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Unión Mallorquina exige compromisos a Madrid para formar un 'Gobierno de Progreso'
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Unión Mallorquina exige compromisos a Madrid para formar un 'Gobierno de Progreso'

Zapatero necesita lucir palmito tras los mediocres resultados del 27-M. La peculiaridad de Baleares es que reedita, en un curioso 'déjà vu', acontecimientos que ya se

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Unión Mallorquina exige compromisos a Madrid para formar un 'Gobierno de Progreso'

Zapatero necesita lucir palmito tras los mediocres resultados del 27-M. La peculiaridad de Baleares es que reedita, en un curioso 'déjà vu', acontecimientos que ya se vivieron en 1999. Los tres enfrentamientos entre el conservador Jaime Matas y el socialista Francesc Antich se han saldado con victorias del primero. Sin embargo, el triunfo del PP vuelve a ser insuficiente debido a una serie de errores–las autopistas ibicencas, el palacete del presidente, los excesos en la corrupción y la construcción–. Esta letanía amenaza por segunda vez con una presidencia para el PSOE. Como viene siendo habitual desde hace un cuarto de siglo, la bisagra de Unión Mallorquina se encargará de decidir. O lo que es lo mismo, su presidenta Maria Antònia Munar.

La diferencia fundamental con 1999 radica en el Gobierno de Madrid. En el primer asalto de este 'playoff', Aznar gobernaba en La Moncloa. Se empleó a fondo y sin éxito para mantener el gobierno regional de Baleares, pero su pérdida no fue tan significativa como lo sería hoy mismo para un Zapatero a quien urge abrillantar su imagen. Para lograrlo, deberá implicarse personalmente en las demandas de UM, que van desde cuestiones económicas hasta judiciales.

Ideológicamente, UM se halla más cerca del PP que de una reedición del Pacto de Progreso, que le obligaría a convivir de nuevo con comunistas y ecologistas. Sin embargo, cabe recordar que, hace apenas una semana, los conservadores denunciaban a la formación nacionalista por un intento de compra de votos. A lo largo de la legislatura, la derecha ha porfiado para encarcelar a Munar, que era su teórica socia de gobierno y que se defendió con las mismas armas. Estos agravios no cicatrizan fácilmente. Ahora, Matas ha de llamar dócilmente a la puerta que intentó violentar, para aniquilar al partido que impide su mayoría absoluta.

Las exigencias de Munar a Matas serían durísimas, inasumibles si no mediara un factor tan sagrado como la preservación del poder. Conviene enfatizar el sentido de esa imposición –de Munar a Matas– porque, hace un año, el PP daba por segura su mayoría absoluta, y el presidente de Baleares se pronunciaba condescendiente sobre la dádiva de alguna cuota institucional a la socia a la que en secreto quería aplastar.

Hace ocho años, el Pacto de UM con la izquierda supuso un seísmo nacional. Hoy las aguas están más calmadas. Entre otras cosas, porque las fórmulas pactistas se han impuestos en numerosas instituciones españolas. Baleares sigue siendo diferente en la tajada que solicitan los minoritarios, equivalente a que Esquerra Republicana demandara la alcaldía de Barcelona, so pretexto de que apoya a los socialistas tanto en la Generalitat como en Madrid. El Ayuntamiento de Palma, inmerso en los tratos, se constituye el 16 de junio, por lo que la negociación deberá fructificar con antelación.

Zapatero necesita lucir palmito tras los mediocres resultados del 27-M. La peculiaridad de Baleares es que reedita, en un curioso 'déjà vu', acontecimientos que ya se vivieron en 1999. Los tres enfrentamientos entre el conservador Jaime Matas y el socialista Francesc Antich se han saldado con victorias del primero. Sin embargo, el triunfo del PP vuelve a ser insuficiente debido a una serie de errores–las autopistas ibicencas, el palacete del presidente, los excesos en la corrupción y la construcción–. Esta letanía amenaza por segunda vez con una presidencia para el PSOE. Como viene siendo habitual desde hace un cuarto de siglo, la bisagra de Unión Mallorquina se encargará de decidir. O lo que es lo mismo, su presidenta Maria Antònia Munar.