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El ‘Quijote’ de los autónomos
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CAMINATA PROTESTA DE MANUEL ROMERO: DE CHICLANA A LA MONCLOA

El ‘Quijote’ de los autónomos

Si este mes de agosto ve a un hombre por la carretera que lleva chaleco reflectante, sombrero, bastón y mochila no lo dude: es el gaditano

Foto: El ‘Quijote’ de los autónomos
El ‘Quijote’ de los autónomos

Si este mes de agosto ve a un hombre por la carretera que lleva chaleco reflectante, sombrero, bastón y mochila no lo dude: es el gaditano de 49 años que camina en dirección al Palacio de la Moncloa y a la popular calle Génova. Manuel Romero es autónomo. Asegura haberlo perdido “todo”. Endeudado hasta las pestañas (ahora debe 80.000 euros y aumentando…),  este pequeño empresario de la construcción llegó a tener hace tres años hasta 50 empleados. Hoy deambula por tierras andaluzas, y ya muy pronto por las castellano-manchegas, en busca de una solución no sólo a su problema, sino a los de todo su colectivo.

Ayer sábado Romero ya estaba en Écija (Sevilla). Una etapa más de la travesía de 660 kilómetros hasta alcanzar Madrid, donde espera llegar a principios de septiembre.  “No soy un caso aislado. Hay miles como yo. Estamos abandonados. Ni aparezco en el Estatuto de los Trabajadores, ni puedo cerrar mi empresa. Lo malo es que la deuda la heredan los hijos y la voy a llevar arrastrando siempre conmigo. Lo peor es que esa deuda se incrementa cada mes en un 20%. No la voy a poder pagar en mi vida”, cuenta Romero a El Confidencial.

Tiene muy claro que los autónomos (las últimas medidas del Gobierno las considera una “limosna” que no sirven para nada) son las víctimas de esta película de terror en la que se ha convertido la crisis económica. “Somos los más perjudicados y los que no hemos tenido voz en la mesa del diálogo social, entre el Gobierno, la CEOE y los sindicatos. ¿Por qué no estábamos allí cuando representamos el 80% de la economía del país?”, denuncia.

Manuel Romero es natural de Medina-Sidonia (Cádiz). Sin estudios, trabajó en el campo, fue operario y luego albañil. Quería aspirar a más en la vida. Por eso fundó una empresa de la construcción. Desde hace 20 años vive en Chiclana. Su mujer, Mari Carmen, y su hija, Cristina, de 17 años, han respaldado su iniciativa. “No he preparado esto a escondidas de ellas”, precisa.

En su periplo se toma cuatro litros de agua al día. Y yogur bebido y algo de fruta. Nada de refrescos. Ni alcohol. La otra mañana, tras dejar Sevilla capital, desayunó una tostada con un café y por la noche se tomó una ensalada mixta con tortilla de jamón. Viaja con latas de conserva y pan de molde. Pesa 100 kilos y apenas ha adelgazado 900 gramos. “Nada, todavía no se me ha quitado la tripa”, bromea este apasionado de las películas de acción de Bruce Willis, las novelas del Oeste y las ficciones de García Márquez: “Acabo de leer El amor en los tiempos del cólera gracias a la recomendación de mi hija”.

Suele dormir en hostales, aunque alguna noche lo ha hecho debajo de un puente. Se levanta muy temprano, a las 6. Camina hasta el mediodía. Descansa un par de horas. Y por la tarde “con  la fresca” anda hasta las 10 o las 11 de la noche. Entonces busca un “refugio en condiciones”, si no lo consigue en un alojamiento con techo, al lado de una gran arboleda. “No me voy a quedar en medio de la cuneta”, aclara. “A medida que pasan los días tengo más tranquilidad. Los camioneros me conocen y mucha gente me invita a desayunar. Lo que no acepto es que me lleven en coche. Sería engañarme a mí mismo, aunque reconozco que he tenido la tentación”, explica Romero, que no compra la prensa ni lleva radio.

Espera ser recibido por Zapatero y Rajoy

La mochila pesa 10 kilos. Y ahí lleva tres camisas y tres pantalones, varios slips y calcetines. Cuando llega al hostal lava lo que tiene sucio. Otra compañera inseparable de viaje es una libreta en la que apunta las anécdotas, una suerte de diario. “Nunca he escrito, pero pensé que sería interesante que esta experiencia quedase para el día de mañana”.

Este autónomo gaditano, que no para de recibir llamadas a su móvil, tanto de los medios de comunicación como de la familia y los amigos, todavía le sorprende la humanidad de la gente. “Cuando pasé por Sevilla muchos venían a darme besos y abrazos. La juventud me saluda al pasar en coche o moto. Hay mucha solidaridad”.

Las zapatillas deportivas de suela gorda y flexible le ayudan en la caminata. El primer día le salió una ampolla. Luego no le ha vuelto a brotar ninguna. No sabe cuándo llegará a Despeñaperros. Ni el día exacto de su entrada en Madrid. Calcula que será a primeros de septiembre. Y espera que le reciban Zapatero y Rajoy. “He votado a todos los partidos políticos, pero no creo en ninguno. No creo que haya izquierda o derecha, lo que veo son varias personas peleándose. Todo el mundo hace cosas buenas y cosas malas”.

¿Volverá andando a Chiclana? “Andando seguro que no volveré, la experiencia es bonita, pero tendré que recuperarme”. Y luego, animado, vaticina: “Lo mismo, si todo esto sale bien, hago el Camino de Santiago”.

Si este mes de agosto ve a un hombre por la carretera que lleva chaleco reflectante, sombrero, bastón y mochila no lo dude: es el gaditano de 49 años que camina en dirección al Palacio de la Moncloa y a la popular calle Génova. Manuel Romero es autónomo. Asegura haberlo perdido “todo”. Endeudado hasta las pestañas (ahora debe 80.000 euros y aumentando…),  este pequeño empresario de la construcción llegó a tener hace tres años hasta 50 empleados. Hoy deambula por tierras andaluzas, y ya muy pronto por las castellano-manchegas, en busca de una solución no sólo a su problema, sino a los de todo su colectivo.

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