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ETA se hace el haraquiri en Francia
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PRIMER ASESINATO DE UN POLICÍA GALO

ETA se hace el haraquiri en Francia

El silencio armado que ETA ha mantenido siempre en Francia para preservar su retaguardia se rompió la noche del pasado martes con el asesinato de un

Foto: ETA se hace el haraquiri en Francia
ETA se hace el haraquiri en Francia

El silencio armado que ETA ha mantenido siempre en Francia para preservar su retaguardia se rompió la noche del pasado martes con el asesinato de un policía galo en las proximidades de París, en un encuentro fortuito con varios etarras. El incidente no supone que la banda haya modificado su estrategia de no atentar en el país vecino, pero el trágico desenlace del mismo tendrá un efecto demoledor. Desde 2001 se habían producido cinco enfrentamientos armados con agentes franceses, aunque ninguno de ellos causó víctimas mortales. 

Durante muchos años -no sólo durante el tardofranquismo, sino también en la transición- ETA fue para Francia la respuesta a la dictadura franquista y a un Estado que tras su muerte no contaba para nuestros vecinos con suficiente pedigrí democrático. Fueron tiempos en los que los militantes de la banda actuaban con total impunidad al otro lado de los Pirineos, sin necesidad de recurrir a la clandestinidad, y muchos de ellos gozaron del estatuto de refugiado político.

La llegada del PSOE al poder en 1982 no cambió sustancialmente la situación, pese a que ambos países compartieron gobiernos socialistas. ETA era para Francia ‘un problema español’, y pese a las reiteradas solicitudes de colaboración policial para acabar con el santuario francés, el ejecutivo galo miró siempre para otro lado y reclamó una solución política al conflicto vasco con un proceso de negociación. Los fondos reservados se utilizaron con profusión para ‘agradecer’ las gestiones de policías franceses que se avenían a pasar información a sus homólogos españoles al margen de los canales oficiales. Los desencuentros dieron paso en 1983 a la ‘guerra sucia’ de los GAL.

El inicio de la colaboración  

Paradojas del destino, el Gobierno de Felipe González encontró su mejor aliado en un gobierno de signo contrario. La victoria de los conservadores franceses en los comicios de marzo de 1986 inauguró una etapa de colaboración sin precedentes. El presidente de la República, François Mitterrand, se vio obligado a nombrar primer ministro a Jacques Chirac, dando  origen a lo que se conoció como ‘cohabitación’. Con Charles Pasqua al frente del Ministerio del Interior y Robert Pandraud como ministro delegado de Seguridad, la cooperación policial comenzó a dar los primeros resultados.

La cooperativa Sokoa fue el inicio de un entendimiento que, pese a algunos contratiempos, ha ido en aumento. El 5 de noviembre de 1986 un centenar de agentes franceses de la Policía de Aire y Fronteras (PAF) irrumpió en la citada cooperativa, una empresa dedicada a la fabricación de muebles, entre cuyos promotores estaba Benito del Valle, uno de los fundadores de ETA. La empresa daba trabajo y cobijo a militantes y colaboradores de la banda, y era utilizada para ‘blanquear’ dinero procedente de extorsiones.

Durante los dos años siguientes, el gobierno francés entregó al español a dos centenares de militantes o simpatizantes de la banda mediante el procedimiento de urgencia absoluta, que consistía en colocar en la frontera española a los sospechosos de connivencia sin necesidad de recurrir a los lentos trámites de la extradición. Algo impensable unos años antes.

Los etarras franceses

Pese a la colaboración, la percepción para nuestros vecinos era que ETA continuaba siendo un ‘problema español’. Un hecho vino a modificar una idea defendida durante años: la detención en abril de 1990 de un comando formado íntegramente por ciudadanos franceses que encabezaba Henri Parot. Un grupo que durante doce años actuó en la capital y perpetró numerosos asesinatos, que la Policía atribuyó de forma mecánica a un inexistente comando Madrid dirigido por Ignacio Aracama Mendía ‘Macario’. La detención en un control de carretera fue fruto de la casualidad, cuando el comando se dirigía a Sevilla con la intención de volar la Jefatura Superior de Policía. La sorpresa fue idéntica a ambos lados de la frontera.

El hecho que marcó definitivamente el punto de inflexión en la colaboración francesa fue la detención al año siguiente de la cúpula etarra, con Francisco Múgica Garmendia ‘Pakito’ a la cabeza, en la localidad de Bidart, aunque el trabajo previo de investigación corrió íntegramente a cargo de la Guardia Civil. El gobierno del país vecino asestaba por primera vez un golpe de enorme trascendencia para el futuro de la organización, que no ha vuelto a contar con una dirección con tanta experiencia y de tan largo recorrido como aquella.

400 etarras detenidos en Francia

Durante la última década la policía ha detenido a cuatrocientos terroristas y los acuerdos de cooperación han permitido crear comisarías y equipos conjuntos de investigación. Una colaboración fundamental si tenemos en cuenta que la dirección de la banda terrorista está asentada en el país vecino, y que es en suelo francés donde se adiestra a los comandos que después cruzan la frontera para cometer atentados.

El asesinato de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero en la localidad de Capbreton, en diciembre de 2007, fue el primer atentado mortal perpetrado por  ETA en suelo francés, aunque contra dos agentes españoles. El asesinato ahora del policía francés Jean Serge Nérin compromete aún más si cabe al Gobierno francés, que desde hace tiempo ha asumido que la banda es también su problema.

Un problema para la izquierda abertzale

El atentado supone un problema para la izquierda abertzale y su apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas tras un debate interno recientemente concluido. El lendakari Patxi López le exigió una condena sin ambages el asesinato, que en la noche de ayer no se había producido. El asesinato no es consecuencia de una acción planificada, sino el resultado de un incidente inesperado cuando un numeroso grupo de etarras que acababa de robar en un concesario de coches se vió sorprendido por una patrulla de la policía francesa, con la que entabló un tiroteo. Una circunstancia que complica el ya de por sí difícil paso que para la izquierda abertzale supone posicionarse contra ETA.

El silencio armado que ETA ha mantenido siempre en Francia para preservar su retaguardia se rompió la noche del pasado martes con el asesinato de un policía galo en las proximidades de París, en un encuentro fortuito con varios etarras. El incidente no supone que la banda haya modificado su estrategia de no atentar en el país vecino, pero el trágico desenlace del mismo tendrá un efecto demoledor. Desde 2001 se habían producido cinco enfrentamientos armados con agentes franceses, aunque ninguno de ellos causó víctimas mortales. 

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