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La derrota de Chacón condena al PSOE a un pragmatismo conservador sin nuevas vías
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LA ÉLITE INTELECTUAL DEL PARTIDO NO OFRECE ALTERNATIVAS

La derrota de Chacón condena al PSOE a un pragmatismo conservador sin nuevas vías

En tiempos de zozobra no hacer mudanza. La máxima ignaciana ha sido la clave de fondo de un Congreso Federal que ha condenado al PSOE a

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La derrota de Chacón condena al PSOE a un pragmatismo conservador sin nuevas vías

En tiempos de zozobra no hacer mudanza. La máxima ignaciana ha sido la clave de fondo de un Congreso Federal que ha condenado al PSOE a un pragmatismo conservador abortando cualquier vía homologable con los nuevos movimientos europeos que buscan la nueva izquierda. Y aunque Pérez Rubalcaba sea de tradición marianista y haya arrancado sus mayores aplausos fustigando al Vaticano, la seguridad que necesitan para sobrevivir sin riesgos las bases de un partido perdido en las derrotas ha arrojado a Carmen Chacón a la antesala del olvido.

La radiografía del Congreso está en el perfil de los delegados. Y a simple vista, según se ha observado en el último cónclave, la base social que se concita para votar en el PSOE tiene poco que ver con la estética en la que se ha querido envolver la alternativa que representaba Carmen Chacón. El acompañamiento de figuras como José Borrell, Cristina Narbona o López Aguilar, entre otros, conforma una élite intelectual alejada del sentimiento de seguridad que ofrece la idea de casa común.  

El PSOE se ha hecho conservador y no quiere riesgos. De un lado, por la edad media de sus delegados y clase directiva y, de otro, por la necesidad de sobrevivir en una crisis con dos niveles: la situación económica general y el acusado declive del partido, que en menos de un año ha perdido decenas de miles de puestos en las administraciones públicas –ayuntamientos, comunidades autónomas y administración central- en los que cobijar a parte de ese cuarto de millón de militantes que paga cuota.

En este escenario, la estética que Carme Chacón ha llevado al encuentro no ha supuesto más que un órdago a la realidad que, como un fuego de artificio, se ha perdido en el aire ante la mirada incomprensiva de cientos de delegados de la España rural y las clases media acuciadas por la crisis.

Todo apunta, según lo que se ha observado en el 38 Congreso Federal, que ni el PSOE ni la izquierda están para debates ideológicos. Ni los hubo en la campaña de las primarias ni los hubo en el cónclave de este fin de semana ni los habrá en el futuro, a juzgar por la actitud de Carmen Chacón: ha renunciado a estar en los órganos rectores del partido, se ha negado a cualquier responsabilidad en el Grupo Parlamentario y sólo se ha preocupado de conseguir que algunos de sus leales entren en la nueva ejecutiva, sin lograr ni con mucho la cuota parte que le correspondería por el porcentaje de votos que ha conseguido respecto a su rival ganador.

La pregunta que algunos delegados bien situados en los aparatos del partido se hacían era dónde estaba el contenido del mensaje de Camen Chacón. Según algunas opiniones de lo que podríamos denominar instalados del partido, la candidata mezcló sus contradicciones nacionalistas con sus contradicciones de clase, y todo envuelto en un celofán seudointelectual en el que su presencia en el pueblo de Olula del Río como arranque de campaña terminó siendo un recurso demagógico que rompía con todo lo anterior.

El PSOE, sin nuevas vías

La derrota de Chacón deja al PSOE sin posibilidad de ensayar una nueva vía, siempre pendiente en la izquierda desde la caída del Muro de Berlín y sus consecuencias. El aporte intelectual de la élite que acompañaba a la candidata no ha trascendido. Y sus amagos por conectar con la calle sumándose al malestar generalizado, como un trasunto político del 15M, no han gustado en unas bases demasiado conservadoras.

“La gente no está para inventos”, decía un alcalde de un pueblo andaluz que se caracteriza por hablar con “las verdades del barquero”. Y, de momento, parece tener razón. El PSOE no acaba de salir de la cultura de la casa común -“fuera hace mucho frío”, decía Alfonso Guerra-, en la que en este Congreso se han dado cita unidos ante un futuro incierto felipistas, guerristas y muchas otras tribus que han controlado o controlan la mayor empresa política de España. Cuando Pérez Rubalcaba buscó la foto de la primera fila entre Felipe González y Alfonso Guerra, el día de los discursos previos a la votación de candidatos, sabía que le era rentable ser parte de los cuadros de la exposición histórica del partido.

Ante esta relación de imágenes, Carmen Chacón pasó como la nieta de un abuelo que hizo la guerra. La candidata quiso rentabilizar el mérito de un luchador por las libertades, y los delegados prefirieron quedarse con el abuelo, representado en Felipe, Guerra y Rubalcaba, por temor a que yéndose con la nieta, la niña fuera capaz de romper el jarrón.

En tiempos de zozobra no hacer mudanza. La máxima ignaciana ha sido la clave de fondo de un Congreso Federal que ha condenado al PSOE a un pragmatismo conservador abortando cualquier vía homologable con los nuevos movimientos europeos que buscan la nueva izquierda. Y aunque Pérez Rubalcaba sea de tradición marianista y haya arrancado sus mayores aplausos fustigando al Vaticano, la seguridad que necesitan para sobrevivir sin riesgos las bases de un partido perdido en las derrotas ha arrojado a Carmen Chacón a la antesala del olvido.

Carme Chacón