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El consejero de Interior catalán premia a un maltratador y pone a los Mossos en pie de guerra
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El consejero de Interior catalán premia a un maltratador y pone a los Mossos en pie de guerra

“El agresor me lo agradecerá algún día”. Así se expresaba ayer el ecuatoriano Wilson Ribera (nombre supuesto) en La Vanguardia después de que su nombre saltase

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El consejero de Interior catalán premia a un maltratador y pone a los Mossos en pie de guerra

“El agresor me lo agradecerá algún día”. Así se expresaba ayer el ecuatoriano Wilson Ribera (nombre supuesto) en La Vanguardia después de que su nombre saltase a la calle como uno de los hombres que evitó que Jesús María P. A. terminase de rematar a puñaladas a su novia en una céntrica calle de Barcelona. Cualquier agresión es condenable. A veces, obscena. Especialmente, si alguien abusa de su fuerza y de su estatus. Él y otro ciudadano evitaron males mayores. Se enfrentó al agresor y rescató a la víctima.

Hasta aquí una acción que merece todos los laudos. Tanto que la consejería de Interior hizo pública una nota en la que anunciaba que iba a conceder la medalla de bronce al mérito policial con distintivo azul a los dos ciudadanos que habían evitado el desenlace fatal. El otro, un comercial de butano, se enfrentó al agresor con sólo una carpeta llena de papeles, que Jesús María acabó rasgando en plena calle ante la impotencia de culminar su ataque.

La intrahistoria es más esquiva con la realidad. El consejero de Interior catalán, Joan Saura, recibió la insinuación de que los dos valientes ciudadanos que evitaron que Jesús María matase a su novia merecían alguna felicitación. Pero pidieron un margen de prudencia hasta completar el informa oficial. Saura, necesitado de una campaña de imagen positiva, no esperó: a las pocas horas, poquísimas, hizo emitir una nota oficial con una declaración institucional concediendo las medallas citadas a los dos héroes.

Ante un pleno parlamentario que se auguraba difícil, y donde la oposición quiere ver contra las cuerdas al consejero responsable de una limitación de velocidad desconcertante en los accesos a Barcelona (hasta el límite de 40 kilómetros por hora en las autopistas), o de las polémicas actuaciones de los Mossos d’Esquadra (Policía Autonómica de Cataluña) en los últimos meses, la ocasión era idónea: uno de sus subordinados más allegados ordenó la publicación de la nota sin esperar a nada más.

Pero el fiasco resultó mayúsculo. Wilson pudo ser una pieza clave para que no se produjese una situación dramática, pero en su haber tiene denuncias por malos tratos y hasta una orden de alejamiento. El malestar en el seno de los Mossos d’Esquadra es monumental. Según una fuente policial que, obviamente, quiere permanecer en el anonimato, “se ha utilizado toda la parafernalia contra los policías instalando cámaras en las comisarías donde después se mostraban supuestos malos tratos a detenidos -eso sí, cortando el resto de la cinta donde se veía toda la secuencia-, pero después se aprovecha el potencial de propaganda que puede tener una actuación policial para montar un fantástico premio a un ciudadano del que, en el momento de sacar la nota, no se sabía nada. Se está jugando políticamente con la imagen de toda una institución”.

Si hace un año, Saura estuvo en el punto de mira de sindicatos y policías por la utilización política que hizo del tema de los malos tratos y del poco interés que le suscitaban los problemas corporativos, el 2009 puede ser explosivo.

“El agresor me lo agradecerá algún día”. Así se expresaba ayer el ecuatoriano Wilson Ribera (nombre supuesto) en La Vanguardia después de que su nombre saltase a la calle como uno de los hombres que evitó que Jesús María P. A. terminase de rematar a puñaladas a su novia en una céntrica calle de Barcelona. Cualquier agresión es condenable. A veces, obscena. Especialmente, si alguien abusa de su fuerza y de su estatus. Él y otro ciudadano evitaron males mayores. Se enfrentó al agresor y rescató a la víctima.