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Fátima Báñez, la ‘guionista’ del plan económico del PP
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Y 'NIÑA BONITA' DE MONTORO

Fátima Báñez, la ‘guionista’ del plan económico del PP

Hay políticos que leen papeles y hay políticos que preparan el guión para que otros se luzcan. Andaluza atípica por ser demasiado tímida y callada, aunque

Foto: Fátima Báñez, la ‘guionista’ del plan económico del PP
Fátima Báñez, la ‘guionista’ del plan económico del PP

Hay políticos que leen papeles y hay políticos que preparan el guión para que otros se luzcan. Andaluza atípica por ser demasiado tímida y callada, aunque de risa fácil y con deje andaluz demasiado marcado, Fátima Báñez (San Juan del Puerto, Huelva, 1967) nunca ha mirado los sillones azules que ocupan los ministros en el hemiciclo antes de que Mariano Rajoy le adjudicara el ministerio de Empleo y Seguridad Social, antiguo ministerio de Trabajo. Ha sido la elegida para lidiar con el toro más bravo de la plaza: los casi cinco millones de parados que hereda de la era Zapatero y aplicar la reforma laboral. 

Bañez forma parte del equipo de los juniors de Génova cuyo nombre empezó a sonar conforme el PP empezaba a tener claro que el PSOE perdía las elecciones. Pertenece a la cuadrilla de la nueva generación popular de la que forman parte Alfonso Alonso, María Pico, José María Lassalle y Soraya Sáenz de Santamaría. Todos se tratan casi como hermanos. Controladora, trabajadora y esforzada a muerte, pronto se convirtió en la inteligencia emocional femenina en la que Mariano Rajoy confió todo lo que tiene que ver con la economía conforme la crisis empezó a apretar. Siempre bajo las faldas de Cristóbal Montoro, su ‘niña bonita’ nunca ha sido una persona hambrienta de poder.

Nadie adivinó inquietud política en esta alumna de Derecho y Empresariales de ICADE que nunca destacó por encima de la media de la clase. La portavoz adjunta del PP en el Congreso de los Diputados está casada con un banquero, con quien tiene dos hijos, y vive a las afueras de Madrid. Debutó como diputada a los 33 años, cuando José María Aznar arrasó en las elecciones del año 2000. Durante los últimos años, ha participado en la elaboración de las enmiendas a los Presupuestos junto con Montoro, ministro de Hacienda, y se encargó, junto con Álvaro Nadal, de recoger la batuta económica socialista una vez que el PP ganó las elecciones.

Desde entonces, en su cabeza no ha habido mucho más hueco que para tres palabras: economía, economía, economía. Entre traspaso y traspaso, fue una de las primeras que recogió todo su despacho en el Congreso y no dejó ni un bolígrafo. Como si ya supiera de antemano que su nueva tarea dentro del Ejecutivo popular no la desempeñaría dentro de la Cámara Baja, sino en un ministerio.

Paciente y sin hambre de poder

Personas de su equipo más cercano dicen de ella que es perfeccionista al extremo, luchadora, paciente, tímida y sensible, cualidades que la han colocado en un buen lugar dentro del círculo de confianza de Rajoy. Ha conseguido hacerse un hueco cerca del presidente sin mostrar impaciencia ni siendo voraz. Pocas personas del entorno de Rajoy han dedicado más tiempo que ella a rebuscar entre las entrañas de la economía ese milagro español que consiga, sea como sea, resucitar las cuentas del país. Siempre ha  formado parte del equipo económico del PP cuando estaba en la oposición, y es una de las pocas personas con las que cuenta el nuevo Presidente que igual vigila la prima de riesgo que diseña medidas urgentes para mantener el empleo.

Desde que el PP ganó las elecciones, en las quinielas de los ministrables ha sido el nombre femenino que acompañó a Miguel Arias Cañete y Cristóbal Montoro por la cartera de Economía, el hueso más duro que tendrá que roer el recién estrenado Ejecutivo popular. Arias Cañete fue la cara visible del PP en materia económica durante la primera era en la oposición del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y Rajoy le encomendaría ahora impulsar un nuevo músculo industrial para España. Por su experiencia como economistas, también se escuchó a Báñez o Montoro para este cargo.

Fiel a su carácter, la onubense no se ha quitado nunca el uniforme con el que aparece en la Cámara Baja desde que aterrizó en ella hace más de una década. Siempre viste pantalón, con camisa y chaqueta. En negro o blanco, a combinar con una chaqueta de color según el día, aunque tira mucho del rojo. Media melena lisa, con raya a un lado, siempre suelta. Los pendientes, muy discretos. Al estilo Fátima Báñez.  

Hay políticos que leen papeles y hay políticos que preparan el guión para que otros se luzcan. Andaluza atípica por ser demasiado tímida y callada, aunque de risa fácil y con deje andaluz demasiado marcado, Fátima Báñez (San Juan del Puerto, Huelva, 1967) nunca ha mirado los sillones azules que ocupan los ministros en el hemiciclo antes de que Mariano Rajoy le adjudicara el ministerio de Empleo y Seguridad Social, antiguo ministerio de Trabajo. Ha sido la elegida para lidiar con el toro más bravo de la plaza: los casi cinco millones de parados que hereda de la era Zapatero y aplicar la reforma laboral. 

Fátima Báñez