13 millones de euros al año para tener a su disposición un total de 23 aeronaves: el helicóptero de los Mossos d’Esquadra, tres más para Tráfico, 15 para bomberos y cuatro avionetas de extinción de incendios. En este precio, entra el mantenimiento de los aparatos, pero no otros gastos como el combustible (que para los del servicio de prevención de incendios es suministrado por Repsol). El gasto en el 2011 del alquiler ascendió a 12,7 millones, de los que 9 millones se adjudicaron a la compañía Taf Helicopter y el resto a Avialsa T-35. Todos ellos dependen del Departamento de Interior. Taf también ha tenido adjudicaciones del Gobierno para el transporte sanitario aéreo.

Críticas de la oposición

Entre los partidos de la oposición, la decisión de llamar a un helicóptero para evitar la carretera es una incongruencia del presidente catalán. “Es un escándalo sin precedentes. CiU vuelve con los viejos tics que tenía hace años, cuando pensaba que Cataluña era su cortijo. Son las nuevas caras con viejos hábitos. Pero se les va viendo de qué pie cojean”, dice a este diario un miembro destacado de una formación opositora.

Y otro añade: “Mas no puede predicar austeridad y realizar dispendios de esta clase. Con la situación actual de crisis, debería dar ejemplo de ahorro y, si tenía prisa, podría haber salido de Llívia un poco antes, con lo que no tendría necesidad de hacer que le fuese a buscar un helicóptero. Se comprendería si tuviese actos oficiales a los que acudir y estuviesen lejos unos de otros. Pero un día festivo y para llegar a media mañana, no tiene necesidad de desplegar todo ese alarde de medios de transportes”.

Estas fuentes recuerdan un episodio similar, salvando las distancias, ocurrido en 1988, cuando el entonces vicepresidente del Gobierno español, Alfonso Guerra, hizo que le fuese a buscar a la localidad portuguesa de Faro un Mystère de las Fuerzas Aéreas porque la caravana en la frontera de Ayamonte no le permitiría llegar a tiempo para asistir a una corrida de toros en la Maestranza. Artur Mas no iba a ninguna corrida de toros -entre otras cosas, porque, de momento, están prohibidas en Cataluña-, pero sí es verdad que su destino también tenía a un bovino como protagonista: la vaca frisona. Pero, a diferencia de Guerra, la asistencia a la feria comarcal de Campllong entraba dentro de su agenda de actos públicos.