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Acusaciones vacías, interrogatorios diabólicos
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Acusaciones vacías, interrogatorios diabólicos

Las acusaciones contra Hassan El Haski, uno de los presuntos ideólogos de la masacre de Madrid, están sujetas con pinzas, según argumenta su abogado José Luis

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Acusaciones vacías, interrogatorios diabólicos

Las acusaciones contra Hassan El Haski, uno de los presuntos ideólogos de la masacre de Madrid, están sujetas con pinzas, según argumenta su abogado José Luis Borraz. Las palabras del letrado, a veces inaudibles bajo la espesura de su bigote, se han endurecido sobremanera cuando ha relatado las condiciones en las que fueron interrogados los testigos cuyas declaraciones se han utilizado para encausar a su patrocinado. Además, de las pocas pruebas practicadas a lo largo del proceso, ninguna demuestra que El Haski conspirara para los atentados del 11-M ni tampoco su pertenencia al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y pese a todo las acusaciones han insistido en estos extremos. Son “acusaciones vacías” basadas en “interrogatorios diabólicos”.

Los testigos, algunos interpelados en el proceso a través de las famosas videoconferencias, han sido tratados “en condiciones infrahumanas en Francia” así como en Marruecos, con problemas de traducción, muchas veces sin abogado presente, horas interminables y sin descanso. “Es un riesgo recurrir a doblegar a la persona y obligarla a decir algo porque esto hace que mienta para quitarse la presión de encima”, recalcó Borraz.

De El Haski se dice que huyó tras los atentados a París y que no quería utilizar el transporte público cuando, según el abogado, si demostró nerviosismo era porque no encontraba alojamiento pero no porque quisiera esconderse y como finalmente se instaló en una localidad a las afueras de París, “insistía en ir en coche y no coger el transporte público porque no habla francés”. La defensa considera obvio que el acusado no huye de España: “Porque va a un país donde puede ser detenido y porque hace público que se marcha” por los movimientos en su cuenta corriente y en la baja de la tarjeta sanitaria.

Borraz insiste que “no ha resultado posible demostrar que pertenezca al GICM, ni que conozca el resto de procesados antes de su detención, ni a los suicidas, ni a los ciento y pico imputados”. De hecho, uno de los firmantes del informe policial afirma que la pertenencia del acusado a dicho grupo “es controvertida”. Tan sólo parecen apoyar la acusación en el silencio: “El derecho a guardar silencio es el derecho de guardar silencio”, no hay nada más allá.

Las coincidencias no valen en Derecho

La defensa de otros de los ‘mochileros’, el joven Antonio Iván Reis Jimmy, se ha basado en que al igual que otros acusados como El Rulo o Iván Granados su patrocinado transportó una mochila cerrada con candado de Asturias a Madrid, por encargo de Suárez Trashorras y que fue entregada al suicida Jamal Ahmidan El Chino. Son coincidencias que no sirven para probar que Luis Paricio supiera el contenido de la bolsa porque las coincidencias no valen en Derecho.

Además, no existen contradicciones en las declaraciones de los ‘mochileros’ y el menor ya procesado Gabriel Montoya Vidal, cuyo testimonio ha sido piedra angular para la Fiscalía, negó que Jimmy supiera el contenido de la mochila “ni siquiera conocía a Jimmy”. “La única conclusión”, alega su abogada defensora, “es que todos los testigos son de referencia y ninguno sabía cual era el contenido de las mochilas”.

Por su parte, el abogado del argelino Nasredine Bousbaa considera a su defendido un “convidado de piedra” porque no ha sido mencionado por nadie a lo largo del juicio. Carece de antecedentes penales y lo único en lo que el Ministerio Público ha puesto énfasis ha sido en su silencio. Bousbaa está acusado por colaboración con banda armada y falsificación documental. Tuvo la mala suerte de toparse en su vida con El Chino quien le entregó tres pasaportes falsos y quedó días después para devolvérselos en la mezquita de la M-30.

Las acusaciones contra Hassan El Haski, uno de los presuntos ideólogos de la masacre de Madrid, están sujetas con pinzas, según argumenta su abogado José Luis Borraz. Las palabras del letrado, a veces inaudibles bajo la espesura de su bigote, se han endurecido sobremanera cuando ha relatado las condiciones en las que fueron interrogados los testigos cuyas declaraciones se han utilizado para encausar a su patrocinado. Además, de las pocas pruebas practicadas a lo largo del proceso, ninguna demuestra que El Haski conspirara para los atentados del 11-M ni tampoco su pertenencia al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y pese a todo las acusaciones han insistido en estos extremos. Son “acusaciones vacías” basadas en “interrogatorios diabólicos”.