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La ruina inmobiliaria de Luis Portillo acaba con su selecto colegio privado
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PADRES DE ALUMNOS DENUNCIAN UN DETERIORO DE LOS SERVICIOS

La ruina inmobiliaria de Luis Portillo acaba con su selecto colegio privado

El empresario Luis Portillo, a quien el boom inmobiliario convirtió en uno de los constructores más ricos de España, está a punto de desprenderse de una

Foto: La ruina inmobiliaria de Luis Portillo acaba con su selecto colegio privado
La ruina inmobiliaria de Luis Portillo acaba con su selecto colegio privado

El empresario Luis Portillo, a quien el boom inmobiliario convirtió en uno de los constructores más ricos de España, está a punto de desprenderse de una de sus propiedades -quizá la última joya que le queda ya- para hacer frente a sus deudas. Se trata del colegio de alto standing Alminar, ubicado en Dos Hermanas (Sevilla). Varios familiares de alumnos denuncian a este diario el deterioro de los servicios sufrido en el último curso: más estudiantes en menos clases, despidos de profesores, comida de baja calidad. Unos recortes estructurales que han afectado a la calidad de la enseñanza de la que presumía el centro. 

Desde septiembre de 2011, el sevillano acude prácticamente a diario al colegio Alminar para enseñar in situ a más de un empresario las instalaciones del adinerado centro que él mismo compró para que sus hijos estudiaran en el mejor colegio de la provincia. No es fácil contactar con Luis Portillo ni saber de sus finanzas, pero por los pasillos del famoso colegio se escucha que quiere deshacerse de él cuanto antes. Padres de alumnos denuncian que han sido sus hijos, “y no los del empresario”, los que han sufrido la caída del imperio Portillo (ocaso retratado en Los señores del ladrillo, libro de próxima publicación de Nacho Cardero, editorial Bubok). “Este año, por primera vez, no se han publicado las notas de los alumnos que se examinaron de selectividad, porque fueron desastrosas y no las mejores, como sucedía antes”.

El colegio Alminar es la última joya de la corona del imperio Portillo, que a finales de los años 80 compró las participaciones de sus socios hasta quedarse como único dueño. Quienes le discutieron dentro del claustro de profesores acabaron saliendo del centro, e impulsó una concentración vertical: líneas de autobús, comedor, colonias de verano, escuela de música, para dejar fuera de juego a la contratación externa. En la dirección administrativa del centro colocó a su mujer, María Jesús Valero. “En vez de ponerle una boutique en Sevilla, le compró el colegio para que se entretuviera”, critica el padre de un antiguo alumno. 

A pesar de que cada alumno sigue pagando entre 500 y 800 euros al mes (dependiendo de la oferta académica particular), ahora la gran mayoría comparte aula con treinta compañeros, en lugar de veinte. Este año buena parte del alumnado ha decidido también prescindir del servicio de comedor, porque “se cambió el catering, sin avisar, por otro de peor calidad”.
 
Profesores readmitidos por no poder pagar la indemnización
 
Los profesores tampoco se libran del plan de adelgazamiento que Portillo ha instalado en el colegio. Ya no se firman contratos que se prolonguen más allá del curso escolar. Además, el año pasado fueron despedidos cinco profesores que mantenían un contrato indefinido. Uno de los profesores afectados, a quien su despido no se le comunicó ni con 15 días de antelación, sentó a Portillo en los tribunales arguyendo que su destitución no era improcedente.

La Justicia le dio la razón, pero Portillo no tenía dinero para pagarle la indemnización por los 32 años que estuvo impartiendo clases en el colegio. El 14 de junio, la profesora fue readmitida. Su misión ahora es dar clases de religión en 19 aulas distintas, una asignatura que nunca fue de su competencia. A pesar de que la persona afectada no quiso hacer declaraciones a este diario por "seguir viviendo en una situación muy tensa”, sus compañeros denuncian el trato injusto que se le está dando desde que denunció su caso en los tribunales.

Cuando corrían tiempos buenos, las mil plazas que se ofertaban cada curso se esfumaban en pocos días y el centro presumía en su propia web de que los mejores expedientes tras la selectividad correspondían a Alminar. Este curso, sin embargo, se ha cumplido la ecuación inversa: los escolares abandonan las aulas para matricularse en otros centros. Último dato: ya se pueden echar las inscripciones para el próximo curso escolar.

El empresario Luis Portillo, a quien el boom inmobiliario convirtió en uno de los constructores más ricos de España, está a punto de desprenderse de una de sus propiedades -quizá la última joya que le queda ya- para hacer frente a sus deudas. Se trata del colegio de alto standing Alminar, ubicado en Dos Hermanas (Sevilla). Varios familiares de alumnos denuncian a este diario el deterioro de los servicios sufrido en el último curso: más estudiantes en menos clases, despidos de profesores, comida de baja calidad. Unos recortes estructurales que han afectado a la calidad de la enseñanza de la que presumía el centro.