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Zouhier reclama un hueco en el Santoral
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Zouhier reclama un hueco en el Santoral

Dios y Alá los han criado por separado y el juicio del 11-M los ha juntado. Rafa Zouhier, el confidente, striper y “superinocente” cuyo histrionismo ha

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Zouhier reclama un hueco en el Santoral

Dios y Alá los han criado por separado y el juicio del 11-M los ha juntado. Rafa Zouhier, el confidente, striper y “superinocente” cuyo histrionismo ha traído por el camino de la amargura al juez Javier Gómez Bermúdez, es defendido por Antonio Alberca, un abogado que a gestos no le gana ni el mismísimo Jerry Lewis. Uno y otro han sido los protagonistas de la sesión de hoy, en la que el segundo ha expuesto un alegato de defensa cuajado de risitas nerviosas, golpes en la mesa, vaivenes de cabeza y frases lapidarias del tipo “gracias a personas como Rafa Zouhier podemos dormir tranquilos”. Más de uno sufrirá insomnio a partir de ahora.

Toda el informe de Alberca ha girado, precisamente, en recalcar una y otra vez que su cliente no sólo no es culpable, sino que es la mejor persona que ha pisado la Tierra desde Mahatma Gandhi. A pesar de ellos, ha reconocido que Zouhier tenía algunos defectillos, entre ellos darle a la cocaína, beber más de la cuenta, tener especial afición a las faldas, juguetear con detonadores y gustarle las discotecas más que a un tonto una tiza, pero ha insistido que todo ello no era más que la fachada en la que ocultaba su verdadera vocación de superhéroe que le había llevado a ser un “leal colaborador” de la Guardia Civil.

Que ahora esté en el banquillo de los acusados y la Fiscalía le pida cerca de 40.000 años de cárcel como “colaborador necesario” de la masacre no es más que una injusticia fruto de las venganzas de unos, de “pruebas fabricadas a medida” por la Policía para condenarle y, sobre todo, de las malvadas declaraciones de sus despechadas ex novias. “No hay fuerza más destructiva contra un hombre que una mujer”, ha llegado a afirmar Alberca antes de pedir disculpas por tal ramalazo machista impropio del abogado de alguien que va camino de la beatificación.

Zouhier, en su opinión, no es más que un pobre altruista, capaz de ir a la reunión de Mc Donalds donde se negoció la compra de explosivo únicamente para evitar que al ex minero Emilio Suárez Trashorras “le partieran la cara porque no paga el hachís”. Un abnegado servidor de la Justicia que facilitaba toda la información a sus controladores de la Guardia Civil “prácticamente en tiempo real” a pesar del riesgo que para su vida suponía ello. Un inocente que no sólo no huyó cuando se produjo el atentado, sino que, incluso, se ofreció a seguir colaborando. Un confidente, en resumen, con el que “la sociedad tiene una deuda” y no al revés. Ya le buscan un hueco en el Santoral.

Por si acaso tan contundentes evidencias exculpatorias no son suficientes, Alberca ha asegurado que Zouhier y Jamal Ahmidan, El Chino, más que amigos, eran simplemente conocidos. Que los que realmente tenían relación era el camello metido a yihadista y Trashorras, y que a él ninguno de los dos le contó nada de lo que estaban tramando y ni siquiera estuvo en el piso de Morata de Tajuña ni en Mina Conchita. Incluso ha recalcado que en varias de las fechas claves en la preparación de los atentados él o se había ido a Marruecos a ver la familia o estaba de juerga, que los héroes también tienen derecho a tener momentos de asueto.

En su afán por asegurarle los altares al “superinocente”, el letrado también ha echado mano de la teoría de la conspiración. Ha sacado a relucir la incapacidad de los peritos para ponerse de acuerdo a la hora de poner apellidos a la dinamita que estalló en los trenes Ha vuelto a poner en duda el verdadero origen de la mochila bomba que fue desactivada. Y ha recalcado que a su cliente le visitó la Guardia Civil para presionarle. Y es que hasta a los mártires les viene bien una ayudita terrenal.

Dios y Alá los han criado por separado y el juicio del 11-M los ha juntado. Rafa Zouhier, el confidente, striper y “superinocente” cuyo histrionismo ha traído por el camino de la amargura al juez Javier Gómez Bermúdez, es defendido por Antonio Alberca, un abogado que a gestos no le gana ni el mismísimo Jerry Lewis. Uno y otro han sido los protagonistas de la sesión de hoy, en la que el segundo ha expuesto un alegato de defensa cuajado de risitas nerviosas, golpes en la mesa, vaivenes de cabeza y frases lapidarias del tipo “gracias a personas como Rafa Zouhier podemos dormir tranquilos”. Más de uno sufrirá insomnio a partir de ahora.