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‘Oficiólogo’ el último
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‘Oficiólogo’ el último

De tanto remover las aguas del 11-M con agujeros negros, no era de extrañar que los abogados defensores de muchos de los acusados terminaran intentando pescar

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De tanto remover las aguas del 11-M con agujeros negros, no era de extrañar que los abogados defensores de muchos de los acusados terminaran intentando pescar en las turbulentas corrientes de la teoría de la conspiración en busca de argumentos con los que sacar del atolladero a sus clientes. Este lunes, por ejemplo, ha sido el caso de Beatriz Bernal, la letrada de Othman el Gnaoui, un marroquí acusado por la Fiscalía de cooperador necesario en la comisión de los atentados por ayudar a bajar los explosivos asturianos desde Burgos a Madrid y por lo que se enfrenta a una petición de pena de 38.972 años de cárcel. Bernal, una abogada capaz de batir el récord mundial de apnea procesal por la rapidez con la que leía su informe sin pararse a respirar, no ha tardado ni un minuto en lanzar su caña: “Hay otras personas que han propiciado estos atentados y que no están aquí”.

A partir de ahí, la defensora de El Gnaoui ha sacado a relucir toda la batería de dudas que casi desde que se inició la instrucción del sumario se han empeñado en airear los agujerólogos: que si el origen de algunas pruebas no está claro, que si todo está sospechosamente lleno de confidentes policiales, que si la Casa de Morata de Tajuña era más conocida por las Fuerzas de Seguridad del Estado antes del 11-M que el Palacio de La Moncloa, que si no se sabe lo que estalló en los trenes, que si lo que sí está claro que no fue Goma 2 ECO, que si nadie sabe que llevaban en el maletero los coches de la caravana de Jamal Ahmidan cuando bajaron de las minas asturianas, que a ver si no llevaban nada, que si tanto secreto de sumario no ha sido bueno... Tanto ha echado mano de agujeros negros que no le ha quedado más remedio que justificar esa pasión: “Es labor y obligación de la defensa dudar absolutamente de todo”.

No obstante, al igual que otros abogados defensores que se han aprovechado de la teoría de la conspiración, Beatriz Bernal se ha curado en salud y, además de esgrimir agujeros negros, ha hecho los deberes y ha intentado derribar uno por uno los indicios y pruebas -“saco de especulaciones” los ha definido ella- que esgrimen la Fiscalía y las acusaciones para sostener la elevada petición de cárcel contra el marroquí. Vale que estuvo en el chamizo de Morata de Tajuña haciendo el chapuzas y que fuera a Burgos a hacer un favor a El Chino cuando venía de Asturias, pero, al fin y al cabo, su poca religiosidad le excluyó de lo que allí pudieran estar tramando. Tan ajeno era a todo, ha insistido su letrada, que cuando se produjeron los atentados no se refugió en el piso de Leganés ni huyó, y terminó presentándose en una comisaría a contar lo que sabía. Lo dicho, más vale prevenir...

De tanto remover las aguas del 11-M con agujeros negros, no era de extrañar que los abogados defensores de muchos de los acusados terminaran intentando pescar en las turbulentas corrientes de la teoría de la conspiración en busca de argumentos con los que sacar del atolladero a sus clientes. Este lunes, por ejemplo, ha sido el caso de Beatriz Bernal, la letrada de Othman el Gnaoui, un marroquí acusado por la Fiscalía de cooperador necesario en la comisión de los atentados por ayudar a bajar los explosivos asturianos desde Burgos a Madrid y por lo que se enfrenta a una petición de pena de 38.972 años de cárcel. Bernal, una abogada capaz de batir el récord mundial de apnea procesal por la rapidez con la que leía su informe sin pararse a respirar, no ha tardado ni un minuto en lanzar su caña: “Hay otras personas que han propiciado estos atentados y que no están aquí”.