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Las mujeres del vino: "Cada día somos más. Hay olores que los hombres no detectan"
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Las mujeres del vino: "Cada día somos más. Hay olores que los hombres no detectan"

La presencia femenina en el mundo del vino va ganando peso en todos los ámbitos, no solo en el laboratorio. El equipo técnico de bodega de CVNE está formado en su integridad por mujeres

Foto: Las seis mujeres que conforman el equipo de enología de CVNE, en la bodega situada en Haro. (EC)
Las seis mujeres que conforman el equipo de enología de CVNE, en la bodega situada en Haro. (EC)

La pregunta, al tratarse de enólogas, carece de fundamento (o de cuerpo por esto de estar hablando de vino), pero brota por si acaso. "¿Me imagino que os gusta el vino?" Las risas ya denotan que, como uno temía, la primera cuestión no tiene ningún sentido. El posterior "evidentemente" o el "si no, vamos mal" no hacía falta para comprender el error. "Es para romper el hielo", trato de justificar. Así que, visto lo visto, se reformula la pregunta: "¿Sentís pasión por el vino?". Más de lo mismo. Entonces, ya solo queda una pequeña vuelta de tuerca para poder salir airoso: ¿Para ser enóloga es imprescindible sentir pasión por el vino? Y de repente llega el esperando y ansiado alivio: "Ahora que dices, conozco una persona que es enóloga, que está más en el tema de laboratorio, que no le gusta el vino y me extraña, no lo entiendo…".

—Igual me he equivocado y ella sí tiene entonces una entrevista —surge la broma una vez recobrada la respiración.

—Pero su identidad es secreta… Aunque lo importante es que no es de CVNE… —responde dentro de la carcajada general.

La enóloga a la que no le gusta el vino bien merece un reportaje, como también el equipo técnico de bodega de esta histórica firma de Haro por estar formado en su integridad por mujeres. Seis en concreto. "Llama la atención, sí", corroboran desde la experiencia. Hay muchas máximas del tipo 'blanco y en botella, leche'. Hace años en este catálogo bien podría encontrarse la de 'enología y vino, hombre'. Pero esto ya es historia. "Ha sido un mundo de hombres. Además, antes las mujeres estaban sobre todo en laboratorio y no salían por la bodega o el campo. Hoy todo esto ha cambiado afortunadamente", constatan.

—¿Sería muy obvio decir que no es lo habitual que todo el equipo de enología de una bodega esté compuesto por mujeres?

—No es lo habitual.

—Pero hay muchas mujeres en el mundo del vino.

—Se nota mucho que cada vez hay más mujeres.

—Y no solo en el laboratorio sino en todos los ámbitos de bodega. También en el campo. Aquí la responsable de todo el viñedo es también mujer, quien tiene a su cargo a varias chicas…

"La enología ha sido un mundo de hombres. Las mujeres, además, no salían por la bodega o el campo. Hoy todo esto ha cambiado por fortuna"

No se puede hablar de entrevista al uso sino de conversación, porque la hora en torno a una mesa impoluta —sin ninguna copa de por medio— se viste de diálogo con María Larrea (la jefa del equipo), Amaya Gracia, Laura Ruiz, Estíbaliz Torres y Ana San Juan —la sexta integrante, Eva de Benito, se encuentra de baja a la espera de dar a luz—. El último enólogo que integró las filas de Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) fue el histórico Basilio Izquierdo, que se jubiló en 2005 tras más de tres décadas de servicio en esta bodega de carácter familiar que acumula cinco generaciones. Desde entonces, el nombre de los integrantes del equipo técnico de bodega se escribe en femenino.

¿Es por casualidad? ¿Por política de la bodega? ¿Por vocación empresarial? "Por casualidad", responden al unísono. De hecho, CVNE no hace de esta cuestión una seña de identidad de la bodega. Es algo "natural". "No es que se quiera solo mujeres. Ha surgido así", apunta la 'boss'. "No se nos contrató solo por la condición femenina, sino por nuestra valía", remarca San Juan. No hay nada de vocación empresarial tras esta cuestión, la única vocación es la que muestran estas enólogas por su trabajo. "Es nuestra vocación y nuestra pasión", expone Ruiz.

placeholder María Larrea, jefa del equipo de enología de CVNE. (EC)
María Larrea, jefa del equipo de enología de CVNE. (EC)

Pues la pasión anda en sus máximos estos días a las puertas de los "dos mejores meses del año" con la vendimia. "Es la vidilla. Lo que más nos gusta. Es salir del laboratorio y estar frente a frente con la uva. Son días de mucho trabajo pero compensa", señala Gracia. Es la "época más bonita del año" por muchos factores: la fotografía del campo, el ambiente que se genera en torno a las vides, el trabajo dentro de la bodega… Y también son dos meses que evidencian que la presencia de la mujer en el mundo del vino gana cada día más cuerpo. "Cada vez vienen más mujeres a hacer prácticas durante la vendimia por iniciativa propia. Este año, por ejemplo, solo tenemos dos hombres", detalla Larrea.

"Cada vez vienen más mujeres a hacer prácticas durante la vendimia por iniciativa propia. Este año, por ejemplo, solo vamos a tener a dos hombres"

"Me gustaría ver el porcentaje de hombres y mujeres que estudia enología porque estoy segura que hay más mujeres", observa Torres. Ruiz, la última en llegar a esta casa —se incorporó en 2012 a un equipo donde el resto de integrantes lleva más de 15 años de experiencia en las filas de CVNE— lo corrobora. La Rioja es en esencia una zona vinícola y "se están poniendo facilidades" desde la universidad y otros ámbitos para que los jóvenes se puedan dedicar a la enología. "El tema de la enología ha cambiado mucho en los últimos años. Pero es algo que ocurre en otras carreras. Igual dentro de 15-20 años también hay muchas más mujeres en las carreras de ingeniería o informática", reflexiona Larrea.

Pero hay cosas que, por mucho que pasen los años, no cambian. Y escuecen mucho. En particular ese comentario, más o menos generalizado, de que hay determinados vinos que están hechos para mujeres, en alusión a esos vinos blancos semidulces más suaves. "¿Qué es eso de un vino para mujeres? Como son fáciles de beber se piensa que son para las mujeres, que no saben de vino. A mí personalmente no me gustan. Yo soy de tinto y de crianza", clama Torres. Sabe de qué habla. Ha conocido en más de una ocasión la actitud del camarero ante la ecuación de un bar, una mujer, un grupo de hombres, varios vinos tintos y una copa de blanco… Hace años había anuncios de bebidas alcohólicas que se vendían como 'cosa de hombres' o con una mujer a lomos de un caballo que en la actualidad serían "inviables". Ahora está lo del vino para mujeres. "No hay vinos para hombres ni vinos para mujeres: es algo que da mucha rabia. Nos enfada bastante. Se le pone la etiqueta de vino de mujer, pero no es un vino de mujer, es otro tipo de vino", protesta San Juan.

"No hay vinos para hombres ni vinos para mujeres. Da rabia. Se le pone la etiqueta de vino de mujer, pero no es un vino de mujer, es otro tipo de vino"

En este momento del diálogo uno duda —y mucho— si es oportuna —nuevamente— otra pregunta; la de si son más de vino blanco o tinto. O de rosado. Pero la cuestión se pone sobre la mesa con naturalidad.

—Depende del momento.

—El rosado está ahora de moda.

—Las modas son cíclicas. Pasa en la ropa, en la comida, el vino… y ahora parece que toca beber rosado.

El vino es ahora vocación, pero no siempre fue así. Algunas han llegado a la enología de rebote. Gracia estudió Ciencias y recaló en esta labor con un proyecto de investigación para aislar el moho en CVNE. "Y aquí sigo. Todo lo que he aprendido aquí es porque me lo han enseñado las compañeras", agradece. Ruiz se instaló en Haro por amor y luego se enamoró del mundo del vino. No le quedaba otra. "Es lo que tiene que todo el mundo que te rodea trabaje en una bodega", trata de justificar con una sonrisa.

placeholder Barricas en la Nave Eiffel de CVNE. (EC)
Barricas en la Nave Eiffel de CVNE. (EC)

Sea cual sea el germen, lo cierto es que "a todas cada día nos gusta más el vino", resalta Gracia, que se ve, en cierto modo, obligada a matizar sus palabras. "Me refiero a que la cultura que tenemos ahora del vino no es la que teníamos hace 20 años", aclara. En otras palabras, que les es imposible desconectar fuera del trabajo. Vino en el empleo y catas, visitas a bodegas y cenas de amigos para probar nuevas añadas fuera del horario laboral. Hay quien incluso estructura sus vacaciones en función de si aparece una zona vinícola en el mapa.

—Yo sí desconecto —surge una voz.

—No tanto, porque te tomas tus vinos, los catas, los valoras… así que no tanto —le replican.

—Bueno sí, sales, tomas vinos… pero es importante desconectar —se defiende.

—Desconectas del día a día de aquí, pero no del vino. Es nuestra profesión y nuestro hobby. Visitar bodegas no es trabajo, es un hobby —zanja la responsable del equipo, que desata las carcajadas entre el equipo cuando habla de su futura jubilación. Todavía le queda unos cuantos tragos por delante.

"Desconectas del día a día de aquí, pero no del vino. Es nuestra profesión y nuestro hobby. Visitar bodegas no es trabajo, es un hobby"

El debate vuelve a encaminarse en torno a enología y mujeres cuando Gracia pone sobre la mesa un artículo reciente que ha leído, y del que es incapaz de acordarse de su autoría, que venía a decir que "la enología era ahora mismo para las mujeres porque van al detalle".

—¿Es eso cierto?

—Somos más detallistas que los hombres y más meticulosas. Igual apreciamos más detalles o le damos más importancia a otras cosas que para un hombre pasarían desapercibidas —señala.

—¿Como cuáles?

—Hay olores que los hombres no detectan —señala entre risas.

—Las mujeres sabemos diferenciar los vinos, saborearlos —apunta Torres.

—Es cierto que hemos sido más detallistas para todo, con excepciones claro está —corrobora Larrea.

Es difícil innovar en el mundo del vino más allá de la tecnología. "Las directrices generales son las mismas ahora que hace 20 años. Cambiará la cata, el mercado pedirá otro tipo de productos, pero la forma de trabajar es la misma", coinciden. A este respecto, CVNE, compuesta por cinco bodegas, mantiene la misma línea desde su nacimiento en 1879 de cara a la elaboración y producción de diferentes tipos de vinos. "¿Nuestro sello personal? Cada vino es diferente y tiene una línea. Seguimos la misma directriz pero aportando nuestro granito de arena", expone Larrea. Y hasta aquí se puede decir.

Ahora se está llegando al consumidor joven con diferentes gamas de vino para que "pueda situarse en su escala e ir evolucionando desde una base"

Porque no conviene hablar de más en un mundo marcado por la cada vez mayor competencia. Sí se puede decir, por ejemplo, que Imperial, el buque insignia, fue nombrado mejor vino del mundo en 2013 gracias a un caldo elaborado por este equipo técnico. "La uva es lo importante pero va variando cada año y luego está un equipo que imprime el sello personal", remarca Larrea. Cuando se habla de añadas de las que están orgullosas, los años salen a borbotones. 2001, 2004, 2005, 2010, 2011… y 2017, a pesar de las heladas. "La cosecha fue muy pequeña pero la calidad fue muy buena", indica San Juan.

La competencia es muy fuerte. Las diferentes denominaciones han introducido las tecnologías punteras, se ha puesto "más cuidado" en el viñedo, los comerciales "son mejores en su labor…". Pero la "presión” no ha variado. “Es la misma que nos hemos puesto desde siempre”. Lo que sí ha cambiado es el consumidor y, con ello, el abanico de producto. Ahora está el cliente joven, al que hasta hace poco "no se sabía llegar", lo que empuja a hacer diferentes gamas de vino para que este consumidor "pueda situarse en su escala e ir evolucionando desde una base". "La idea es hacer vinos para todo el mundo", resaltan. Pero, eso sí —remarcan—, "sin hacer vino para hombres y vino para mujeres". Se nota que el enfado por esta cuestión lleva años ‘envejeciendo’ en barrica.

"Es bueno que todas las vendimias sean diferentes para no aburrirnos. No podemos influir en el clima y espero que no lleguemos nunca a este extremo"

La apuesta es por el viñedo y, dentro de esta estrategia, la bodega ha ampliado en los últimos tiempos la superficie de terreno de vid. La uva es la misma para los grandes vinos. Otra cosa es la climatología, que últimamente da muchos quebraderos de cabeza. Por ello, cada vendimia es diferente y este año no va a ser una excepción. “Este año La Rioja parecía el Amazonas. Hubo en junio unas humedades bárbaras, llovió mucho y con unos mosquitos de un calibre muy importante", ejemplifica Gracia. Pero, aunque la climatología no acompañe, ellas son de las que ven el vaso medio lleno. "Está muy bien que todas las vendimias sean diferentes para no aburrirnos. Esto es una aventura continua", señala San Juan. "Por suerte no podemos influir en el clima y espero que no lleguemos nunca a este extremo. Esto imprime diferencias en cada cosecha, aunque siempre con nuestro sello", resalta Larrea.

El último ciclo de tormentas de principios de septiembre hacía imposible poner fecha a la vendimia. Se decía que ya estaba prácticamente lista la uva pero los acontecimientos climatológicos, con lluvias generalizadas y un descenso de las temperaturas, paralizaron "un poco la maduración", manteniendo en 'boxes' al equipo. Tocaba esperar al sol para comenzar una nueva aventura. Pero esta vez sí la climatología ha sido un aliado. Los primeros racimos de uvas blancas (Viura, Garnacha blanca y Malvasía) empezaron a recogerse a mano a finales de septiembre antes de dar comienzo a la vendimia de las variedades tintas, que precisan de más de tiempo de maduración. "Estamos con ganas ya de empezar", afirmaban los días previos, ansiosas de salir a campo. "Ha sido un año de climatología muy complicada, pero somos optimistas con respecto a esta añada en Rioja", resalta Larrea. Tras una hora oliendo a vino solo en palabras toca visita a la bodega. Pero el sabor a vino únicamente se puede catar desde el olor, que hay que conducir. Lo de dar sentido al gusto ya vendrá luego.

La pregunta, al tratarse de enólogas, carece de fundamento (o de cuerpo por esto de estar hablando de vino), pero brota por si acaso. "¿Me imagino que os gusta el vino?" Las risas ya denotan que, como uno temía, la primera cuestión no tiene ningún sentido. El posterior "evidentemente" o el "si no, vamos mal" no hacía falta para comprender el error. "Es para romper el hielo", trato de justificar. Así que, visto lo visto, se reformula la pregunta: "¿Sentís pasión por el vino?". Más de lo mismo. Entonces, ya solo queda una pequeña vuelta de tuerca para poder salir airoso: ¿Para ser enóloga es imprescindible sentir pasión por el vino? Y de repente llega el esperando y ansiado alivio: "Ahora que dices, conozco una persona que es enóloga, que está más en el tema de laboratorio, que no le gusta el vino y me extraña, no lo entiendo…".

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