Manuel Manrique, el eslabón más débil para los ricos del Reino

Como Marco Junio Bruto, el principal instigador del asesinato de Julio César en los Idus de Marzo del 44 antes de Cristo, Manuel Manrique facilitó ayer la decapitación de Luis del Rivero, uno de sus socios más leales durante sus veinticuatro años en la empresa, a los que hay que añadir los diez que compartieron en Ferrovial.  

 

Manrique, un hombre de profundas convicciones religiosas, hizo de Judas en el huerto del Olivo y entregó a su amigo del alma a Juan Abelló y Demetrio Carceller, dos multimillonarios enfrentados con el ingeniero murciano desde hacía meses. Padre de cuatro hijos, dos de ellos adoptados, el nuevo presidente de Sacyr era el eslabón más débil de un grupo de amigos que fundaron y desarrollaron una importante empresa constructora.

 

Mientras José Manuel Loureda y antes Felix Riezu, los otros dos creadores de Sacyr, siempre mantuvieron su apoyo a Del Rivero, Manrique decidió ayer por sorpresa cambiar de bando y condenar a su hasta ahora partner. Fuentes próximas a la compañía aseguran que el nuevo número uno del grupo de construcción, energía y servicio era el más susceptible de convencer.

 

Su débil posición financiera respecto a sus colegas de consejo le obligó a vender acciones de Sacyr en varias ocasiones en los últimos dos años. En octubre de 2009 se deshizo del 0,5% del capital por unos 17 millones de euros. En marzo de este ejercicio traspasó 310.000 títulos por algo más de 2,5 millones. Fuentes del mercado explican que Manrique tenía apreturas económicas porque gran parte de las acciones que había adquirido hasta alcanzar el 9% del capital lo hizo con créditos bancarios.

 

Otras fuentes relacionan su estrechez de bolsillo con la venta de una importante finca a las afueras de Madrid, que el jienense adquirió en 2007 por unos 45 millones de euros. Le puso el cartel de “Se Vende” en 2008 y todavía sigue sin encontrar comprador, según fuentes del sector inmobiliario.

 

Manrique, incansable trabajador, fue nombrado consejero delegado de Sacyr en 2004 a propuesta de Luis del Rivero. Ahora, el de Navas de San Juan, se lo entrega a sus enemigos. Una escena que recuerda a lo que dijo Julio César cuando se desangraba en el Senado: “Tu quoque, Brute, fili mi” (“Tú también, Bruto, hijo mío”).