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Banesto gana hoy la quinta parte que hace una década
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LA HERENCIA DE ANA PATRICIA BOTÍN

Banesto gana hoy la quinta parte que hace una década

Banesto dejará de ser Banesto en mayo de 2013, fecha en la que Banco Santander espera cerrar la absorción de la filial que compró en 1994

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Banesto gana hoy la quinta parte que hace una década

Banesto dejará de ser Banesto en mayo de 2013, fecha en la que Banco Santander espera cerrar la absorción de la filial que compró en 1994 por 313.000 millones de pesetas, 1.881 millones de euros de la época. En cinco meses, la entidad será engullida por el grupo presidido por Emilio Botín por un valor de mercado de 2.434 millones de euros, una tasación mayor que refleja una administración brillante para la familia de banqueros con más pedigrí de España.

Sin embargo, la operación deja al descubierto una gestión mejorable, especialmente desde 2002. Ese año, Banesto volvió a cotizar en bolsa tras su adquisición en la citada subasta pública que hizo el Banco de España después de la intervención del grupo presidido por Mario Conde hasta diciembre de 1993.

En 2002, año en que Emilio Botín nombró a su hija Ana Patricia primera ejecutiva de la filial, Banesto obtuvo un beneficio de 575,1 millones de euros, cifra que representaba un crecimiento del 10%. Al cierre de 2011, último ejercicio completo, las ganancias de la subsidiaria apenas fueron de 125 millones. Una cantidad que caerá sensiblemente al acabar 2012, ya que hasta septiembre el resultado se había estrechado un 40% por las dotaciones para cubrir su deficitaria cartera crediticia.

Si se toma como referencia el año fiscal en el que Ana Patricia Botín dejó la gestión de Banesto en octubre de 2010 para irse a dirigir Banco Santander en Reino Unido, la comparativa tampoco es mucho mejor. El beneficio de la entidad fue de 460 millones, menos de lo que ganaba en 2002, cuando Emilio Botín volvió a abrir el capital a un sinfín de inversores minoristas. Los particulares fueron los que le salvaron una oferta pública de venta (OPV) que no atrajo el interés de los inversores institucionales y que obligó a Ana Patricia Botín a reducir significativamente el precio de las acciones. Aquello le costó el puesto a José Manuel Arrojo, el jefe de banca de inversión del grupo, señalado por la hija como culpable del desaguisado.

El atenuante de esta gestión para la llamada a ser sucesora del patriarca de Santander es que la crudeza de la crisis financiera mundial ha obligado al que fue concebido como banco de pruebas para Ana Patricia a realizar provisiones millonarias. Prueba de ello es que los márgenes de intermediación, bruto y de explotación han crecido de manera importante. Por ejemplo, el primero ha aumentado en el periodo desde los 988 hasta los 1.484 millones, mientras que el último ha pasado de los 621 hasta los 1.251 millones.

Pero sus detractores señalan que la explosión del balance de Banesto fue dirigida precisamente por Ana Patricia, la cual engordó la concesión de créditos desde los 28.800 millones hasta los 70.000 millones. Gran parte de ese crecimiento ha sido fallido, tal y como demuestran los 4.000 millones de mora contabilizados a finales de 2011 y las provisiones adicionales que ha tenido que hacer este año para cumplir con los reales decretos sobre reestructuración bancaria. Una situación que ha llevado al banco a tener pérdidas operativas, solo enmascaradas por las operaciones intragrupo –venta de la filial de seguros, de la gestora de fondos y de la inmobiliaria- con Banco Santander.

Con los pros y los contras, lo cierto es que Banesto saldrá de bolsa dentro de cinco meses a un valor un 52% inferior al que regresó a los mercados en noviembre de 2002. Una conclusión difícil de rebatir, y que deja más sombras que luces sobre la capacidad de dirigir de la línea sucesoria de Emilio Botín.

Banesto dejará de ser Banesto en mayo de 2013, fecha en la que Banco Santander espera cerrar la absorción de la filial que compró en 1994 por 313.000 millones de pesetas, 1.881 millones de euros de la época. En cinco meses, la entidad será engullida por el grupo presidido por Emilio Botín por un valor de mercado de 2.434 millones de euros, una tasación mayor que refleja una administración brillante para la familia de banqueros con más pedigrí de España.

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