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Los trapos sucios de la moda española
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LAS EMPRESAS TEXTILES, SALPICADAS POR LAS TRAGEDIAS EN BANGLADESH

Los trapos sucios de la moda española

La tragedia de Bangladesh del 24 de abril, que de momento se ha saldado con más de 1.000 muertos, y el incendio del pasado jueves en

Foto: Los trapos sucios de la moda española
Los trapos sucios de la moda española

La tragedia de Bangladesh del 24 de abril, que de momento se ha saldado con más de 1.000 muertos, y el incendio del pasado jueves en otra fábrica de Dacca han puesto en entredicho el modelo de negocio de las grandes firmas textiles, como El Corte Inglés y Mango, que producían ropa a un coste ínfimo en esas instalaciones. A pesar de que hay informes de Intermon Oxfam y la campaña Ropa Limpia que llevan casi una década denunciando las condiciones infrahumanas en las que se ven obligados a trabajar en estas fábricas y de que sigue habiendo un goteo continuo de muertes año tras año por la falta de seguridad en los talleres, prácticamente nada ha cambiado. 

Las empresas españolas tienen una parte muy importante de la responsabilidad. Deben vigilar el proceso de confección de sus prendas de principio a fin, aseguran desde Ropa Limpia, campaña que consiste en la coalición de ONG, sindicatos y organizaciones de consumidores que nació en 1989. “Las empresas no pueden decir que son incapaces de controlar todo lo que hacen los proveedores. Las Naciones Unidas lo han dejado muy claro: deben hacerlo, deben elaborar un plan de forma que conozcan las condiciones de trabajo de toda la cadena de suministro”, subraya Mª Dolores López, de Intermon Oxfam. “Fallan en la vigilancia”, denuncia. “Deben identificar los riesgos y exigir a los proveedores un compromiso firme de respeto a los derechos de los trabajadores y  que garanticen unas condiciones laborales dignas”, señala. Pero “cierran los ojos a lo que sucede en los lugares donde fabrican y consiguen sus suministros a un precio escandaloso”.

“El culpable de estas muertes es el modelo de fast fashion que usan las empresas textiles, las españolas también”, subraya Albert Sales, uno de los portavoces de Ropa Limpia en España. La industria textil se basa en un modelo en el cual las compañías, grandes y medianas, subcontratan la confección de las piezas en los lugares donde es más barato producirlas. Bangladesh es el paradigma, tiene los salarios más bajos, por debajo de los 40 dólares al mes por jornadas de más de doce horas diarias en la mayoría de los casos y de seis días a la semana. El país, uno de los más pobres del mundo, se ha convertido en la principal fábrica mundial del sector textil precisamente por estas condiciones y los talleres textiles han crecido y proliferado sin ningún control, como explica Sales. 

Presión de la marca al proveedor

“Las empresas presionan a los productores para que fabriquen un elevadísimo número de piezas en un plazo de tiempo muy corto”, señala Helena Pérez, directora de Improving Work Life y consultora especializada en la fabricación textil, que comenta que esto sucede también en otros sectores, como el tecnológico. “La marca encarga las piezas sin preocuparse por comprobar si la fábrica tiene la infraestructura y la capacidad necesarias para poder cumplir con el pedido. Esto se une a que las firmas piden a las fábricas que cumplan con determinados requisitos como que los trabajadores no hagan jornadas de más de 60 horas semanales. En estas condiciones es imposible que puedan hacerlo”, explica Pérez. Y las empresas lo saben, llevan años advirtiéndolo ONG y organismos internacionales como Naciones Unidas. 

Las pymes también hacen mucho daño en estos países por la falta de respeto a los derechos y circunstancias locales, denuncia Intermon OxfamIntermon Oxfam ya realizó en 2004 un informe titulado La moda que aprieta en el que exponía 'las vergüenzas' de las empresas españolas, mostrando  la precariedad de las trabajadoras de la confección. Este informe no ha tenido continuidad porque la ONG ha dejado de ocuparse específicamente del sector textil para abarcar la responsabilidad social de las empresas en un sentido más amplio. En él se denunciaban las prácticas de las empresas españolas. Por ejemplo, una empleada aseguraba: "Hace unos años un pedido estándar podía ser de un mes. Ahora hay pedidos en los que te dan menos de una semana. Esto es así porque algunas veces hay Semanas Fantásticas en España. Nosotros debemos hacer un esfuerzo para sacárselo". 

El informe daba datos concretos de la falta de transparencia y compromiso social de algunas de las marcas españolas de ropa. En el caso de Cortefiel destacaba que no daba información sobre los precios a los proveedores, el código de proveedores no contemplaba el derecho de asociación ni mencionaba medidas correctoras. En el caso de Inditex, ponía de relieve que el grupo presidido entonces por Amancio Ortega exigía los plazos más cortos del mercado, ya que cada 20 días se renuevan los escaparates, los pedidos no estaban planificados, eran urgentes y voluminosos. Una práctica que sigue llevándose a cabo. Tampoco se hacía cargo Inditex de las medidas correctoras en caso de incumplimiento de los códigos. En lo que se refiere a Induyco, de El Corte Inglés, se denunciaba que la empresa no verificaba el cumplimento del código de RSC y la falta de información sobre las estrategias en este ámbito. Mango no hacía contratos, sino pedidos y en lo que se refiere a las medidas correctoras, no aclaraba si la empresa iba a participar en las mismas o se desentendía. 

“El modelo de fast fashion, del que Inditex es uno de los máximos exponentes, implica que los pedidos que hacen estas empresas a sus proveedores son muy irregulares y el fabricante va a tener contratado al personal mínimo a la espera de que llegue o no la orden, porque los encargos son de una semana para otra, no se puede hacer una planificación”, dice Sales. Las grandes firmas marcan el paso y las medianas “siguen su estela y  buscan entre los fabricantes que estas contratan a los que cumplan los plazos y ya está”, añade. Helena Pérez no da nombres, pero dice que "prácticamente todas las marcas del sector textil, independientemente de su tamaño, someten a esta presión a sus proveedores". De hecho, un portavoz de Intermon Oxfam destaca: "Las pymes también hacen mucho daño en estos países por la falta de respeto a los derechos y circunstancias locales". 

Las empresas no quieren cambiar el sistema

Los sindicatos y ONG llevan años trabajando para promover unas condiciones laborales dignas y seguras. Tras la tragedia de Dacca, la organización sindical internacional IndustriAll trabaja con los sindicatos locales de Bangladesh para conseguir la firma de un protocolo de seguridad laboral y antiincendios. Un texto que se ha hecho partiendo de protocolos que ya habían propuesto en años anteriores a las empresas europeas. Sobre este tema, Ropa Limpia señala que las empresas españolas les han dicho que “están valorando estos acuerdos”. ¿Los van a firmar? "Creemos que va a hacer falta mucha presión pública para que lo hagan", reconoce Sales.

Las distintas ONG y grupos de presión que trabajan por una mejora de las condiciones laborales de los trabajadores que fabrican la ropa de estas firmas coinciden en que la mayoría de las veces las empresas como Mango o Inditex actúan solo tras una tragedia y si hay presión social. La ONG estadounidense Worker Rights Consortium lleva proponiendo desde abril de 2011 la firma de un acuerdo de seguridad laboral que ni Inditex, ni Walmart han firmado todavía. Inditex asegura que "es imposible que ellos hayan rechazado firmar un acuerdo de este tipo", sin embargo, Workers Rights Consortium se pregunta: "Llevan ya tiempo pensándoselo, ¿a partir de qué momento el no haberlo firmado se convertiría en rechazo? Inditex defiende que aplica unos principios de responsabilidad social para garantizar el respeto de los derechos humanos y que desde 2007 colabora con las iniciativas de IndustriAll, organización con la que ha firmado un convenio, aunque no especifica los términos de dicha colaboración.

Las exigencias de las firmas de producir gran cantidad de ropa en el menor plazo posible provocan que el proveedor, que no quiere perder el pedido, subcontrate, a su vez, parte del mismo con fábricas de segunda fila, donde las condiciones suelen ser peores. Muchas firmas aseguran que, por sus compromisos de responsabilidad social corporativa (RSC), exigen a los proveedores que si subcontratan a otras fábricas, lo comuniquen para recibir el visto bueno. “El problema es que las fábricas en estos países no trabajan en exclusiva para una sola marca, todos aceptan pedidos de varias. Así que, en principio, puede tener la capacidad teórica para cubrir el encargo, pero si está realizando pedidos para otras quince empresas… Pues no va a poder hacerlo y, al final, van a producir lo que haga falta en el taller que sea”, añade Pérez.

"Solo les interesa lavar su imagen"

¿Lo saben las empresas españolas que encargan las prendas? “Por supuesto, llevamos años denunciándolo”, afirma Sales. “Hace mucho tiempo que estamos intentando que se involucren en medidas para evitar este tipo de catástrofes, pero hasta ahora han hecho caso omiso de los programas de prevención de riesgos laborales”, denuncia. “Si las compañías no saben las condiciones en las que se fabrican su ropa y su calzado es porque no quieren, lo llevamos advirtiendo desde 2005. Las marcas no asumen su responsabilidad”, añade el representante de Ropa Limpia. “Las firmas miran un poco para el otro lado”, coincide Pérez. 

La RSC no sirve o no ha servido hasta ahora para mejorar las condiciones de trabajo en estos países, denuncian algunas ONG. “Se ha avanzado, pero queda mucho por hacer”, destaca Sales, que afirma que la acción de los departamentos encargados de la responsabilidad social corporativa siempre es reactiva, tras una tragedia y con medidas puntuales, no estructurales. El único objetivo es "minimizar los riesgos de imagen para la marca”, afirma el representante de Ropa Limpia. 

Hasta ahora las empresas han hecho caso omiso de los programas de prevención de riesgos laborales, pese a las denuncias que llevan años haciendo las ONGLa Confederación Sindical Internacional (CSI) confirma esta visión en un informe sobre la externalización de la responsabilidad en el que asegura que en las dos últimas décadas se ha fracasado en la protección de los derechos de los trabajadores. Según CSI, la RSC no ha servido hasta ahora nada más que para lavar la imagen de las firmas y para crear una industria que mueve al año más de 80.000 millones de dólares. Y la compara con la autorregulación del sector financiero que ha desembocado en la crisis de 2007.  

Pero no son solo las empresas las que deben velar por el respeto a los derechos humanos en estas fábricas. Un protocolo de Naciones Unidas de 2011 (Convenio 169) también establece la responsabilidad de los países donde esas firmas tienen su sede. Tal y como explica Mª Dolores López, “el Gobierno español también tiene parte de responsabilidad en este tipo de tragedias: debe asesorar a las firmas específicamente –a las grandes y a las pequeñas- para que en los procesos de internacionalización promuevan y defiendan los derechos humanos”. "El ICEX y otras instituciones de apoyo a la internacionalización, las embajadas, las oficinas comerciales, las entidades públicas que conceden créditos y seguros para la exportación… deben exigir a las empresas que apoyen y respeten los derechos humanos", añade. 

La Comisión Europea animó hace dos años a que los Estados miembro adoptasen este convenio y todavía están trabajando en la adaptación del mismo a la legislación española. En concreto, es la Oficina de Derechos Humanos, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, la que está preparando el plan nacional sobre empresas y derechos humanos. Dolores López dice que esperan que el primer borrador esté listo en junio, después de que los distintos actores públicos y de la sociedad civil hayan trasladado sus aportaciones al responsable de este organismo, Jaime Hermida. Sin embargo, todavía desconocen cuál será el contenido final de este plan y, por tanto, cómo de útil o importante será.

Los problemas en los países de producción

Los problemas que provoca la conducta de las empresas españolas se suman a las malas condiciones laborales en estos países y las malas prácticas de las compañías locales. Sales, de Ropa Limpia, destaca entre las peores prácticas el impago de las horas extra y las jornadas extenuantes de los trabajadores, que tampoco perciben un salario que permita un nivel de vida digno, “apenas cubre las necesidades calóricas”. Por otra parte, “son muy comunes los abusos sexuales y los abusos de poder”, añade. Y piden: las empresas de aquí deberían luchar contra este tipo de prácticas. Además, muchos de estos proveedores que contratan las marcas, retienen a los trabajadores la parte correspondiente a la seguridad social, pero nunca llegan a darles de alta y se quedan ese dinero.  Por otra parte, se limitan los derechos de los trabajadores, porque existe represión sindical y persecución a los empleados que intentan organizarse, destaca Sales. “Hay listas negras que se pasan las empresas con las personas que han generado problemas sindicales y nadie las contrata”. 

Además, “falta regulación y cuando la hay, la implementación no es adecuada. En la práctica, aunque se hayan firmado convenios internacionales, en estos países no se aplica la normativa. Las inspecciones de trabajo son muy débiles, no hay medios, ni formación y tampoco hay capacidad sancionadora, por lo que no hay incentivos para cumplir la ley”, explica Helena Pérez. Otro de los factores que contribuyen a que haya accidentes en las fábricas y talleres textiles, según esta experta, es que muchos trabajadores han migrado del campo a la ciudad para ahorrar dinero y mandárselo a sus familias y son los primeros que piden alargar las jornadas para ganar un poco más, “porque los salarios son muy bajos, no llegan al mínimo digno”.

Otro elemento que falla es la formación, la de los empresarios locales, para que puedan aplicar correctamente los requisitos de seguridad acordes con los principios de la marca internacional,  y la de los trabajadores. “Los empleados no conocen los derechos que tienen y faltan estructuras sindicales, por lo que están totalmente desprotegidos. Las empresas europeas que trabajan en estos países deberían dar formación a los trabajadores y no lo están haciendo”, destaca la  consultora. Helena Pérez considera que muchas veces “se simplifica el problema, pero no hay soluciones fáciles porque al problema contribuyen diversos factores”.

La tragedia de Bangladesh del 24 de abril, que de momento se ha saldado con más de 1.000 muertos, y el incendio del pasado jueves en otra fábrica de Dacca han puesto en entredicho el modelo de negocio de las grandes firmas textiles, como El Corte Inglés y Mango, que producían ropa a un coste ínfimo en esas instalaciones. A pesar de que hay informes de Intermon Oxfam y la campaña Ropa Limpia que llevan casi una década denunciando las condiciones infrahumanas en las que se ven obligados a trabajar en estas fábricas y de que sigue habiendo un goteo continuo de muertes año tras año por la falta de seguridad en los talleres, prácticamente nada ha cambiado.