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Gays y orgullosos de ser de derechas
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Gays y orgullosos de ser de derechas

La bandera del arco iris ya no es patrimonio único de los laboristas en el Reino Unido. David Cameron, el joven líder del Partido Conservador británico,

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Gays y orgullosos de ser de derechas

La bandera del arco iris ya no es patrimonio único de los laboristas en el Reino Unido. David Cameron, el joven líder del Partido Conservador británico, se la juega a todo o nada en las próximas elecciones legislativas del 6 de mayo después de haber sido caballo ganador en las encuestas durante meses. Y sea por necesidad de arañar hasta el último voto o por verdadero convencimiento, Cameron ha dado esta semana un paso inaudito en la política británica y en la historia de su partido al sacar del armario a once de sus candidatos tories. Su partido ha filtrado a la prensa una lista de diez hombres y una mujer que reconocen abiertamente su condición homosexual. O lo que es lo mismo, que rompen el tabú hasta ahora comúnmente aceptado de ser conservadores de pura cepa: hombres blancos, de clase media-alta, liberales y, por supuesto, heterosexuales.  

¿Estaría el PP dispuesto a abrir sus armarios?

Profesional de la política, Camerón está dispuesto a desterrar todos los fantasmas del viejo conservadurismo que han perseguido a su partido durante años. Demostrar cuánto se han modernizado los tories desde la época de la Dama de Hierro, de Margaret Tatcher. El mismo hombre que hace seis años votaba por el mantenimiento de una legislación discriminatoria contra los homosexuales acababa participando el año pasado en la marcha del orgullo gay y pidiendo perdón por su actitud. "Es cierto que hemos sido un poco lentos y también es cierto que hemos cometido errores, pero las cosas han cambiado", reconocía. Han cambiado y a qué ritmo. El partido explica que hay otros nueve homosexuales más en sus listas, pero su identidad permanece oculta por expreso deseo de los afectados.

Que en la derecha española también hay políticos homosexuales es un secreto a voces que, ni que decir tiene, a nadie le tiene por qué interesar. ¿Pero estaría dispuesto el partido de Mariano Rajoy a abrir los armarios de igual forma que lo han hecho sus colegas británicos? “En el partido a nadie se le pregunta con quién se acuesta por la noche”, explican tajantes en la Sede Nacional de la calle Génova. “No hacemos publicidad ni vendemos el hecho de que se incluyan o no homosexuales en las listas. Irán quienes vayan por su valía, sin que nos interese su vida privada”.

Conservadores británicos o españoles, los partidos de la derecha se esfuerzan por acercarse a esa entelequia denominada centro político y por parecerse cada vez más a la sociedad a la que dicen representar. La mejor muestra de ello es que Nick Herbert, uno de los 11 tories homosexuales y el responsable de haber filtrado la lista al diario ultraconservador The Mail on Sunday explicaba que "un partido político debería ser similar al país que representa si aspira a gobernar. Si fuéramos auténticamente representativos, deberíamos tener 99 diputadas, 16 de raza negra o de otras minorías, y diez homosexuales".

Imitadores de Cameron

Pero que en las filas de la derecha española hay también imitadores de David Cameron tampoco es ningún secreto. Sin ir más lejos, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, defendió el año pasado en su famoso discurso del “no me resigno” que el PP no es un partido contrario a los homosexuales, pese a haberse opuesto en el pasado a las bodas entre personas del mismo sexo. Aguirre rompía públicamente una lanza a favor de este colectivo y no dudaba en recurrir incluso a la figura de su tío, el famoso poeta Jaime Gil de Biedma, retratado recientemente en la película El cónsul de Sodoma. “No me resigno a que nos arrinconen y nos hagan aparecer como enemigos de los homosexuales, cuando no tenemos ninguna tacha de homofobia en nuestra historia”, decía entonces la líderesa. “Lo paradójico de este debate –añadía- es que Rodríguez Zapatero lo plantea, seguro de ganarlo, a pesar de presentarse como heredero del socialismo histórico español (en el que proliferan los casos de escandalosa homofobia, y ahí están las referencias a los "invertidos" de Largo Caballero en sus memorias, o la actitud de los dirigentes del PSUC, los comunistas catalanes, ante personalidades como Jaime Gil de Biedma, al que, ya en los años 60, no le permitieron afiliarse por su condición homosexual”.

Celia Villalobos: "No creo en la política de compartimentos estancos"

Aguirre no ha sido la única en tender la mano al colectivo gay. Su gran rival, el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, también se ha preocupado en estrechar lazos con el mundo gay. No dudó, por ejemplo, en mayo de 2007, en protagonizar la portada de la revista Zero en sustitución del hoy ministro Miguel Sebastián, que declinó la invitación de la publicación a salir en su portada. Fue también el primer cargo público del PP que ofició en 2006 una boda civil entre dos militantes del Partido Popular Javier Gómez y Manuel Ródenas, responsable del programa de asesoramiento a Gays, Lesbianas y Transexuales de la Comunidad de Madrid.

“La sociedad británica y la española son muy distintas”, explica a este diario el propio Ródenas, para quien este tipo de gestos de cara a la galería no son la mejor forma de apoyar e integrar a la comunidad gay. “Lo importante no es conocer la orientación sexual de los candidatos o de los políticos, sino que las personas públicas tengan gestos a favor de la integración y el respeto hacia los homosexuales”, señala. “¿Qué garantía hay de qué se vaya a conseguir una mayor integración por el hecho de que una persona diga su condición sexual? Se puede ser homosexual  y ser homófobo, como ha pasado, por ejemplo, con el senador de California al que han pillado in fraganti. Ser o no ser gay no es garantía de nada, porque homosexuales homófobos hay un montón”, añade.

Sonados escándalos

En efecto, Roy Ashburn, el azote de los gays del Partido Repúblicano tuvo que reconocer el pasado miércoles su homosexualidad tras ser detenido por conducir ebrio a la salida de un club exclusivo para hombres. Pero en España, el Partido Popular ya vivió hace dos años un caso semejante con el ex teniente de alcalde de Palma de Mallorca Javier Rodrigo de Santos. Ultracatolico y firme detractor de las bodas entre homosexuales, De Santos tuvo que dimitir después de haberse gastado 50.804 euros de la visa oro municipal en prostíbulos y centros de relax masculinos.

Manuel Ródenas: "Lo importante no es conocer la orientación política del candidato"

“Lo importante es que cualquier persona que desempeñe puestos de responsabilidad, sea gay o hetero, tenga gestos de respeto y apoyo hacia la comunidad homosexual”, añade Ródenas. “Hacen más pedagogía si se implican y lo apoyan juntos, así es como se puede conseguir una normalización”.

Sea como fuera, en lo que están de acuerdo todas las fuentes consultadas es en que, por ahora, en el Partido Popular no cabe una medida como la tomada por el Partido Conservador británico. Básicamente, porque en Génova huyen de todo aquello que pueda asimilarse a cuotas, ya sea para meter a gays en sus listas o para incluir a un determinado número de mujeres o de inmigrantes. “Yo no creo en las cuotas, eso es más de los partidos de la izquierda”, zanja la ex presidenta del Congreso María Luisa Fernanda Rudi, actual presidenta del Partido Popular de Aragón.

Celia Villalobos, la única diputada popular que en su día rompió la disciplina de voto para apoyar la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo, se congratula por la decisión de los conservadores, pero no comparte las formas. “Yo no creo en la política de compartimentos estancos, de parcelas reservadas a mujeres, a heterosexuales, a homosexuales…”, explica. “Eso ni se pregunta. Hay que valorar a los candidatos según su valía y no por su condición sexual. Lo que no se puede es rechazar a nadie por quién se acuesta en su vida privada”.

Más allá de los estereotipos, el voto gay, si es que se puede hablar de algo así, no es patrimonio de ningún partido, por más que la izquierda de Zapatero haya querido marcar su terreno en este asunto. Pero sea como fuere, un gay en un partido conservador sigue siendo un tabú difícil de romper, la excepción que confirma la regla. Algo que no termina de encajar en el imaginario tradicional de los partidos que hacen gala de defender la familia. ¿Haría públicos los nombres de los diputados gays de su partido? La pregunta aún sigue siendo incómoda, signo de que los tiempos aún no han cambiado tanto como algunos quieren demostrar. “Yo no llevo ese tipo de estrategias políticas, que con lo mío ya tengo bastante”, responde, sorprendido por la cuestión, el portavoz de economía del PP, Cristobal Montoro.

La bandera del arco iris ya no es patrimonio único de los laboristas en el Reino Unido. David Cameron, el joven líder del Partido Conservador británico, se la juega a todo o nada en las próximas elecciones legislativas del 6 de mayo después de haber sido caballo ganador en las encuestas durante meses. Y sea por necesidad de arañar hasta el último voto o por verdadero convencimiento, Cameron ha dado esta semana un paso inaudito en la política británica y en la historia de su partido al sacar del armario a once de sus candidatos tories. Su partido ha filtrado a la prensa una lista de diez hombres y una mujer que reconocen abiertamente su condición homosexual. O lo que es lo mismo, que rompen el tabú hasta ahora comúnmente aceptado de ser conservadores de pura cepa: hombres blancos, de clase media-alta, liberales y, por supuesto, heterosexuales.  

Partido Conservador Británico Mariano Rajoy